Prólogo

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"Cold".                I.

Un rico olor a incienso se esparcía por el aire, provenía de una pequeña casa situada a un lado del río, un joven muchacho peliverde se encontraba sentado en una pequeña hamaca observando a la gente que pasaba por el frente de su casa comprando cosas o terminando de hacer sus actividades diarias aunque algunos simplemente paseaban por las calles adornadas con pisos de piedra color grisáceo con toques rojos, todos los faroles iluminando las calles obscuras, que incluso hacían parecer que estaban en su mejor época del año, justo como todos los habitantes del pueblo deseaban.

Pues, al día siguiente se llevaría a cabo la celebración de la fiesta del cultivó, una de las tradiciones más importantes del año, por lo cual las personas del lugar debían prepararse muy bien.

Al levantarse de la hamaca, se encamino a la repostería del pueblo saludando a la gente que pasaba a su lado. Una vez llego, intercambio tres piezas de queso por unos cuantos panes y un pastelito de fresa, cuando tuvo el pan en sus manos comenzó a caminar en dirección al campo comiendo el pastelito. A lo lejos observo a su entrenador Toshinori Yagi platicando con su pareja, su profesor de educación Shota Aisawa, quien cargaba a un pequeño bebé pelinegro en brazos, ambos adultos voltearon a verle; aún se preguntaba como terminaron juntos.

—Joven Midoriya ¿Qué hace afuera a está hora?—el rubio soltó las piezas de lana que traía en brazos y se acerco a su pupilo.
Éste le miró con una sonrisa, pasando la bolsita de pan a su otra mano.

—Solo iba al campo —contesto el chico con simpleza, tomando la mano del bebé y jugando con ella, una risotada salio del pequeño.

—Le pegas tus malas mañas al niño Yagi —hablo su profesor viendo con una mirada reprobatoria al hombre antes mencionado. —No me imagino como traerás a nuestro hijo.

—¡Ho vamos! Él joven Midoriya es muy educado como para ser como yo — una gota de nerviosismo bajo por la nuca de Izuku. Aisawa negó nuevamente con la cabeza y dio un suspiró resignado, definitivamente no sabia si su esposo era muy honesto, noble o tonto.

—¡Izu-chan!— un grito se escucho atrás de la pareja ocasionando que voltearan y el nombrado asomará la cabeza. Una pequeña chica castaña con un short de color negro y una camisa de igual color, aparte del sombrero largo terminando en punta sobre su cabeza y un bastón, corría haciendo que los golpes que daban sus desnudos pies sonaran en el piso de piedra. —Tengo que decirte algo importante.

—¿Qué sucede Uraraka?.— Izuku tomó en brazos al bebé besando su regordeta mejilla.

—Esto es algo que les interesa a ustedes también. —observó a los mayores, tenían una expresión seria. —Para terminar con tu misión, debes encontrar la gema roja.

—¿Gema roja?. —su rostro demostraba confusión. —¿Qué es eso? Además, aquí no hay ningún tipo de gema estamos en un territorio pequeño. Las minas son ocupadas por los obreros y no me dejarían entrar.

—Por eso debes de encontrar a la persona que te llevará a tu destino, un joven guerrero de armadura y corazón noble la tendrá. —Lo miro decidida. —No iras sólo, nosotros te acompañaremos, halla hay muchos peligros y criaturas que no conocemos y necesitaras  mi magia para protegerte.

Izuku miro a sus mentores, recibiendo un asentimiento de parte de ellos, Aisawa tomo al bebé nuevamente y lo arrullo lentamente. Midoriya puso una mirada triste, el bebé correría peligros, aunque el intentara protegerlo con la fuerza que tenia.

—Debemos avisarle a tú madre joven Midoriya. — Yagi recogió los pedazos de lana del suelo.

Con un "sí" se encaminaron a la casa del muchacho, al entrar fue recibido por su madre con una beso en la mejilla y una invitación a cenar para los mayores y la chica los cuales rechazaron lo oferta. La madre soltó unas lágrimas de tristeza al enterarse que su hijo no estaría con ella por meses, con un abrazo fuerte hacia su Izuku se despidió de él.
Tomó su mochila y salio de la casa, Yagi tenia una mochila con provisiones también, regalo de su madre al saber que ellos lo acompañarían, la muchacha tenia una manzana en la boca y el bebé un biberón con leche tibia.

Salieron del pueblo y comenzaron su marcha a través del campo, una persona se encontraba enfrente de él, su capa se ondeaba con el aire y su peculiar cabello rubio se movía al son del viento. Volteo un poco para mirar hacia atrás y al regresar la mirada se dio cuenta que el muchacho ya no estaba.

Sin duda una cosa demasiado extraña, continuó su camino para alcanzar a los demás.

💢

A lo lejos unos ojos de un brillante color rubí veían como los desconocidos se alejaban, se en carrero un poco y salto al vacío transformándose en un gran dragón de color dorado, tan brillante que podría compararse con el sol. Atrás le seguían un dragón de color rojo y un peculiar amarillo canario con la figura de un rayo atravesando parte de la espalda.

Ya así la aventura comenzó...extrañamente fría.

7 octubre 2018
10 mayo 2019

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