La rutina se apodera
de tí, de lo que sientes
o lo que dejas de sentir.
Como una canción
que no puedes dejar de cantar
sin darte cuenta.
Y te levantas,
sin mirar por la ventana
sin mirarle a los ojos
a la vida.El ruido
se comporta como amigo
y te persigue
seguido de la agitación,
tus pensamientos mudos
te piden atención
mientras riegas
tu ansiedad.
Un silbido de fondo
de tus brazos que chirrian
como si un robot fueras
controlado a la fuerza.El descanso ya se cansa
de esperarte hasta tarde,
y tu mente somnolienta
sigue esperando una mudanza.
Que te suelte las cadenas
que suenan a tu pasar
y que levantes tu cabeza
escupiéndole a la sociedad.Un suspiro en el bosque,
unos pájaros que cantan
las canciones que tarareas,
un sauce (más llorón que sauce)
tan gris como las nubes
que lo riegan de noche.
Las flores se marchitan
descuidadas y despacio
como una lágrima que cae
del lagrimal de un enamorado.Y día a día,
color por color
se van apagando.
Sin darnos cuenta,
sin disfrutarlo ni lamentarlo.
De camino
a un destino irreversible
que se ha convertido
casi en un contrareloj
contra la muerteQue se apaguen las luces
y que no se vuelvan a encender.
Que todos callen
y no hablen sin pensar.
Que durmamos
y no despertemos ahogados
a las 3 de la mañana
pensando en el atrás.
Que dejemos
los prejuicios a la espalda,
y amemos sin pensar.Y que no dejemos
de plantearnos todo
ni de disfrutar de la brisa
de un atardecer
con la mente despejada
y las ideas tan claras
como las nubes de verano.
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aquí dentro siempre llueve
PoésiePor mi manía de decir que no ha pasado Nada; Cuando ha pasado Todo.