~Segunda Oportunidad

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Pasaron una semana encerrados en el sótano y todos pasaron por la sala de tortura de X. Nadie contó lo que Mónica les había dicho aquella noche junto a Rosalie. Según iban pasando los días X se llevaba a algunos a otro lugar, pero no regresaban. Un día sonó una especie de alarma que despertó a todos los huéspedes que quedaban en el sótano. Eran Jorge y Ramón con un megáfono cada uno. Al parecer ya había amanecido y debían estar despiertos. Ramón soltó el megáfono y cogió una manguera para despertar a aquellos que seguían tumbados en una esquina, pero aprovechó y los mojó a todos. Siempre actuaban de forma innecesaria.

-Arriba, X os espera en la sala común

Al cabo de unos cuantos minutos ya estaban todos sentados en la sala común disimulando sus bostezos. X estaba sentado en una butaca en medio de la sala, en silencio, limándose las uñas. Rosalie estaba a su lado con la cabeza baja, parecía triste

-Bueno, Rosalie me ha contado una historia pero me gustaría saber por qué no me lo contaste tu misma, Mónica -Dijo X apuntando con la lima a la joven pelirroja, que recibió una gran descarga eléctrica de uno de los guardias

-Lo siento, niña- Se lamentó Rosalie

-Silencio. Habla Mònica-Dijo X

Mónica no iba a hablar si X ya conocía todos los detalles de la historia. *¿Por qué Rosalie se lo había contado?* Penso Valeria *Seguro hay una buena razón para todo esto, Rosalie no nos traicionaría de esta forma*. Nadie dijo nada pero a X no pareció importarle ya que siguió hablando

-Bien, soy un hombre de palabra y he hecho un trato- Dijo mirando a Rosalie-Cosa que no volveré a hacer, os lo aseguro. Ella me prometió información a cambio de que os dejara ir a vuestro querido instituto. Esta bien, hoy volvereis al instituto.

Eso era una buena noticia. Valeria tenia razón, Rosalie vio la oportunidad y la aprovechó. Los dejaron subir a sus habitaciones para asearse, lo que consistía en una ducha y para los pocos con suerte, un cambio de ropa. En La Guarida, cada año de antigüedad te correspondía un privilegio. Valeria llevaba más de diez años allí, el primer año pidió algo azul y la hicieron robar una camiseta en un mercadillo. En el segundo se ganó unos buenos vaqueros. Así fue como consiguió sus pertenencias; la camiseta, un boligrafo negro, un cuaderno, un espejo, un baúl, unos vaqueros, unas zapatillas.. etc. 

Tras estar todos listos se subieron en la furgoneta negra y los dejaron en el instituto. Algunos sonreian, otros simplemente no sabían como actuar. A muchos se le notaban aún las marcas de haber estado toda la semana en el sótano de la tortura pero disimulaban tanto como podían. Se dividieron. Lo primero que hizo Valeria fue ir a su taquilla y sacar su mochila, decidió que desde ahora la llevaría siempre consigo. Sacó el cuaderno que usaba como diario y lo abrió, estaba intacto, nadie había husmeado en su interior. Luego vió la revista que había enrollado y colocado en una esquina, estaba intacta también.Nadie habia husmeado entre sus cosas. Junto a la revista estaban los libros y los cuadernos que el instituto le había prestado para el año escolar. Miró el horario, se había entretenido mirando sus cosas e iba a llegar tarde a la siguiente clase. Al darse la vuelta vio que Mónica no estaba *Se habrá ido a su clase* pensó, pero aun así susurró su nombre. Si alguien podía oirla entre todo ese barullo era Mónica estuviera donde estuviera, y lo hizo


-Aquí - Dijo levantando la mano para llamar la atención de Valeria  mientras se acercaba que la vio al instante, venía con un chico- Este es Luis, ella es Valeria

Valeria se sintio un poco incómoda, no sabía bien que hacer así que tras saludarle se despidió ya que si seguía así llegaría realmente tarde a clase. La tocaba química, tercera puerta a la derecha. Entró. Allí se encontró a su compañera de experimentos totalmente sola, con las gafas puestas y con cara de no saber como mezclar los líquidos que tenía sobre la mesa, sonrió. Solo había pasado un día con ella, o incluso menos, pero ya la consideraba su amiga. Tania pareció sentirla y elevó la mirada sorprendida, no esperaba verla allí. Valeria se sentó a su lado

ValeriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora