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Habían pasado días de continua caminata para llegar a reunirse del otro lado de la ciudad de Stalingrado, Taylor se encontraba agotado, necesitaba siquiera tomar algunos litros de agua para recuperar su condición, (que ya había perdido desde el decreto de atacar la ciudad), era un viernes por la tarde, (si no mal me equivoco caía un día 26)

General: Apresúrense par de holgazanes, a este paso jamás llegaremos a tiempo, y si eso ocurre, yo seré el encargado de matar a cada uno de ustedes.

El suelo era lodo, había mucha humedad por esos rumbos, pues era temporada de lluvias intensas la mayor parte del tiempo. Se hacia cada vez más difícil la caminata, Taylor estaba completamente exhausto. quería mandar todo al carajo y regresar a casa, aunque, aparte de que en caso de realizar esa semejante proeza moriría, allí en su hogar, no habría nada que lo acogiera con siquiera una pizca de afecto o cariño, (como sí lo harían con otros cientos de soldados) su madre, padre y hermanos habían muerto desde hacia ya varios años. 

Mientras la marcha se hacía cada vez mas pesada, Taylor se encargaba de mantener la mirada alerta en todos los alrededores, siempre y cuando  pudiera.

Cabo: shhh, Taylor, acércate - musitaba el cabo para Taylor- necesito contarte algo. 

Taylor se acercó hacía el cabo, intrigado y preocupado de que alguien pudiera llamarle la atención. 

Taylor: ¿Qué ocurre cabo? 

Cabo: Dime por amor de Dios que sabes utilizar un francotirador, dímelo. 

La pregunta desconcertó en cierta manera a Taylor, no era muy usual que alguien hiciera esa pregunta, o de hecho jamás se la habían hecho.

Taylor: No, ¿por qué lo preguntas?

Cabo: Resulta que para el asalto nuestra tropa utilizará un par de francotiradores para un ataque desde lejos, los candidatos a esa tarea somos nosotros dos.

Taylor: ¿Cómo lo sabes?

Cabo: Hace rato hablaban de eso el general y su lame culos.

Taylor: Maldición, ahora ¿qué vamos a hacer? 

Cabo: Rezar para que nuestro tino no nos falle. 

Taylor: ¿Y qué si lo fallamos?

Cabo: Tú sabes perfectamente que ocurrirá si cometemos un error. 

En eso no se equivocaba el cabo, su general no admitía fallo alguno, en caso de que alguien se atreviera a cometer uno sería, probablemente, tratado como traidor a la patria.

Taylor se quedó pensando, no sabía que sentir, si miedo, ansiedad, enojo...

General: Cabo y soldado, vengan para acá

Taylor y el cabo se dieron cuenta de la llamada del general, dudaron por un momento de si ir o no.

Taylor: ¿Que desea, general? - dijo Taylor mientras se acercaba hacia el mismo junto al cabo.

General: Necesito que cumplan una misión súper importante, el fallo de esta podría definir si ganamos, o no, la batalla.

Cabo: ¿Cuál?

El general pareció dudoso por un instante, pero una simple mirada decidida de su lame botas lo haría "soltar la sopa" en un instante.

General: Verán, en unos días atacaremos la ciudad, resulta que  ustedes serán los encargados de disparar un par de francotiradores, atravesaran la cabeza de unos  bastardos que posiblemente lideren el contraataque.

El cabo tragó saliva, estaba a punto de decir algo cuando de repente la tropa se detuvo de golpe.

General: ¡Soldados! Aquí pasaremos la noche, preparen sus tiendas de campaña.

El general, ni corto ni perezoso, se dirigió hacia la parte señalada y ayudo a colocar su "base central"

El cabo y Taylor se quedaron inmóviles por un instante, como si hubiesen sido congelados por gélidas temperaturas. En ese instante el cabo volteó y se dirigió hacia Taylor, con una seriedad y enojo comentó:

Cabo: Taylor... alguien tiene que decirle.

Taylor: *pensando* No pasó ni un segundo para que yo pudiera asimilar a lo que se refería el cabo, quería avisarle del peligro que conllevaba llevarle la contraria al general pero el cabo se fue impaciente hacia donde el general había ido. Lo vi entrar en la carpa del general, sinceramente tenía miedo de lo que le pudiera llegar a ocurrir.


Ya habían pasado treinta minutos, solo treinta miserables minutos y aún no tenía noticias del cabo. ¿Podría ser que...?

Se escuchó un grito seguido de un golpe, luego ocurrió lo que más se temía. Se oyó un disparo, al momento de oírlo se corazón se detuvo, no quería averiguar quien era la victima. El  general salió de la tienda de campaña, se dirigió hacia Taylor con paso firme, se detuvo a solo 1 metro de el.

General: Vaya, recoja, tire y limpie su basura, lo quiero para antes de que la primera estrella se vea.

Luego de eso el general se fue con otros soldados para Dios sabe que. 

Taylor entró en la tienda de campaña, su interior estaba lleno de sangre, al abrirse paso para llegar al cadáver pisó tejido cerebral, se había pegado a su bota. Y lo vio, yacía el cadáver del cabo con un agujero de bala justo en medio de la frente. Era asqueroso.

Se apresuró a levantar el cadáver, limpiar todo lo que pudo y llevar cargando el cuerpo del cabo hacia un lugar donde pudiera descansar en paz.

Llegaba la noche, regresó a su campamento y se dirigió hacia su tienda. No dirigió palabra alguna a ningún soldado, solo se limitó a caminar en linea recta hacía su destino. 

Al entrar todo estaba oscuro, solo podía divisar la cama tendida en el suelo. Se acostó mirando al techo, afuera se escuchaban gritos y blasfemias de soldados borrachos junto a la hoguera. 

Taylor limitó a llorar en silencio, la única persona "cercana" desde que había dejado su hogar acababa de morir, y el había enterrado su cuerpo.

Toda la noche se quedó pensando en el propósito de su vida, si servía para algo o no, si tal vez... solo tal vez... encontraría algún día algo o alguien que le diera propósito que tanto necesitaba para aguantar toda la mierda que pasaba en su vida justo en ese momento.



Un amor como la guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora