Capítulo 2. Rivendell

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1951T. E.

  — Estel  — decía Elladan llamando al Dúnadan que se escondía en alguna parte del bosque
El joven de 20 años se escondía tras un árbol y miraba por donde se dirigía el mayor.
Cuando Elladan estaba ya cerca de su escondrijo, el Dúnadan se subió rápido al árbol como una ardilla. Tenía a Elladan debajo cuando de un salto lo pilló de frente pero este con un rápido movimiento chocó su espada contra la del joven
 — Por poco me pillas por sorpresa— dijo Elladan mirándolo a los ojos
— Por poco —dijo el Estel empezando a batallar con el mayor
Habían pasado unos 15 minutos y  empezaban a estar cansados, ya que los dos constaban de una gran habilidad con la espada. Pero Elladan hizo un último golpe y venció al Dúnadan.
Se sentaron los dos aún con las respiraciones agitadas y descansaron.
— Has mejorado mucho Estel. De verdad —dijo Elladan poniendo una mano en el ombro del joven— Ya ves que últimamente me cuesta vencerte
—Me lo tomaré como un cumplido
Los dos rieron
—Mi hermano me está esperando en casa. Debe hablarme sobre un tema importante

—Se trata de algo grave?

—Lo dudo. Volvemos a casa?

—Como quieras —dijo Estel levántandose

Los dos tomaron sus caballos y volvieron a Rivendell. Cuando llegaron estaba anocheciendo. Estel fué a ver a su madre. Iba a subir las amplias escaleras que conducían a las habitaciones, cuando Elrond lo llamó.
— Estel
Aiya Ada — dijo Estel girándose para ver a su padre
Tula Ionneg. Debo hablar contigo

Estel se dirigió a donde estaba su "padre". Elrond se levanto del sillón donde se encontraba, y dejó el libro que tenia entre sus manos encima de la mesilla. 
— Dime. Como te fué el día?
— Fué un día bien aprovechado. La mayor parte lo pasé Elladan en el bosque para practicar con la espada. Dice que he mejorado mucho últimamente.

— Elladan y Elrohir te enseñaron bien. Están orgullosos de tí

— Me conforta oír eso
— He de hablarte sobre algo importante Estel. Acompañame

Elrond llevó a Estel en donde se encontraba la gran biblioteca, junto donde estaba Narsil, la espada rota. Estel ya había visto antes ese lugar. Solía frecuentarlo en invierno, cuando la soledad lo acompañaba y el corazón parecía encojerle el pecho. 

— Esta es Narsil, la espada rota de Isildur. Ya la conoces
— En efecto. La conozco, Annatar fué derrotado por ella en la mano de Isildur
—  Si. También conoces la historia de Anadûnê, y de los Númenoreanos. De la amenaza de Sauron y el hundimiento de su tierra.
— Me lhe criado con estas historias padre. Tu mismo me las contabas.
— Bien. Recuerdas que te dije que tu padre había muerto cuando tu eras muy pequeño?
— Cierto. Pero porque nombramos a mi difunto padre?
—  El no era un simple Dúnadan del norte como tu madre, Estel. Él era Arathorn, hijo de Arador decimoquinto capitan de los Dúndeain y descendiente directo de Elendil.
— Pero eso no es posible
— Si Aragorn. Si lo es
— Aragorn?

— Es es tu verdadero nombre. Te puse Estel, que significa...
— Esperanza— hizo una pausa intentado para aclarar su mente —Aragorn... — dijo repitiendo su nombre ante la familiaridad que este le transmitía—Por Eru. Como me lo ocultasteis durante tantos años? Porque?

— Piensa Aragorn

— La amenaza de Sauron?

— No podíamos correr el riesgo de desvelar tu nombre. No por lo menos hasta ahora  

Aragorn calló. Pensaba en que significaba formar parte de la descendencia de Elendil, y miró a Narsil. La cojió por la empuñadura por primera vez, y se sintió fuerte. Sus hojos brillaron al igual que la hoja quebrada al recuperar su nuevo dueño. Aragorn, la soltó con cuidado a los pocos segundos y miró a Elrond. 
— Te ayudaré, Aragorn, hijo de Arathorn. Te ayudaré en lo que pueda, como he hecho hasta ahoray te seguiré queriendo como hasta el día de hoy. Pero ahora que conoces de tu pasado y de su historia, deberás escojer el camino de tu futuro con todo lo que ello implica. Deberás ir con cuidado vayas donde vayas y solo vas a conceder tu confianza a quien sea digno de ella. Ahora estate tranquilo. He de entregarte algo que te pertenece

Aragorn se quedó quito, silencioso. Pensó en su madre y en su difunto padre. En los gemelos Elladan y Elrohir. Ellos seguramente tambien lo sabrían.

Apareció Elrond con una caja entre sus manos

— Te entrego Aragorn, seguramente el mayor regalo que recibirás nunca, el cuál te pertenece desde que naciste
Aragorn abrió con cuídado la caja con incripciones élficas antiguas, muy antiguas, seguramente de la Primera Edad. Esta contenía un hermoso anillo, hecho de plata con dos serpientes con ojos de esmeralda y una girnalda de flores de oro. 
— El anillo de Barahir, con el emblema de la casa de Finarfin, entregado a Barahir por Finrod Felagund —dijo Aragorn, contemplando la antigua joya
— Ahora es tuyo
Aragorn calló. Elrond cogió su mano izquierda y le puso el anillo, perfectamente ajustado al tamaño de su dedo índice.
A continuación, el elfo tomó la cabeza de Aragorn y le dió un beso en la frente
—  Ahora ve a descansar hijo. Piensa en tí, pero no te tortures y deja que Irmo te acoja en su reino, te ayudará
Aragorn miro al mayor y agachó levemente la cabeza ante él. Salió de la estancia. Era de noche. Ithil brillava con intesidad al igual que las estrellas a su alrededor.
Aragorn se dirigió a su cuarto pero antes pasó por el de su madre, la que leía plàcidamente a la luz de unas velas.

Gilraen al verlo entrar sonrió dulcemente
— Hola hijo
— Buenas noches madre
— Siéntate conmigo. Dime, como te fué el día?
— Bien. Fuí con Elladan al bosque para practicar con la espada. Dice que he mejorado mucho últimamente — hizo una breve pausa, y cojió las manos de su madre, junandolas y acariciandolas levemente con el pulgar   — Elrond me contó sobre mi pasado
— Lo sé
Aragorn, sorprendido, miro a su madre a los ojos. Esta sonrió.

— Ya iba siendo hora de contarte la verdad
— Porque no me la contaste tu antes madre? Se que era para protegerme pero me cuesta creer que he vivido 20 años en una especie de burbuja, aislada del mundo real.
— No Aragorn, el mundo es igual de real que antes, solo que tu, formas parte en él de una forma distinta — Gilraen acarició el anillo en la mano de Aragorn   — Me recuerdas tanto a tu padre — dijo con un susurro esfumado en el aire — Ve a dormir anda. Debes estar cansado

  — En efecto... — contestó Aragorn levantandose y tras besar a su madre en la mejilla — buenas noches madre
— Alasséa löme

Aragorn caminó hasta su habitación. Se tumbo en la cama agotado. Intentó no pensar en todo lo que le dijeron esa noche y escuchó su respiración hasta quedarse dormido a los pocos minutos. 


Aragorn, el DúnadanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora