Rogue no había podido salir de su casa en lo que restaba de semana sin estar bajo la supervisión de su padre, era como una especie de orden de alejamiento pero a la inversa. En cuanto salía del radio de visión de Skiadrum, éste ya estaba llamándolo al móvil. Sting estaba molesto con ese juego, cada vez que trataba de besar a Rogue, Skiadrum aparecía o soltaba algún comentario que los obligaba a apartarse. Sin embargo, el malestar se le pasaba en cuanto veía la marca presente en el cuello del pelinegro. Sonreía cada vez que notaba a Rogue llevar por inercia su mano al cuello acariciando la marca. La llevaba cubierta con gasas mientras se curaba la herida, aunque no parecía dolerle demasiado.
Para suerte de ambos, las vacaciones terminaron y el nuevo curso universitario comenzó. Gracias a ello regresaron a la rutina de siempre: iban juntos a la universidad, el pelinegro acompañaba a Sting en sus entrenamientos de fútbol, estudiaban o pasaban un rato juntos bajo algún árbol del jardín y finalmente regresaban a solas otra vez a casa. Aunque Skiadrum no confiaba absolutamente nada y le había puesto a Rogue una hora máxima para regresar a casa. Casi parecía una dictadura, pero Rogue sabía que pronto pasaría la paranoia de su padre.
Los primeros días de universidad fueron atosigantes, no por las asignaturas, sino más bien por la sorpresa de todo el mundo al notar el nuevo olor de Rogue junto a la marca que ya no necesitaba llevar la gasa gracias a que la herida se había curado.
—¡Qué romántico! —Mirajane exclamó con una sonrisa en el rostro, cerrando los ojos e imaginando un montón de cosas que Rogue prefirió no preguntar.
—Juvia también quiere que Gray-sama la marque—suspiró Juvia acompañando a Mirajane en sus imaginaciones.
—¿Cómo fue tu primera vez?—preguntó Lucy emocionada. Rogue por su parte estaba totalmente avergonzado, ¿cómo podían preguntarle eso con tanta facilidad?
—¿Fue romántico? ¿No se sobrepaso verdad? ¿te dolió? ¿tuviste miedo?—Erza estaba roja, pero con gran interés en saber absolutamente todo. O por lo menos eso demostraba el gran bombardeo de preguntas.
—¿Qué clase de preguntas son esas?—preguntó el pelinegro sin mirar a las chicas algo molesto ante la incomodidad. El entrenamiento había terminado, por lo que los chicos estaban entrando a las duchas y ellos estaban recogiendo el material. Rogue muchas veces se había planteado dejar de ir, debido a que las conversaciones con esas chicas siempre eran las mismas desde que había regresado. Solo querían saber acerca de la marca, aunque podía entender la curiosidad era simplemente molesto. De hecho, había pasado a ocultar la marca en su cuello, evitando así las miradas indiscretas a pesar de que Sting solía quejarse.
—Bueno... Es interés más que nada—rió Lucy—. La primera vez que lo hice con Natsu tuve mucho miedo. Él es demasiado nervioso y explosivo, pero la verdad es que se portó muy bien.
—Yo voy a ir adelantándome, díganle a Sting de mi parte que lo espero allí—dijo Rogue alejándose nervioso, aunque simplemente mostrando desinterés. El silencio que Lucy había dejado caer tras su frase era una obvia indirecta para que Rogue contase su experiencia, pero no se veía capaz de compartir algo tan íntimo con nadie, ni tan siquiera con Kagura o su padre. De hecho, Kagura ni siquiera le había preguntado aquellas cosas, sabiendo cómo era su amigo y buscando ni intimidarlo. Tal vez debía pasar los entrenamientos con Kagura en vez de en el campo.
Rogue decidió esperar al rubio en el aparcamiento junto a la moto para así no tener que pasar el vergonzoso momento de pregunta-respuesta con las chicas. Se sentó en un bordillo cercano con el móvil para hacer más amena la espera. Estuvo mirando Twitter, la forma más sencilla de hacer que una hora pareciera un minuto, cuando un coche se detuvo frente a él. No hizo mucho caso, ni siquiera levantó la cabeza, podía ser cualquiera esperando para recoger a una persona.
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Our happy ending [Stingue]
FanfictionRogue Cheney siempre ha tenido muy claro lo que debía hacer con su vida. Como omega que era, tenía en cuenta que había tenido mucha suerte de haber encontrado a su destinado a la corta edad de quince, pero a sus 20 años de edad todo se desmorona cua...