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En una pequeña "tienda", la tarde de un viernes 26, se encontraba un chico acomodando en un estante todo lo que su padre le ordenó. Su nombre es Demian, es alto, apuesto, "bien definido"(como dicen la mayoría de chicas) con ojos color azul oscuro, un cabello color negro envidiable. Era de tez blanca y, no hacia falta ser un gran investigador para saber que era de Stalingrado, pues su complexión lo decía todo.

Demian se encontraba pensando acerca de la noche anterior, pensaba en aquel chico que tanto interés le había generado, pensaba en lo que había sentido al momento de abrazar a aquel adorable y tierno chico...

De un momento a otro se encontraba totalmente sonrojado, muchos pensamientos pasaban por su cabeza.

Jack: ¡Hey! Parece que estas dormido, Demian.

Demian: ¡Oh! Lo siento mucho padre, solo estaba pensando en algo.

Jack: ¿En qué? 

Demian: No es nada importante...

Jack: Esta bien. Oye, ¿has oído acerca del rumor de que unos soldados nazis atacarán por sorpresa la ciudad?

Demian: Que locura, no se atreverían a pisar siquiera la frontera de nuestra ciudad, saben perfectamente que aquí se encentran muchos soldados. 

Jack: No creo que les importe, desde que sus amigos japoneses fueron derrotados por Estados Unidos cuando intentaron invadir el atolón de Midway ellos han estado desesperados por expandirse, cosa que no han logrado. 

Mientras ambos seguían su charla acerca de política y asuntos mundiales un chico se asomaba desde una esquina intentando oír lo que decían. En dicho afán este cayo hacia la fría, pero dura acera. 

Jack: ¡Eh! ¿Quien anda ahí? 

Ángel: Lo siento mucho señor, no era mi intención molestarlo...

Demian: ¡Wow! ¿Angel? ¿Que haces aquí? 

Ángel: Solo venia por lo que me dijiste ayer, que nos íbamos a conocer mejor y tal...

Demian: ¡Oh, casi lo olvidaba! Padre, ¿me permitirías?

Jack: Claro hijo, pero regresa antes del anochecer. Ten mucho cuidado 

Posterior a la advertencia y bendición del padre de Demian ambos se dirigieron a una plaza que se encontraba cerca de allí. Era un lugar que parecía estar en otro tiempo, donde la guerra mundial que estaba ocurriendo no hubiera pasado jamás.

Ángel: Entonces... ¿eres de por aquí?

Demian: Así es, he vivido toda mi vida aquí, es un buen lugar para vivir ¿sabes?

Ángel: Ya lo creo... 

Ambos se dirigieron a una banca que se encontraba debajo de un árbol que daba una sombra tan maravillosa, y melancólica a la vez. Al mismo tiempo dos soldados, compañeros de Ángel,  pasaban justo delante de ellos, estos se dieron cuenta de la pequeña "cita" que se encontraba en proceso delante ellos. Sin dudarlo se entrometieron en una conversación que parecía incomoda e infructífera. 

???: ¿Qué está pasando aquí? - dijo un soldado con cierta perversión.

Ángel: (avergonzado) ¡No está pasando nada, Daniel! Solo hablo con un amigo, nada del otro mundo.

Daniel: ¿Seguro? ¿Tú que opinas, Mark?

Mark: No lo se... pero creo solemnemente que estos dos se traen ganas...

Ángel: ¡Ya les dije que no! 

Daniel: (hostil) Mas te vale, tú sabes que hacer estos actos está totalmente prohibido, ¿cierto? Si llegamos a encontrar una pista...solo una... de que estas íntima y amorosamente relacionado con este chico, te abstendrás a las consecuencias. 

Ángel: ....

Demian: Parece que tus amigos son una bola de retrasados. 

En ese momento ambos soldados, Mark y Daniel, voltearon su mirada furiosamente hacia Demian.

Mark: ¡Eh! ¡Chico listo! ¿Quién te crees que eres? 

Daniel: No te metas con nosotros, estúpido.

Demian: Puedo meterme con ustedes todo lo que quiera, solo son cabos, y por lo que veo, puedo entender por qué.

Justo en ese momento Daniel le dio un puñetazo a Demian, tan fuerte que este último casi se desmaya. 

Angel: ¡Maldito! ¡¿Por qué lo golpeas?! 

Mark, dispuesto a dirigir un buen golpe hacia Ángel termina siendo empujado hacia el suelo, lo cual provoca que éste se enoje aún más. El autor de este movimiento fue el que hacía poco estaba semi-inconsciente en el suelo, Demian.

Demian: ¡Dejenlo en paz, idiotas! 

Daniel: No toleraremos actos de esta índole, vete preparando maldito, cuando menos te lo esperes cobraremos venganza. ¡Contra ti y contra esa aberración de la naturaleza! 

Demian: ¿Y qué tiene de malo que le guste un chico? ¡¿Eh!? 

Hubo un silencio incomodo, por parte de ambos soldados, por parte de Ángel y Demian, por parte de  de toda la gente que se encontraba alrededor de aquella escena. Un silencio que Mark se dispuso a romper.

Mark: Malditos enfermos...

Ambos cabos se fueron del lugar, dejando a Demian y Ángel expuestos y avergonzados ante toda la demás gente. No pasó demasiado tiempo para que Ángel saliera corriendo en dirección contraria a la ruta de salida de los soldados que originaron todo. 

Demian corrió tras él. Llego un momento donde lo perdió de vista por voltear un segundo. Siguió corriendo, con la esperanza de que aún encontrara al chico que acababa de defender minutos atrás. 

Demian, luego de un rato de seguir corriendo se dispuso a volver, enfurecido con sigo mismo por haber formado parte de la causa de todo eso. En su camino de vuelta lo vio... estaba recargado en una pared, senado con las rodillas en la cara, parecía llorar... Demian no podía permitirse dejar eso así. Se le acerco con disposición a entablar una conversación con el.

Demian: Ángel... ¿por qué estas aquí?

Ángel: (llorando) Ellos creen que soy un bicho raro... todos lo creen... hasta tú.

Demian: Hey, no llores ¿si? Yo nunca te diría lo que ellos se atrevieron a decirte.

Ángel: ¿Seguro? No dirías eso si supieras quien soy...

Demian: Estoy seguro, a mi no me importa si te gustan los hombres o no. 

Ángel: ¡No mientas! ¡Tú me crees un bicho raro! 

Demian se dispuso a demostrarle que no era cierto, que no era cierto lo que Ángel decía... 

Ángel: ¡Mejor lárgate de aquí! Déjame en pa...

Sin importarle que alguien los estuviera viendo o no, Demian le robó un beso a Ángel, un beso tan dulce como un caramelo mismo. Posterior al beso Ángel estaba fuera de si, confundido y embriagado por el sabor de os labios que lo acababan de besar... 

Demian: Espero que eso te demostrara mi honestidad.

Demian se disponía a retirarse, cuando de repente Ángel le toma de la mano, lo jala hacía él, y cerrando los ojos realizó por segunda vez el acto de amor que Demian le había dado. Igual de dulce, igual de fugaz...

Luego de aquel segundo beso, Demian se separó de Ángel... mirándolo fijamente Ángel solo pudo decir dos malditas palabras, que darían inicio a algo maravilloso. 

Ángel: Te amo.



Un amor como la guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora