Parte 2

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Diez días más tarde la vida de Maite había sufrido un gran cambio. Rose le había explicado lo que pretendía de ella en su nuevo puesto: era demasiado. No se creía capaz de lograrlo, al menos, no con la perfección con la que ella procuraba hacerlo.

―Dime otra vez en qué estabas pensando cuando decidiste que sería la gerente de todo esto, Rose ―había dicho, moviendo papeles y carpetas que tapaban por completo el escritorio de la oficina que alguna vez fuese de la propietaria, y ahora le pertenecía, por decirlo de alguna manera.

Le gustaba tanto la idea como le aterraba. Nunca se había imaginado tras un escritorio, sumando y restando cifras que significaban dinero, comprando o discutiendo costos con proveedores, jamás pensó en entregarles el salario a sus compañeras de trabajo ni elegir las colecciones que se presentarían para las próximas temporadas y eso, solo en principio... Todavía tenía mucho, muchísimo por aprender.

Lo bueno era que Rose, a pesar de ser una persona de poca paciencia, le explicaba todo y, si lo requería, más de una vez.

El mayor problema de Maite era sentir que se inmiscuía en temas demasiado ajenos como el dinero que entraba y salía, por ejemplo, y algunos gastos que eran muy personales. No le importaba hacer el balance diario, estaba acostumbrada a eso o, al menos, algo familiarizada, pero el balance mensual era otra cosa, ahí había más información de la que pretendía conocer y no quería pensar en el arqueo anual... Por suerte de eso todavía poco sabía, solo había echado una mirada rápida al del año anterior, además, con eso la ayudarían los contables que Rose contrataba.

―Pensé en tu capacidad y en mis ganas de dejar de trabajar en algunos años ―respondió su jefa sin sonrisa alguna―. Esto es lo que quiero que veas. Nunca podemos olvidarnos de esta cuota, el día diez de cada mes debe estar depositado este dinero.

Maite escribió en su computadora cada detalle conversado con Rose. No podía permitirse ningún error. Sonrió con satisfacción al ver que ese dinero tenía como destino la fundación para madres y niños de bajos recursos con la que ella misma colaboraba y, desde hacía algunos años, Rose donaba dinero porque tiempo no tenía y capacidad de lidiar con los pequeños tampoco. Capacidad que Maite tenía de sobra.

La campanilla de la puerta sonó con su armonioso tintineo, señal de que un cliente entraba. Maite suspiró algo frustrada todavía. Ya entendería y se acostumbraría a sus nuevas tareas... con tiempo y paciencia, pensó.

Habían empleado a una nueva muchacha para la atención al público, ya eran dos las vendedoras; tres las costureras o modistas, como le gustaba decir a ella (recordando a su madre y abuela que habían sido las modistas del barrio); una gerente (ella) y la dueña, Rose. Era mucho con lo que batallar, su cabeza a veces quería dejar de pensar y, por momentos, se encontraba distraída y como alejada de su propio cuerpo. Eso antes no le pasaba y estaba un poco asustada porque sentía que, con frecuencia, estaba perdiendo su concentración o ese eje en el que le gustaba mantenerse.

La nueva vendedora, Mary, se asomó a la oficina para decirle a Rose que el cliente recién llegado preguntaba por ella. A través de las cortinas algo traslúcidas Maite pudo ver a un hombre y a una mujer.

―¿Quieres que vaya yo? ―le preguntó a su empleadora, al ver que se fastidiaba por la interrupción. A Rose no le gustaba que la molestaran cuando estaba ocupada.

―No, no, deja que voy yo. ¿A ver qué tanto me necesitan? Gracias, querida ―le dijo a la vendedora, tocando su hombro de pasada.

Rose no era una persona precisamente fácil de tratar, era más bien huraña, poco expresiva y menos demostrativa, selectiva en sus relaciones y no muy simpática; pero con un corazón enorme y una experiencia que pocos tenían en el rubro, además de los contactos y la clientela que, vaya a saber por qué motivos, la adoraban. Por norma no recordaba los nombres, al menos, no los que poco le interesaban y por eso la palabra querida o querido no desaparecía de sus labios.

Un inesperado segundo amorWhere stories live. Discover now