•¿Qué podría pasar?• [YoonMin/JimSu]

Capítulo 1.

— ¡Hijo, baja ya! —su madre le grita desde el piso de abajo. Jimin ya había tardado mucho en arreglarse y ya se le estaba haciendo demasiado tarde para su presentación en la empresa. Estaba nervioso ya que era su primera vez haciendo eso para su puesto de trabajo como coreógrafo, lo que era su gran sueño. En verdad que había luchado para llegar hasta ese punto y esperaba con hartas ansias el resultado de sus esfuerzos que con años fue avanzando.

Park Jimin es un chico de 23 años, con una vida relajante y sin dificultades económicas. Hasta ahora vive con sus padres y hermano menor el cual se hallaba en la preparatoria.

—¡Yoongi ya llegó! —volvió a gritar su madre ahora sí alarmando al chico que se hallaba viendo su reflejo desde hace rato en el espejo, pues quería verse bien para la presentación.

Min Yoongi, novio de Park Jimin. 26 años. Vida no tan relajante ya que le molesta el ruido que hacen sus hermanos en casa y hasta ahora vive con ellos y su madre.

Acomodando por última vez su cabello, agarra su maletín deportivo y se dirige a las escaleras para bajar rápidamente -con cuidado de no caer- escuchando los platos de la cocina removerse, hasta llegar al living. Busca con su mirada a su novio el cual encontró en pocos segundos ya que se encontraba en el sofá de tres personas, entretenido en su móvil.

El menor se acercó a pasos lentos para que el mayor no se diera cuenta que ya estaba ahí, hasta llegar en frente de él, sorprendiéndolo con un suave beso en su frente. Yoongi levantó la vista con un casi invisible tono carmín en sus mejillas y sus labios temblaron amenazando con sonreír. Le avergonzaba que su novio se diera cuenta cuán grande es su felicidad con solo ver su tierno rostro o cuando éste le hace cariñitos cursis. Pero aún así aventó su celular a lado para agarrar al rubio de la cintura y jalarlo hasta quedar encima de él para atrapar sus labios en un beso profundo, lleno del amor que ambos se tienen. Simplemente son la pareja perfecta, tal como dos piezas de un rompecabezas al fin unidas.

Su relación lleva alrededor de tres años y hasta actualmente nunca se ha visto afectada por algún problema. Ambos han sabido enfrentar alguna que otra incomodidad, ayudándose mutuamente y entendiéndose entre sí.

Lo que ambos habían llegado a pensar ya desde hace un tiempo es que: Los dos habían conocido a la persona de sus vidas. Y sí, sí, suena bastante cursi, pero así es como lo decidieron y estaban completamente seguros de que estarían juntos por todas sus vidas, y qué mejor que casarse ¿Verdad?

Desgraciadamente lo que tanto desean no se puede hacer realidad, ya que "¿Dos hombres casándose? Ugh... eso no es normal". Exacto eso piensa la sociedad y su mente cerrada. Por ende, no se permite el matrimonio con personas de su mismo sexo, simplemente no hay alguien quien pueda casarlos legalmente, o por lo menos no han encontrado a alguna persona adecuada que lo haga.

Al separarse del beso ambos sonrieron con una pizca de tristeza en sus miradas, al pensar que nunca podrán tener algo tipo... promesa que los una. Pero aún así, no perderían la esperanza de que algún día encontraran a la persona que los case. Lo harán.

Jimin acaricia lenta y suavemente, la cabellera de su amado con si de algo realmente fino se tratara. Demostrándole cuanto lo ama y lo hará siempre.

El mayor al sentir el tacto del rubio, cierra sus ojos disfrutando de la calidez que le brinda Jimin, su Jiminie. El chico al que le pertenece completamente su corazón.

—Mi amor... —llama Jimin aún con el toque delicado en su cabellera—. Tu tinte menta se está desvaneciendo ¿Quieres que lo retoque mañana después de buscar el departamento? —mañana era el día libre de Yoongi y como era un tanto seguro el que Jimin sea aceptado en su trabajo, aunque él no pensaba lo mismo, han decidido al fin mudarse juntos, ya que gracias a la ganancia de ambos, no les hará falta el dinero para el mantenimiento del hogar y uno que otros gustos para vivir cómodamente. Por eso el día de mañana irían a buscar un buen departamento donde pudieran vivir los dos a gusto—. ¿Enserio? Sí... —el mayor sube su mirada, agarrando un mechón de su pelo para tratar de verlo—. Bueno, me gustaría pintármelo de color negro esta vez.