III. Si no eres tu

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-JungWoo, puedes llamarme así.

Porque desde que se encontraron no habían dejado las formalidades. Invitó al dios, a que se pusiera cómodo y se sentaron en un largo sillón lleno de almohadas blancas. Doyoung a su vez, le permitió a JungWoo llamarlo por su nombre.

-¿Está es la forma que más te gusta adaptar?

Doyoung no era muy sutil al momento de hablar y provocó un ligero rubor en las mejillas del otro por la pronta y nada esperada pregunta, quien asintió para dar una respuesta afirmativa. El dios de la guerra no sabía cómo actuar ante tal situación, no era cuestión de destruir o combatir, si no todo lo contrario y aun así, le salía con naturalidad la delicadeza al momento de tratar con JungWoo, relucían sus dotes elegantes, las que jamás había utilizando y ahora estaba empleando para quedar bien con JungWoo.

-Sabes, yo nací siendo espuma. Un ente sin forma y lo primero que divisé al llegar al mundo humano fue un barco a la deriva del mar, en la que estaban varios hombres, así que opté por su cuerpo y este fue la primera forma que logré tomar. Me siento cómodo así.

"¿No se supone que la divinidad más hermosa que alguna vez haya nacido deba tener confianza en sí mismo? ¿Por qué un ser tan venerado, hablaba con tal timidez? ¿Miedo?"

Pensaba Doyoung mientras divisaba con suma atención el movimiento de los labios del otro, para no perderse ningún detalle, ni un suspiro. Quería asombrarse con cada roce que provocaban el labio inferior y el superior por todas las palabra que salía de JungWoo y así deleitarse con su suave voz, la que sonaba como una escala de mi mayor de un arpa recién fabricada.

-Te han dañado tanto...

Doyoung pensó en voz alta, de lo perdido que estaba, obra del encanto de JungWoo. Este último se estremeció, por qué sí, estaba en lo cierto. Doyoung cayó en cuenta de lo sucedido y rápidamente se disculpó:

-Perdoname JungWoo es que, simplemente no cabe en mí cómo podrían siquiera tocarte de manera indebida. No puedo ni pensar en ello.

Este no podía disimular su impotencia:

-Probablemente te causo inseguridad, creo que no debería estar aquí.

Las palabras del frívolo Doyoung eran tan sinceras con un sentimiento de dolor genuino y JungWoo logró percibirlo. JungWoo pensó que no era merecedor de tanta atención de parte de aquel imponente dios o de nadie en realidad y a pesar de que al inicio le pareció alguien atemorizante, la divinidad del amor al final, sintió fascinación por el otro, una curiosidad mística difícil de apartar.

En ese momento, junto a Doyoung quiso olvidarse de todos sus pesares, librarse de tristezas y así, se abrió ante uno de los dioses mas temibles del Olimpo pero que en ese instante le provocaba confianza.

El Dios de la guerra huele a sangre y es tan fascinante, es tan hermoso.

-No te tengo miedo, no te preocupes.

Pasaba el tiempo y la divinidad del amor nunca dejó de contarle sobre todos los detalles de la naturaleza, sobre estrellas y eclipses, la primera sonrisa de un recién nacido y festividades que tenían los humanos en su honor. La divinidad de la guerra jamás se cansó de escuchar esos relatos, pero tuvo que ponerle fin.

-Debo retirarme.

JungWoo estaba consciente de ello, su marido estaría de vuelta en cualquier momento y sería un problema que Doyoung siguiera aquí. Aunque deseaba que se quedara, que no lo dejara. Su compañía fue tan efímera y eso le lastimaba. Con valentía, arriesgadose a cómo reaccionaría el dios, JungWoo tomó la mano de Doyoung para detener su paso, este volteó para encontrarse con una mirada con gritos de auxilio, con desesperanza y temor. 

Ares y Afrodita// NCT~ DoWooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora