Las Hermanas Que Lloran

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Título: LAS HERMANAS QUE LLORAN

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU (Thor)

Parejas: Thorki, entre otros.

Derechos: Siempre Marvel, siempre.

Advertencias: una historia algo bizarra como triste pero llena de ciertos elementos mitológicos no ciertamente escandinavos. Como siempre, dándome gusto con estas ideas.

Gracias por leerme.



VIII. Las hermanas que lloran.

"Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonándolo, se muestra superior a él." Sir Francis Bacon



El silencio cayó en la sala del trono, los rostros desencajados, ojos abiertos de par en par cuya mirada se fue dirigiendo uno a uno hacia Odín luego de escuchar aquellas palabras dichas por la figura que emergió de entre la neblina roja con pasos seguros. Lalita Djinya se mostró con mentón en alto, sus ropas hablaban por los ataques sufridos anteriormente pero su piel ya no tenía herida alguna, no así el lenguaje de su cuerpo, tenso con sus garras contrayéndose y extendiéndose de forma errática como su respiración. La hechicera avanzó hacia su hijo, inconsciente en el suelo con sus brazos deseando alcanzarle. Los Einherjars que le sujetaban trataron de oponerse, terminando hechos cenizas ante un gesto de Lalita, dejando ver el alcance de su poder para el osado que pensara intervenir en la reunión con su pequeño cervatillo al que acarició por sus cabellos negros, murmurando palabras de aliento en su lengua de Djinya.

-¿Qué sucede, Odín Padre de Todo? –la hechicera levantó su rostro hacia él- ¿O es que los Nueve Reinos no saben de tus mentiras y crueldades?

Odín estaba mortalmente serio, apretando con fuerza el mango de Gungnir mientras su otra mano fue hacia Mjolnir que sujetó firmemente. Lalita bufó al notar su gesto, ladeando su rostro de forma burlona.

-¿Piensas atacarme con un arma que yo misma forjé como obsequio de bodas? ¿Te has vuelto así de corrupto, Padre de Todo?

La Djinya chasqueó su lengua, bajando su mirada una vez más hacia su pequeño hijo, tratando de que despertara antes de quedarse quieta, gruñendo ligeramente y girando su rostro hacia Thor, a quien señaló con un dedo acusador.

-No me cabe duda que la sangre de Odín es sangre podrida. ¡¿Cómo es que te has atrevido a manchar la inocencia de mi hijo?! ¿Esto es lo que son los dioses? ¿Mentirosos, blasfemos faltos de honor que no desean otra cosa sino poder?

-Eres un peligro, hechicera –al fin habló Odín- Amenazas la mera existencia de los Nueve Reinos.

Lalita se carcajeó. -¡UNA AMENAZA! ¡¿QUIÉN ME HABLÓ DE AMOR Y JURÓ VOTOS BAJO LAS LEYES MÁS SAGRADAS DEL UNIVERSO, PADRE DE TODO?! ¿QUIÉN USÓ SUS HORRIPILANTES TRETAS PARA SEDUCIRME Y DEJARME UN HIJO EN EL VIENTRE? ¡¿QUIÉN, ODÍN?! ¿QUIÉN ME TRAICIONÓ CASÁNDOSE CON MI PUPILA A PESAR DE HABERLO HECHO PRIMERO CONMIGO?

Lágrimas carmesí cayeron por debajo del antifaz de la Djinya, quien se lo arrancó, dejando ver las horribles quemaduras de sus ojos, mismos que estaban ya cubiertos de sangre, dándole un aspecto terrorífico. Tiró el antifaz lejos de ella, rugiendo con sus manos encrespándose en el aire volviendo su rostro a todos lados. La neblina rojiza que le acompañara serpenteó por todo el salón del trono y salió hacia las salas adjuntas, comenzando a invadir prácticamente todo el palacio. Lalita volvió a carcajearse, adelantándose un par de pasos hacia Odín, haciendo gestos erráticos mientras seguía reclamándole sus acciones pasadas que tenían a todos mudos, confundidos y bastantes atemorizados de las consecuencias de dichos actos.

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