Me encantaban sus labios mientras depositaba besos en el cuello. No podía evitar estremecer y sacar una risita debido a las cosquillas que estaba provocando, mientras él seguía bajando por mi clavícula.
A él le encantaba oír como me reía silenciosamente, mientras mi pecho empezaba a subir y a bajar rápidamente. Yoongi, orgulloso de ser el causante, no podía evitar reírse en tu cuello, soltando de esta manera un soplo de aire caliente, provocando que aquella suave risa se convirtiera en un ataque. Después de unos segundos, te veía a la cara y dejaba en tus labios un dulce y tierno beso. Ese era el final de aquello pues ahora lo que seguía era que tu lo acariciabas mientras él dormía en tu estomago. Esa era la manera de pasar sus tardes libres, la única que querían.