La fiesta estuvo tranquila, sin mucho ruido ni demasiadas personas invitadas, lo cual me hizo sentir cómoda, ya que quienes estaban allí, eran conocidos y eso aligeraba el malestar de sentirme fuera de lugar.
—deberías relajarte más Anna, te ves tensa— Paul se veía algo jovial con su ajustado pantalón de mezclilla en color negro, un suéter blanco y un pequeño vaso rojo adornando su mano
—estoy relajada, solo que aun no me acostumbro a este estilo de fiestas— le sonreí
—entonces, ¿te gusta el ruido?— me miró con expectativa
—no, ya sabes a lo que me refiero, nunca he salido a fiestas donde se encuentre mi supervisor y todo eso, me siento cohibida de poder menear mis caderas— hice un movimiento torpe y gracioso con mis caderas —bueno, a decir verdad, no me gustan las fiestas—
—pues no te sientas así, hoy haré que te gusten— tomo mi mano y me llevó hasta el área que estaba predestinada para bailar, con pocas personas bailando bajo la melodía de Shakira -Je L’aime A Mourir, tome el ofrecimiento a empujones de Paul para bailar, nuestro cuerpos se mantuvieron a cierta distancia, bailando en un mismo compás. La luz tenue del lugar daba cierto toque romántico
—te ves hermosa con ese vestido— las palabras de Paul me tomaron por sorpresa, provocando que me sonrojara
—gracias, tu también te ves bien…
—¡oh vamos!, se que me veo fatal con esta ropa, no digas un cumplido para hacerme sentir bien— sonrió a carcajadas
—de acuerdo, pero no miento, este es tu estilo, te ves cómodo con él— y de pronto acabó la canción y el tema de conversación siguió siendo la ropa
—Ya debo de irme, pasan de las doce y no quiero llegar tarde y encontrarme a mi madre despierta esperando por mí— sonreí tímidamente ante la atenta mirada de Paul y Roan
—¿viniste en tu coche?— preguntó Roan
—si, no te preocupes, traje mi auto— me despedí de ellos y de la esposa de Roan
Conduje hasta la casa, perdida en mis pensamientos, debatiéndome con el leve sentimiento que estaba empezando a sentir por mi actual sexi y odioso jefe; me sorprendí al darme cuenta que llegue a la casa y pase todo el trayecto pensando en aquel hombre que no hacía más que fastidiarme en el trabajo. Guarde el auto y entré a la casa donde efectivamente mi madre me esperaba junto a Midred, quien estaba dormida en el sofá, con el control en las manos y la tv encendida, mi madre estaba en su silla mirando una especie de programa
—que bueno que llegaste Anna, Midred insistió en acompañarme pero— miro hasta donde ella estaba y ambas reímos bajito para no espantar a Midred con brusquedad. Luego de varios la despertamos con leves susurros y se fue hasta la que era su habitación, yo por otra parte lleve a mi madre hasta su habitación y ambas quedamos profundamente dormida.
Hoy es el tercer día bajo el régimen del dictador, como decidí llamarle, era tan odioso, irritante y asgh… juro que aveces quería matarle, pero respiraba y contaba hasta diez para aclarar mi mente.
Hoy era uno de esos días en los cuales resaltaba su odiosidad. Me ha llamado cinco veces y cuando voy me dice que vuelva luego, ya que está en una llamada importante, estaba abrumada, la mañana tan hermosa que había visto antes de entrar aquí, me estaba resultando ser horrorosa
—juro que estoy perdiendo la paciencia con usted señorita Ritz— la voz de Raphael inundó mi estancia
—¿cuál es su problema conmigo?, desde que me conoció no hace más que atormentarme, cumplo al pie de la letra con mi trabajo, trato de hacerlo lo más impecable posible y aun así está insatisfecho todo el tiempo con lo que hago, ¿acaso quiere que renuncie?, es eso— ya no aguantaba más, mi cuerpo era como una olla de válvula que si no la abría iba a estallar
—tan ingenua eres que no te has dado cuenta— en un pestañeo estaba cerca de mí, tanto que su aliento golpeaba en mi cara —me tienes hecho un desastre, no dejo de pensar en ti desde el momento en que te conocí, no puedo sacarte de mis pensamientos— me miró detenidamente y me beso con timidez, esperando a que respondiera para besarme con más ímpetu, de una manera desesperada y urgente devoro mi boca, como si quisiera dejarme marcada con aquel beso. Me separe de él sin aliento, algo no encajaba, como podía decir eso si me trata de la patada
—no Raphael, no puedes venir hasta aquí a decirme esto— salí de la oficina confundida con todo aquello que pasó allí adentro, camine sin rumbo por el plantel, tratando de entender ¿qué manera tan absurda es esta de jugar con la gente?, esto debe de ser una de sus tantas formas de fastidiarme.
No es que yo esté de mal ver o me considere menos que él, para nada, pero creo que deben de entender lo confundida y aturdida que me dejo, Raphael es un hombre arrogante, imponente y sexi…jodidamente sexi, pero de un pésimo carácter.
Fui al cuarto de servicio y tome una taza de café para luego sentarme en el comedor para deleitarme con este y disipar mi mente
—hasta que te encuentro— Raphael estaba parado en el marco de la puerta —necesitamos hablar, ese beso no te fue indiferente— se sentó a un lado de mi —¿podemos hablar?— me miraba de hito en hito
—¿y qué quieres que haga?, ¿Qué salte a tus brazos, te bese y diga que también me traes colgada?— me puse de pies —desde que pisaste este lugar no has hecho más que maltratarme verbalmente y disponer de mi tiempo a tu antojo— puse mis brazos en jarra
—ya sé que me he portado como un patán contigo, pero trata de entenderme, esto es algo nuevo para mí y no sé cómo lidiar con ello—
—eres un estúpido Raphael—
Raphael
Hoy había tomado la decisión de decirle a Ana todo este revuelo de emociones que me causa verla, la he llamado varias veces, pero retrasó la charla cada vez que llega alegando una que otra tontería. Ana era una mujer que rompía con los estereotipo que me había trazado en toda vida, ella era alegre, divertida, trabajadora y muy apegada a las reglas del lugar y tiene una belleza que me descoloca y pone alegre a mi gran amigo «nepe».
La bese sin contratiempo y ahora estoy aquí, tratando de convencerla de que esto que siento es real
—ya sé que me he portado como un patán contigo, pero trata de entenderme, esto es algo nuevo para mí y no sé cómo lidiar con ello— la mire detenidamente
—eres un estúpido…estás loco— fue lo único que pude escucharla decir y se marchó negando con su cabeza, dejándome solo en el lugar. Me vi con la obligación de recoger los pedazos de mi dignidad y volver hasta mi oficina.
—Fui un estúpido al exponerme de esa manera— golpe la parte de arriba de la silla, la cual empezó a girar, lleve mi mano derecha hasta mi frente, la cual estruje como si quisiera sacar a aquel momento tan incomodo. Tal vez debí cambiar mi comportamiento antes de expresar lo que sentía, puedo entender su postura, pero eso no deja de molestarme, siempre he obtenido todo lo que quiero y esta no sería una excepción. Con aquel pensamiento tome mi portafolio y salí de la oficina.
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Para tentación: Mi JEFE© ✅|Disponible En DREAME /SUEÑO NOVELA |
Romance-lo siento Ana, no puedo ofrecerte más que esto- subiendo la cremallera de su pantalón. -¿piensas vivir para ti o para esta sociedad, que aparentemente es la que te rige?- mirándole fijamente mientras este huía de su mirada. -no pienso aguantar más...