Otra noche, otro beso y otra vez más enamorada.
Me encantan sus labios cuando es lo primero que siento cada mañana en mi. Cuando Yoongi se despertaba y se daba la vuelta, buscando mi frente, que siempre estaba recargada en su pecho, la buscaba para darme la señal de que por fin se había dignado a levantarse, dando así un dulce y tierno beso en ella, en superficie desnuda que no podía cubrir el flequillo pues por las mañanas siempre desaparecía, mientras sonreía tiernamente, buscando tu despertar. Sabía que te encantaban los besos mañaneros, era tu punto débil. Por eso, ese ritual matutino se había convertido en su momento favorito del día, porque no había mejor manera de empezar el día que viendo tu sonrisa adormilada, tus entre abiertos ojos que lo observaban con detenimiento mientras peleaban contra la luz del sol. Eso provocaba que su corazón se hiciera pequeño.