cuerda

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Nadie me creyó
cuando dejé de silenciarme
y mi voz salió
libre, sin miedo
y dejé esas ataduras
solo por un momento,
y la aplastaron
con sus manos
y sus ojos ciegos.

Entonces fue su voz
la que salió sin miedo
y me miró,
burlándose de la mía
rota y encerrada
en una oscuridad
que siempre había estado ahí
y que me volvía a
atrapar.

Ahora, desde este pozo
les miro
les pregunto si valió la pena
no creerme
Si están todos alerta,
que ni me oyen
cuando pido ayuda
que aflojen un poco más las cuerdas.
Si me miran
como si estuviera muerto
y me tratan
como a una jarra de cristal,
mientras susurran
y esa voz que salía sin miedo
ahora es prudente
para que no escuche
lo frágil que soy
y lo fácil que me pueden
r o m p e r.

Tan fácil,
como un baile lento
con un vals de fondo,
en una mentira disfrazada
de la más dulce verdad.

Mi piel blanca
marcada en permanencia
atrae ojos curiosos,
dedos y miradas
algunas sorprendidas
y otras apenadas
compasivas.
Pupilas abiertas que preguntan
¿por qué lo hiciste?
cuando la verdadera pregunta es
¿que me habéis hecho?

aquí dentro siempre llueveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora