Todo comenzó cuando Yoongi vio por primera vez a Jimin, como un flechazo a la distancia, sin importar que hubieran colectivos, cambia-formas y calles en medio, él fue capaz de verlo y olerlo como si estuviera a su lado. En un día aburrido, no un lunes, sino un miércoles después de un largo puente vacacional, donde la ciudad parecía vacía y lenta, contagiada de la pereza colectiva de la mañana. Adultos retomando sus trabajos a paso corto, puestos abriéndose con parsimonia, niños llegando tarde a sus clases.
El sol se encontraba escondido bajo espesas nubes grises, que amenazantes gruñían de vez en cuando, agregando frío a la mezcla perfecta que tenía al Alfa Min Yoongi, deseando volver a su cama en cada bostezo proferido. Como simple aprendiz de una casa de animación, sentía que era su deber ser puntual y excelente, dar la mejor impresión para lograr un puesto fijo. También como adulto independiente, debía empezar a ocuparse de sí mismo de mejor manera, porque comer fuera todos los días en cada momento, no era saludable. Llevaba 2 meses viviendo en su pequeño y propio apartamento -el cual ya era un completo desastre por su poco aseo- en un edificio especial, donde todos sus vecinos eran animales solitarios, lejos de los complejos familiares de grandes manadas.
Como Leopardo Yoongi adoraba su libertad, por lo que en definitiva no estaba buscando formar lazos profundos de amistad o amor pero, como si el destino, el rumbo de la vida o alguna alineación de eventos estuvieran de acuerdo, fue capaz de oír el grito de auxilio de un Omega, fue un murmullo, como una brisa helada ajena a la mañana, que le recorrió como si le pasara corriente a lo largo de su columna.
Siendo una de sus características ser el felino más rápido entre los cambia-formas, le tomo más tiempo procesar sus acciones que llegar a la fuente del escándalo, que en sí solo eran los gritos ahogados acompañado de gruñidos, de un Omega de Lobo, mientras lo que parecían sus hermanos -por la similitud en sus facciones- se reían al alrededor empujando del aterrado can, que trataba de huir de algo que a simple vista, Yoongi no vio.
—Jiminnie, solo queremos ayudarte y según internet, las fobias se tratan exponiéndote a lo que temes— quien parecía el mayor, empujo al tembloroso Omega, que trastabillo pero se sostuvo con fuerza de la manga del contrario.
— ¡No! por favor— suplico entre lágrimas, liberando poderosas feromonas de miedo que afectaron al Leopardo.
—Solo mírala, es fea pero pequeña e inofensiva, deja de lloriquear como un cachorro cada vez que las ves y ¡Aplástala!— abucheo un Alfa al frente del Omega, siendo secundado por exclamaciones parecidas por los demás integrantes del circulo de "tortura"
Yoongi no era un defensor de débiles o un luchador por la justicia, muy por el contrario, los problemas de los demás le eran irrelevantes, más en ese caso, donde esa pandilla de Lobos eran conocidos, seguro pertenecientes a una Manada familiar. El Omega le suplicaba a sus captores por su nombre, amenazándolos en el proceso, por lo que a todas luces aquello era un juego. No había necesidad de ir a jugar el papel de héroe, trato de convencerse el Alfa, refrenando a su Leopardo que gruñía ante los lloriqueos y sobresaltos del Omega.
— ¡Una terapia de ese tipo es gradual, no se le obliga a la persona a lo salvaje!— su tono de regaño fue tan sorpresivo, que dejo a los Alfas confundidos por unos segundos antes de que lo miraran mal, lo usual, como un Can a un Felino.
Yoongi estaba realmente molesto, porque el Omega estaba tan aterrado que no era capaz de reparar en su presencia, enfocado en lo que consideraba una amenaza. Un juego no debería tener a alguien pálido, sudando y llorando en exceso, simplemente no iba a irse hasta que lo liberaran, por mucho que dos Lobos se le estuvieran acercando con las intenciones claras en sus expresiones.
—Esto no es de tu incumbencia Moteado, fuera de nuestro territorio— Yoongi rodó los ojos.
—Lobos, siempre tratándose de burlar de los pelajes pintorescos. Acepten sus aburridos colores que no están ofendiendo a nadie más que a su propia inteligencia— puyo irónico, llevándose una estampada gratuita contra una pared.
—Mira gato no vengas hacerte el listo con nosotros, aquí no aceptamos a los de tu especie ¡Vete de acá! — el Felino siseo ante el ladrido del Lobo, siendo posteriormente empujado a un lado de la calle, "fuera del territorio" de los canes.
