SEGUNDA ESCENA

162 6 2
                                    

Otra parte del bosque.

Entra Oberón.

OBERÓN
Ardo en impaciencia por saber si TItania ha despertado ya y cuál es la primera criatura que se ha presentado a su vista y de la que forzosamente se habrá enamorado. (Entra Puck). Aquí está mi mensajero. Hola, espíritu burlón; ¿qué diversión nocturna hay ahora en este bosque encantado?

PUCK
Mi señora está enamorada de un monstruo. Mientras cerca de su retiro sagrado y solitario pasaba la hora de su lánguido sueño, ha llegado una compañía de cómicos imbéciles, de vulgares artesanos que trabajaban para ganarse la vida en las tiendas de Atenas. Venían a ensayar una comedia que debe representarse el día de las bodas del ilustre Teseo. El más necio de la estúpida cuadrilla, encargado del papel de Píramo, ha salido de escena y ha entrado en un matorral. Yo he aprovechado el momento para encasquetarle una cabeza de burro. Al tocarle el turno de regresar a escena para contestar a Tisbe, mi actor ha salido. Apenas le han visto los demás, cuando han huido, semejantes al ánade silvestre que ha encontrado el ojo del cazador en acecho, o a una bandada de chovas rojizas al escuchar la detonación del mosquete, que ora bajan, ora alzan el vuelo, y de pronto se dispersan y hienden los campos del aire con precipitado aleteo. Al ruido de mis pasos, cae de cuando en cuando uno por tierra, gritando que lo asesinan y.pidiendo socorro a Atenas. En su turbación, sus insensatos terrores se forjaron un enemigo de cada objeto inanimado. Los abrojos y espinas desgarraban sus vestidos; a éste, la manga; a aquél, el sombrero, que se apresuraban a abandonar. Mientras los cazaba de esta manera, había dejado en el lugar de la escena al lindo Píramo en su metamorfosis, cuando Titania ha despertado y en seguida se ha enamorado de un asno.

OBERÓN
Esto sobrepasa mis esperanzas. Pero, como te había ordenado, ¿echaste ya el jugo del amor en los ojos del ateniense?

PUCK
Lo atrapé dormido ... Es también cosa hecha ... Y la joven ateniense reposaba a su lado. De modo que, cuando él despierte, necesariamente habrá de fijarse en ella.

Entran Demetrio y Hermia.

OBERÓN
Permanece quieto; aquí está el ateniense mencionado.

PUCK
La dama es la misma, pero no así el galán.

DEMETRIO
¡Oh! ¿Por qué rechazas a quien te ama con tanta pasión? Regaña con quien te deteste, mas no con quien te adora.

HERMIA
No te hago sentir más que mis desdenes, cuando podría tratarte peor, porque temo que me has dado motivos para maldecirte. Si es verdad que has matado a Lisandro mientras estaba dormido, acaba, ya que tienes un pie en el crimen, termina de hundirte en él y mátame en la misma forma. No es el sol más fiel al día que Lisandro a mí. ¿Puedo creer que haya abandonado a Hermia dormida? Antes creería que la Tierra puede atravesarse de parte a parte, y que la Luna, penetrando a través de su centro, hasta los antípodas, podría venir en pleno mediodía a perturbar los rayos de su hermano. Imposible es que no le hayas dado muerte. Tu cara, feroz y maligna, es, sin duda, la de un asesino.

DEMETRIO
Es la de la víctima herida en el corazón por tu implacable crueldad, y, sin embargo, tú, mi asesino, brillas con el esplendor de su hermosura, tan bella y tan clara, como la lejana Venus allá en su luminosa esfera.

HERMIA
¿Qué tiene eso de común con mi Lisandro? ¿Dónde está? ¡Ah buen Demetrio! ¿Quieres devolvérmelo?

DEMETRIO
Preferiría dar a mis lebreles su cadáver.

HERMIA
¡Aléjate de mí, perro! ¡Aléjate de mí, chacal! Me obligas a traspasar todos los límites, a perder la resignación de mi sexo. ¿Lo has matado? ¡Sé para siempre borrado de la lista de los hombres! ¡Oh! Por piedad, dime, dime una vez la verdad; tú lo mataste mientras dormía, porque despierto no habrías osado mirarlo a la cara. ¡Hazaña valerosa! Un gusano, una víbora podría hacer lo mismo. Es obra de una víbora. Nunca serpiente alguna hirió con dardo más envenenado que el tuyo, reptil.

Sueño de una noche de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora