Un beso en los labios le hizo despertar, sonrió al ver a su pelinegra sonriente, con ese rubor en sus pecosas mejillas. La abrazó con fuerza, disipando la horrible sensación de vacío y soledad que le había ahogado durante la noche.
—Tesa, creí que te había perdido —susurró.
Escuchó su suave risa.
—¿Has soñado conmigo?
Quiso respirar su aroma pero otros ruidos similares a zumbidos se colaron en sus oídos, trataba de retener a la chica con él pero cada vez le era más irreal. Poco a poco el sonidos de hizo más insistente, colándose hasta ser total.
Abrió los ojos, parpadeando despacio, confundido, sintiendo volver la opresión en su pecho, devorando más de su alma, acabando con él.
Frío. Intentos de su estómago en hacerle recordar que tenía hambre, y al mismo tiempo incapaz de recibir ni un bocado de comida. Había sido solo un maldito sueño, Teresa no estaba más a su lado.
El dron lo vigilaba de cerca, emitiendo sus característicos sonidos. No sabía qué hora era, no sabía en qué momento Carla iba a decidirse a darle fin de una vez por todas. Por otro lado, si Olga se atrevía a ir por él nuevamente, no iba a seguirla tampoco. Si de algún modo se salvaba nuevamente de la muerte, no iba a seguir a nadie.
—Bebe agua —le indicó el aparato—. Si no quieres sufrir en exceso cuando se te inyecte el químico.
Dirigió la vista al vaso que se encontraba en donde había dejado su comida sin consumir. Lo agarró y observó.
Carla vigilaba al muchacho en la celda a través de su pantalla en el escritorio, sonrió satisfecha al verlo beber el agua. DELy se aproximó y le mostró unas imágenes que la llenaron de gozo, había ganado, se estaba saliendo con su gusto, iba a tenerlo después de todo.
—¿Quieres ganarte un poco de tiempo con él? —le preguntó a Diana.
La chica, que cabeceaba a causa del sueño, se puso alerta.
—Por supuesto.
Fueron a la celda del joven.
—Vigilas aquí, esperas a que te indique que es tu turno, y a ver si me dejas en paz luego. —Le apuntó con el dedo para amenazarla—. Si fallas te olvidas de verlo o incluso de seguir aquí.
La castaña no hizo cuestionamientos ni reclamos. Carla ingresó con DELy, el otro dron se retiró, la puerta se cerró y los cristales se opacaron impidiendo que Diana viera. Adrián frunció el ceño.
—¿Este lugar se te hace conocido? —preguntó la mujer con sus ojos violeta brillando con malicia. DELy proyectó la entrada del refugio en la montaña en donde habían estado escondiéndose, el cambio de expresión en él la complació—. Lo sabía.
Se puso de pie con enfado.
—Déjala.
—Qué satisfactorio ha sido ver que todavía tengo cómo lograr lo que quiero. Ella ni siquiera sabe que mis drones la vigilan, tras una simple orden podría terminar todo, ¿quieres eso?
Adrián negó con preocupación. No otra muerte por su causa.
—Ellas nunca debieron conocerme —lamentó con rabia.
Clara no sabía todo lo que pasaba, si salía vivo de ahí, ¿qué le diría? No podría verle a la cara nunca más.
—Sin embargo no he venido a hacer ningún trato, ahora solo te daré una lección. Veamos si sigues haciéndote de rogar. —DELy empezó a chispear—. Ya sabes que si intentas algo, mi dron tiene distintos tipos de voltajes.
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Adán: el último hombre
Science FictionSi tuvieras al último hombre sobre la tierra, ¿lo compartirías? Los hombres se extinguieron, hace milenios que una mujer no sabe cómo fueron en realidad, y los textos creados por su gobierno matriarcal no informan nada bueno. A pesar de los prejuic...