Capítulo 1

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Luka

Abrí los ojos por primera vez aquel día. El incesante sonido del tráfico mañanero me daba punzadas en la cabeza como si mi cerebro fuera ropa mojada y la estuvieran estrujando. Me incorporé de la cama de sábanas rosas y miré a la persona que dormía junto a mí. Una chica rubia despeinada y con un aire de felicidad en su rostro. Tenía una parte de la mejilla teñida de rojo a causa de su pintalabios, la miré por unos segundos más. La chica era preciosa. Su cuerpo desnudo me cautivaba y deseaba arrastrarme hasta su lado sólo para divertirme un poco más. Pero debía marcharme, ya había tenido suficiente diversión por aquella noche. Miré la hora en la pantalla de mi móvil y rodé los ojos al recordar que tenía un reloj en la muñeca. El reloj de la familia Falcone, de hecho.

No quería despertar a la chica así que me levanté cuidadosamente de su cama y me acerqué al espejo de su tocador. Mi pelo estaba tan revuelto como siempre. El color azabache tan característico de mi familia perduraba en todos mis hermanos y también en mí. Me puse la camiseta blanca, ahora ya bastante arrugada y pasé por última vez la mano por mi pelo. Recogí mi chaqueta del suelo y eché un último vistazo a la chica, que parecía haber encontrado la paz en sus sueños así que cerré la puerta detrás de mí.

El día estaba apagado y parecía que todavía fuera de noche. Hoy era de ésos días, de los que nadie quería levantarse para hacer nada, y así estar todo el día tumbado, bajo una gran manta, con una buena película y algo de comida en las manos. Ojalá yo pudiera tener esa clase de días.

Hacía mucho frío para estar a mediados de agosto y las oscuras nubes amenazaban con empeorar las temperaturas con su gloriosa agua. Me puse la chaqueta tejana que tanto odiaba el señor Falcone y abrí uno de sus bolsillos. Me había prometido a mí mismo que pronto dejaría de fumar, pero después de todos los problemas que guiaban lo que quedaba de año, prefería dejarlo cómo propósito para el año siguiente.

Sentía los nervios florecer por mi cuerpo desde los pies hasta la cabeza y noté cómo la ansiedad se apoderaba cada vez más de mi cuerpo. Sin pensarlo dos veces cogí uno de los cigarrillos que había en el paquete y me lo posicioné en los labios, sólo para dos segundos después inhalar su ácido humo y suspirar con amargura. Miré a los alrededores en busca de algún lugar en el que desayunar y cuando vi un café a pocos metros, sonreí con agonía. Volví a mirar la hora, eran las siete y media. Restregué la mano por mis ojos mientras me encaminaba a mi futuro desayuno.

Terminé el cigarrillo y lo tiré al suelo, entrando así al pequeño reservado. Apenas había personas en la cola y cuando me enredé en mis pensamientos, era yo a quién le tocaba. Una alegre chica con una coleta pelirroja y una gorra con el logo de la tienda me atendió. Me preguntó con nerviosismo qué quería y le dije que quería un capuchino. "¿Lo quiere con cacao?" Me preguntó. ¿Por qué iba a negarme? Preguntó por mi nombre mientras se tocaba una y otra vez algunos mechones sueltos. "Luka" le respondí de forma seca. Después de pedir a su compañero que lo hiciera por ella, se quedó anonadada mirándome hasta el punto de incomodarme. Le dediqué una mirada penetrante para que fuera ella la intimidada y no al revés, y para que así me dejara en paz. Pero pareció gustarle. Cuando me indicó el precio de forma coqueta y yo le pagué, escribió algo rápido en el vaso de cartón y me lo tendió mientras me acariciaba suavemente el meñique. La miré de forma seductora para que así se quedara tranquila y pudiera contarles después a sus amigas sobre éste encuentro y me fui. En el vaso había escrito un número. Negué con la cabeza al ver su nombre reseguido con la tinta permanente y un corazón.

Bebí el caliente café mientras miraba el teléfono móvil. Tenía un mensaje de mi madre.

"Luka, no llegues tarde mañana, por favor", de ayer a medianoche. Suspiré sonoramente. Y me encaminé hacía mi coche, maldiciendo por lo bajo el no tener tiempo ni para beber café. Cuando vi al amor de mi vida. Mi Mercedes AMG GT negro, con reflejos rojos por la parte baja del coche y perfectamente limpio. Me encantaba disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Cómo el olor del café por las mañanas, o el armonioso rostro de las mujeres por la madrugada. Pero éste placer, era de mis preferidos.

Los Falcone (Luka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora