Si es que son hombres, los hombres son así: es su instinto.

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BAR EL CHIQUILLO
Calle de San Carlos
28012, Lavapiés,
Madrid (España)
4:07


   —Eh, eh, eh —titubeó uno de ellos—, tío, eh, ¡que viene la policía!

   —Qué dices colega, que quién ha llamao, si es que te juro que si encuentro al que ha llamao —amenazó otro, seguro de sí, mirando por todos lados, cogiendo a uno del cuello de la camisa, consciente de que no era el culpable pero aún así descargando su impotencia en él.

   —¡Corred, hostia!

   Pasos lejanos. Borrosos. Inaudibles. Silencio. Juré abrir los ojos y levantarme pero fui incapaz. Vinieron dos policías y se acercaron. Olía a pis, alcohol. Se alejaron diciendo que «los chiquillos de hoy en día le dan más pronto al alcohol».

   Abrí los ojos y me levanté. Violada, quizás. Pero insatisfecha. Perdida. Insatisfecha porque los chavales de mi edad no sabían follar. Aliviada porque sabía que esos chavales se iban a arrepentir. Me senté en un banco, estaba mojado por una lluvia anterior.

   A partir de esta experiencia hice una lista mental:

por qué odio follar con tíos de mi edad:

1. tienen la polla pequeña y fina
2. no saben utilizarla
3. tienen sentido de arrepentimiento
4. son unos cobardes y se piran
5. se corren muy rápido
6. no te pagan

   «Tienen sentido de arrepentimiento», suspiré y reflexioné. Cuando eres puta te apetece más follarte a uno que no piense en ti que uno que mire por tu bien. Estamos mal acostumbradas, mal tratadas. El único que te trata bien es tu jefe proxoneta cuando se queda sin chochos y te ofrece 50€, entonces desconfías y, claro, te traumatiza. Te traumatiza porque piensas que cuando alguien es amable contigo es porque quiere tu coño y te meterá la polla y, para que se le quede la consciencia tranquila, 50€ en el bolsillo.

   Pero luego choca. Porque eres puta y te pagan por follar.

DOUCE & SUCRÉ, burdel
Calle Cristóbal Colón
28012, Lavapiés,
Madrid (España)
4:48


   —Es la última vez que salgo a buscar clientes.

   —Amor, sabes que cobras más.

   —Me da igual.

   —No te da igual. Nos viene bien a los dos.

   —No.

   —Sí, corazón.

   —No; te viene bien a ti. A mí no. Tu beneficio no es el mismo que el mío.

   —Desafortunadamente.

   —Desafortunadamente —respondí, exhausta, con los ojos achicados, mirándole desconfiada; profundamente burlándome, "desafortunadamente".

   —Hoy has llegado muy tarde.

   —Lo sé, es que de camino me han violado.

   —¿Qué? —rió, acercándose más a mí.

   El club por dentro parecía acogedor. Las luces lila, violetas y moradas creaban un ambiente cómodo. Liso. Suave. Pero ni él ni yo pertenecíamos a un sitio como tal.

   —Que de camino me han violado.

   Me interrumpió.

   —Macarena, cariño, tendrás que explicarte. No me creo que te hayan violado y que sigas aquí, diciéndolo tan calmada. Me asusta.

DOS MENOS UNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora