II. 22.

191 24 7
                                    

2 años después.

- ¡Amanda, por favor, ya vamos! - escuché gritar a una voz masculina desde la puerta de la sala de ensayos y lo único que pude hacer fue reír. Me giré hacia él con una sonrisa que imitó al instante y me enseñó los pulgares arriba. - Muy buena rutina, por cierto.

- Gracias. - dije mientras tomaba mis cosas. - ¿Nos vamos? - él asintió y me extendió el brazo para que se lo tomara y saliesemos de la compañía de baile.


Abrió la puerta del auto para mí, subí en el asiento de copiloto y mientras él daba la vuelta al vehículo para subir frente al timón, me volví para saludar a nuestros otros pasajeros.


- ¿De nuevo te quedaste ensayando? - me preguntó Mei, una de mis compañeras de la compañía y con la que más cercanía tenía.

- Tenía que terminar una rutina. - repliqué al colocarme un sueter encima de la ropa deportiva. - ¿Hace mucho que esperan?

- Como 15 minutos. - replicó el otro pasajero, Rocky, mientras tecleaba rápidamente en su teléfono. - Vamos a ir esta noche, ¿verdad?

- ¿A Blue Dragon? - pregunté y tanto Mei como Rocky asintieron. - Sí, creo que sí. ¿Tú que dices? - le pregunté al apuesto conductor del auto.

- Como tú quieras. - dijo con una sonrisa y acarició mi mejilla.


Mucho había cambiado en dos años, desde aquella noche en la feria estatal de Texas, bajo ese cielo estrellado y con esa tarta en mi mano. Esa noche, me habían hecho una propuesta increíble, pero que me llenó de dudas y miedo.

Todavía recuerdo perfectamente el momento exacto en el que Jimin me había pedido que fuese a Corea con él y aunque sentí mi corazón saltar en el pecho y mis manos comenzar a sudar, mi respuesta no había sido la que él esperaba.

Al día siguiente, él regreso a su país, a su mundo de ensueño, a su vida de ídolo, y aunque intercambiamos números de teléfono y él prometió estar en contacto, al cabo de un par de meses, tal y como yo lo había predicho, nuestra comunicación disminuyó.

No había vuelto a Nueva York desde entonces, en su lugar, me había mudado a San Francisco con mi hermano. Estuve trabajando de camarera en una cafetería por un par de meses, hasta que logré ingresar a la universidad para un programa de danza y, medio año después, a una compañía de baile. Allí había conocido a dos de las personas que estaban conmigo en el auto, a Rocky y a Mei, quienes se habían vuelto muy cercanos a mí, como si nos conociesemos de toda la vida.

Luego de que cumpliera 13 meses viviendo en San Francisco, a la universidad llegó un nuevo alumno, uno que solo haría un programa de 1 año: Min Seok, quien, coincidentemente, era coreano. Desde el día en el que lo había conocido en una clase avanzada que ambos tomamos en la universidad, él se había esforzado por ganarse un lugar en mi grupo de amigos y, con el tiempo, mi cariño.


- ¡Hazza! - llamé a mi hermano en cuanto entré al apartamento que compartiamos y escuché sus pasos acercarse por el pasillo.

- Hola, Conejito. - saludó Harrison en cuanto me vio y se acercó a darme un abrazo. - Veo que trajiste a mi mejor amigo. - añadió antes de chocar los puños con Min Seok. Todavía me sorprendía lo bien que Hazza se llevaba con Min y lo rápido que lo había aceptado. - Tengo una junta en una hora, así que no me puedo quedar mucho tiempo.

- ¿Llegas tarde hoy? - le pregunté mientras Min Seok y yo le seguiamos hacia la sala. Min se sentó en el sofá y me extendió una mano para que hiciera lo mismo a su lado. Sin pensarlo, le hice caso y me acomodé a su costado, con la cabeza recargada sobre su hombro.

- Como a las 10. - respondió Hazza, todavía corriendo de un lado a otro para recoger todo lo que necesitaba. - ¿Saldrán hoy?

- Blue Dragon. - dijo Min y mi hermano lo golpeó en son de broma con sus papeles.

- No me gusta que vayan a clubes nocturnos. - se quejó mi hermano antes de soltar un suspiro. - Pero está bien, solo porque ya terminó el semestre. - accedió y le dio un vistazo a su reloj de muñeca. - Te la confío, Min Seoky.

- Con mi vida. - replicó el joven junto a mí y luego, besó mi frente. - ¿Sigue en pie la partida de mañana?

- ¿Fortnite? - pregunté, a lo que ambos hombres asintieron con gusto. - Eso significa que voy a tener que hacer planes con Mei. - Min, rápidamente, me rodeó con los brazos y me apegó a su cuerpo.

- ¿Por qué nunca te quedas con nosotros? - se quejó el coreano, provocando mi risa.

- Porque no me hacen caso.

- Te haré caso. - replicó rápidamente, enseñándome el puchero.

- Esperen que me vaya para ponerse en plan pareja, ¿bueno? - escuché decir a mi hermano. - Ahora sí, me voy. Hay estofado en la nevera para los dos, así que no quiero encontrar ni un poco de eso cuando regrese. - añadió en su camino a la puerta del apartamento y a los pocos segundos, se escuchó como esta se cerraba.


Min encendió la televisión mientras yo iba en busca del estofado y lo ponía en la estufa para calentarlo. Le escuché cambiar de canal hasta que se decidió por uno en el que hablaban algo sobre Corea.

Eso le gustaba a Min Seok.

En todo el tiempo que le conocía, había aprendido que aunque se había adaptado muy bien a la vida en Estados Unidos, amaba su país y su cultura. Por eso, yo dejaba que me hablase de Corea, que me llevase por comida típica y que intentase enseñarme coreano. Me gustaba la expresión en su rostro cuando lo hacía.


- Mandy, están hablando de ti en la televisión.


¿Qué acababa de decir?


———
Hola, hola, he vuelto con la segunda parte de esta historia. ¿Se esperaban este giro? ¿Pensaron que Amanda aceptaría irse a Corea?

Serendipity | BTS - EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora