Capítulo 11: Inesperado

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Volteé rápidamente mi mirada a aquel cuerpo postrado en la camilla de hospital ¿Esa posible que hubiera sido Kupe? ¿Había sido engañada todo este tiempo? No conocía casi nada al chico pero no era un hecho fácil de creer. Ahora él estaba coma por la balacera y yo simplemente estaba confundida, no tenía forma de saber si es que era inocente o si es que era culpable.

Sin comprender nada de lo que sucedía a mi alrededor donde nada tenía una explicación lógica, donde todos se volvían culpables, donde yo rasgaba la mentira para encontrar la verdad y solo encontraba más dolor.

La cabeza me daba vueltas por lo que, en cuanto entró la enfermera a la habitación, no escuché nada de lo que dijo y simplemente me retiré. Era capaz de escuchar los engranajes en mi cabeza dar vueltas tratando de encontrar un razonamiento real que me permitiera atar cabos, pero fue imposible.

El teléfono había quedado dentro de la habitación pues no pretendía escuchar a Hanga por un móvil, prefería comprobar por mí misma que Kupe era culpable, no confiaría en la palabra de una sola persona, por lo que salí de hospital y fui rumbo a la comisaría.

Al llegar todo era un caos, la gente se movía de un lado a otro eufórica con muchas carpetas, cajas y pruebas. Hanga, una vez que me vio entrar, dejó lo que estaba haciendo para venir hacia mí.

— ¿Estás bien? — Preguntó preocupado— estamos todos muy asombrados.

— No entiendo de dónde has sacado que Kupe tiene algo que ver con todo este problema. — lo increpé esperando una explicación de su parte.

— Te voy a explicar mejor en mi oficina, pero debes saber que a la primera orden los jefes de patrulla tendrán que salir rumbo al hospital para comenzar el proceso de detención. — explicó él guiándome a su oficina.

— Antes quiero comprobar las pruebas. — dije sentándome frente a su escritorio en el que tenía todo el papeleo desparramado.

Pronto Hanga me acercó una carpeta que llevaba una etiqueta con el nombre de Kupe y el código del caso. Indecisa por abrirla, me quedé un tiempo observándola frente a mí. Tan ajena, tan inmóvil y tan cargada de secretos, tomé valentía y finalmente la abrí.

En ella se desplegaron muchos archivos con fotos, tomas de videos, informes clínicos, historiales y órdenes de detención con la firma del juez pero con mi firma vacía. El primer papel dictaba el informe clínico con la última modificación hecha durante la mañana de ese día.

— Como ves, Kupe no tenía una ficha clínica, nunca fue identificado por el registro civil. — comenzó a explicar Hanga mientras yo revisaba el papeleo. — Suponemos que ello fue lo que hizo saltar la compatibilidad con las pruebas.

Otra hoja tenía varias tomas en fotos del video que habíamos visto anteriormente en las que se podían ver a los dos hombres que nos habían atacado y el tercero no identificado.

— Como no estaba registrado, el identificador de rostros nunca podía dar con la imagen de Kupe en el video como el tercer atacante. — prosiguió Hanga. — Creemos que, en cuanto los datos fueron subidos a la nube de datos ayer mientras ingresaba al hospital, el programa logró dar con su rostro en el video.

Seguí pasando las páginas y frente a mí logré ver una foto tomada por el departamento de huellas digitales de la llave que había entregado tiempo atrás. En ese momento fue cuando logré conectar todos los puntos siguientes, no necesitaba más de las pruebas para comprender toda la trama tras el asalto, sin embargo Hanga siguió:

— La llave que entregaste hace unos momentos tampoco había logrado dar con ninguna coincidencia de huellas digitales. No obstante, esta mañana cuando le sacaron sangre a Kupe registraron su perfil junto a sus huellas y el sistema saltó con una alta coincidencia. — Terminó Hanga observándome muy atento esperando mi reacción.

El Legado de la IslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora