04

571 52 5
                                    

SIN ARREPENTIMIENTO ALGUNO

Mientras me acercaba al baño de mi departamento muchas cosas pasaron por mi cabeza. Momentos. Momentos junto a mis amigos y familia. Me sentí aún peor cuando noté que los únicos momento que había pasado junto a Jimin era para molestarlo.

Cuando al fin estuve dentro de aquel baño, me acerqué a la bañera y abrí lentamente la llave, proseguí colocando el tapón en el fondo de la bañera.

Sabía lo que estaba por hacer. Aceptaba cada una de las concecuencias.

Así fue como me encontraba encerrado en aquel baño. Buscando unas navajas viejas que había comprado para cuando mi padre me visitara. Levanté la vista y me encontré con mi reflejo en el espejo.

Me sentí tan sucio. Me sentí como un asesino.

Yo había sido la causa de la muerte de Jimin. Yo había matado a Jimin. Yo y todos mis insultos.

Ante aquel pensamiento la ira me consumió y golpeé fuertemente el espejo frente a mi. Rompiéndolo en mil pedazos. Sentía el ardor en mis manos y el cómo la sangre brotaba de estas, pero preferí no prestarle mucha atención.

La bañera estaba casi llena. Por lo que a pasos lentos pero seguros me fui acercando a ésta.

El agua era fria y aunque me encontrara con la ropa puesta temblé un poco por la temperatura de la misma.

Lentamente fui descendiendo, para finalmente sentarme por completo. El agua llegaba abajo de mis hombros.

Era el momento, yo debía hacerlo. Solo así nos volveríamos a ver. Solo así podría decirle que lo amaba.

Tomé todo el coraje posible y acerque la navaja a mi brazo izquierdo. Estaba temblando pero todo se detuvo cuando apoyé la navaja en el inicio de mi muñeca. Acto seguido hice una incisión de unos 20 centímetros a lo largo de mi antebrazo. Mentiría si dijera que no fue doloroso. Porque definitivamente lo fue.

Lágrimas corrían por mis mejillas, no solo por el dolor. Sino también por la culpa.

Tuve que repetir mi acción pero en el brazo contrario. Para este punto ya estaba muy débil. Mi mano temblaba más y me recorrían pequeños espasmos.

El agua que antes era cristalina, ahora se encontraba roja por la sangre que brotaba de mis heridas. Me estaba desangrando.

Tomé una última respiración y comencé a sumergirme en aquella bañera sin darme cuenta siquiera. Cuando el agua me llegaba a la barbilla solté mi último suspiro recordando su linda sonrisa. Finalmente me encontraba bajo el agua. Mis ojos aún se encontraban abiertos, pero sentía como el cansancio me vencía.

Antes de ver oscuridad por completo, me pareció escuchar como mi padre me llamaba, lástima que no recibiría respuesta alguna.

Así fue como finalmente terminé con mi vida. Recordando su ojos miel, su sonrisa, su dorado cabello...recordándolo.

Me reuniría con él y le diría lo mucho que lo amaba. Que el se equivocaba.

Jimin, gracias por haberme elegido. Gracias por fijarte en mi. Gracias por amarme.

Gracias por darme tu última carta.

Tu última carta | Kookmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora