Mi alma y voluntad

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-Que pelea tan interesante- Se estiraba mientras salía del estadio Apache la chica castaña

-¡Yoh es increíble, en verdad podría ganar el torneo!- Expresaba feliz Manta, pero al oírlo, la chica puso una expresión seria y fría

-No. Te equivocas- Dijo fríamente

-¿Megumi?- Se extrañó Horo por el repentino cambio de humor

-Si Yoh quiere ganar el torneo, el poder que tiene no es suficiente.

-¿¡Qué!?- Se exaltó Manta

-¿No es... suficiente?- Repitió asustada Tamao

- Aunque deba admitirlo... odio decir que es cierto, todos debemos volvernos aún más fuertes si pensamos ganar, no debemos olvidar que en cualquier momento podría tocarnos combatir con Hao o incluso los Soldados X...- Dijo Horo apretando los puños con frustración mientras todos lo veían hablar y Chocolove bajaba la cabeza sudando preocupadamente

-Tontos. - Se escuchó por parte de Anna, logrando la total atención- Es obvio que aún deben hacerse más fuertes, no olviden que están peleado para ser dios, un dios no es débil ni se deja intimidar fácilmente. Si tanto les molesta esta situación, entonces será mejor que hagan algo al respecto y no sólo se queden ahí mirando el suelo.

Las palabras de Anna resonaron en la cabeza de los dos shamanes, quienes lejos de tomar eso como un regaño, lo tomaron como una motivación.

Todos entonces salieron a almorzar junto a el equipo Iceman excepto Ren y Megumi, quienes estaban cada quien en lo suyo. Ren estaba deambulando perdido en sus pensamientos, ideas, estrategias y especulaciones. Megumi por su parte estaba tomando una refrescante ducha, no era que hiciera demasiado calor, pero debía calmarse a sí misma y aclarar sus propias ideas.

Estaba parada desnuda frente al espejo, con la mirada perdida en sí misma, pues aunque sus ojos apuntaban a su pecho, en realidad estaba viendo sin mirar, como quien se pierde en el infinito mirando un zapato al despertar.

Sintió una presencia muy cerca, la conocía, era la presencia de un alma dolida y rencorosa, un alma buena pero perturbada.

Salió del baño hacia donde era su habitación en esa gran pensión sabiendo que allí estaría él

-Nichrome- Dijo apenas lo vio

-Buenas tardes Megumi- Saludó en un tono tranquilo y ligeramente misterioso, así como solía ser él, viéndola de arriba a abajo detenidamente, pues estaba con un vestido bastante corto, con mangas largas y unos zapatos delicados y femeninos de tacón. El estilo de vestimenta de Megumi siempre era muy variado y femenino, pues ella era la heredera de una de las familias más ricas de Europa, si bien fue criada para pelear contra quien sea, los modales y etiqueta siempre fueron una marca de agua en su familia, más siendo ella una dama de clase alta.

-¿Y qué te trae por aquí?- Preguntó arqueando una ceja, un tanto incómoda por la mirada de Nichrome

-Dime algo... ¿Por qué? ¿por qué él?- Desvió la mirada, escondiendo su rostro tras su cabello

-¿Hm? ¿De qué hablas?- Preguntó bastante consternada

-¿Por qué te interesa ese sujeto? ¿por qué? Ese asesino...- Apretó los puños

- Apretó los puños

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