1 Debera observarse sin embargo que Freud no dejaba de darse cuenta de esas diferencias. (Cf. el apndice.)
Adems, en el caso de Freud, el motivo subyacente para su terminologiaa es difcil de hallar en una orientacion
conductista; es ms probable que se contentara con seguir el uso establecido y adems prefiriera emplear los
vocablos ms generales con el fin de acomodarlos a sus propias categoras generales, como la del instinto de muerte.
El aumento de la violencia y la destructividad en escala nacional y mundial ha
llamado la atención de los profesionales y del público en general hada la averiguación
teórica de la naturaleza y las causas de la agresión. Este interés no es sorprendente; lo
sorprendente es el hecho de que la preocupación haya sido tan reciente, sobre todo
dad') que un investigador de la imponente talla de Freud, revisando su teoría anterior,
que giraba en torno al impulso sexual, había ya en los veintes formulado una nueva
teoría en que la pasión de destruir ("instinto de muerte") era considerada de fuerza
igual a la pasión de amar ("instinto de vida", "sexualidad"). Pero el público siguió
considerando el freudismo principalmente la presentación de la libido como pasión
central del hombre, contrarrestada tan sólo por el instinto de la autoconservación.
Solamente mediados los sesentas cambió esta situación. Una de las razones
probables del cambio fue el hecho de haber pasado de cierto límite el nivel de
violencia y el temor a la guerra en todo el mundo. Pero un factor que contribuyó a
ello fue la publicación de varios libros que trataban de la agresión humana, en
particular Sobre la agresión: el pretendido mal, de Konrad Lorenz (1966). Lorenz,
conocedor descollante del campo del comportamiento animal2 y en particular del de
peces y aves, decidió aventurarse en un campo en que tenía poca experiencia o
competencia: el del comportamiento humano. Aunque ha sido rechazado por muchos
psicólogos y neurólogos. Sobre la agresión resultó un éxito de librería e hizo profunda
impresión en la mente de un vasto sector de la comunidad culta, muchos de cuyos
componentes aceptaron la opinión de Lorenz como la solución definitiva del
problema.
El éxito popular de las ideas de Lorenz fue reforzado grandemente por la obra
anterior de un autor de género muy diferente: Robert Ardrey (African genesis, 1961 y
The territorial imperative, 1967). No científico sino dramaturgo talentoso, Ardrey
entretejió muchos datos acerca de los comienzos del hombre para formar un resumen
elocuente pero altamente tendencioso destinado a demostrar que la agresividad es
innata en el hombre. Siguieron a estos libros los de otros estudiosos del
comportamiento humano, como El mono desnudo (1967) por Desmond Morris y Amor y
odio (1972) por el discípulo de Lorenz, I. Eibl-Eibesfeldt.
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Anatomia De La Destructividad Humana
ActionAnatomía de la destructividad humana Erich Fromm, psicoanalista humanista plasma en esta obra su tesis sobre la naturaleza destructiva del ser humano anteponiéndose y deconstruyendo a otras que han tenido cierto grado de aceptación entre la comunida...