—Deberían orinarlo para que se entienda mejor la frontera— contraataco sacudiéndose las ropas, le fastidiaba pensar que olería a perro el resto del día.
—Basta chicos— intervino quien segundos antes sostenía al Omega. —Estamos en la vía pública no armen disturbios o nos meteremos en problemas— su tono conciliador no calmo al Leopardo, quien ansioso se fijó en el Omega, el cual para su alivio parecía más tranquilo, al parecer lejos de lo que tanto lo atemorizaba.
— ¡Que te largues! — volvieron a ladrarle los chuchos, exasperando al Felino que estaba a nada de lanzárseles encima con garras fuera.
—La calle no te pertenece y no estoy aquí por su agradable compañía perros— rugió devuelta, mirando de forma intercalada al Lobo que parecía dispuesto a saltarle al cuello y al Omega que lo miraba preocupado.
El tipo que quería parecer razonable, miro en la misma dirección, fijándose en la extrañas miradas que se dedicaban el Omega y el Felino —Hey chicos...— como si fuera a contar un gran chiste, palmeó emocionado el hombro del Lobo cabreado, disimulando su risa con el dorso de su mano libre —...el moteado cayó enamorado de nuestro Jiminnie— de inmediato la sorpresa agrando los pequeños ojos irritados del Omega, coloreando de rosa las esponjosas mejillas.
Las escandalosas risas irritaron de sobremanera al Felino, sintiendo la vergüenza mezclarse con la ira, arrugando su entrecejo y encendiendo su cara. No había nada que Yoongi odiara más que ser el centro de atención y para rematar, ser el catalizador de burlas a su persona; pero entonces, cuando estaba seguro que iba a cruzar su límite, el Omega le sonrió de la manera más hermosa que hubiera presenciado, gesticulando un gracias con sus carnosos labios, que rellenitos elevaban las esponjosas mejillas, agrupándose para ocultar la pupila, convirtiendo los ojos en dos media lunas, como mini sonrisas en el rostro más adorable y sonrojado del mundo.
Yoongi suspiro tal como un idiota enamorado, dándole combustible a la mofa de los Lobos. Haciendo un ejemplo claro de la burbuja del amor, aquellos molestos canes desaparecieron para el Felino, que dudativo paso de largo a los Alfas, con el único objetivo de acercarse al Omega. Este bajo la mirada, rehuyéndolo a su mirada, acción que agradeció porque le permitía observarlo mejor, detallando cada facción.
—Yo soy, digo, me llaman Yoongi...si, esto, yo, me ale-gra que este bien, te veías muy asustado por lo que me hace feliz de verdad que ya no te veas asustado...si, pasa, algo, parecido, puedes llamarme, por teléfono claro, espera no tienes mi número, yo puedo dártelo, claro solo ¿si quieres? ¿O no?— el felino buscaba torpe entre los bolsillos de su pantalón, una tarjeta de presentación que cargaba por si se le presentaba alguna oportunidad de trabajo o proyecto.
—Sí, si...si— murmuro muy elocuente el Omega, tan avergonzado que apenas procesaba lo que estaba ocurriendo.
—Sí, un momento— se desesperó vaciando sus bolsillos, de varios papeles y envolturas, hace un mes que no lo lavaba porque no olía mal o se veía sucio. —Aquí esta— canto victorioso, sacando entre la basura un rectángulo con el número garabateado lo suficientemente nítido, o eso esperaba el Felino.
— ¡Muchas gracias! Yo...lo tendré en cuenta. Me llamo Jimin y gracias por salvarme de la cucaracha— Yoongi asintió con una sonrisa.
—Cuando quieras, llámame aun si no es para eso y adiós— el Leopardo dio medio vuelta, encontrándose con la mirada inquisidora, despectiva, divertida y curiosa, respectivamente de los 4 Alfas que acompañaban al Omega. Ignorándolos por un intento de mantener la burbujeante felicidad que revolvía su estómago, se marchó en dirección a su trabajo, sintiendo que no importaba si todos parecían medio-muertos y el sol no se asomaba, aquel día era brillante, fresco e increíble.
Ese no solo fue su primer encuentro, también la primera de muchas veces, que Yoongi salvaría a Jimin de una cucaracha.
ESTÁS LEYENDO
Por favor, ¡Ven y mátala! /Yoonmin (Omegaverse)
Fiksi PenggemarJimin sufre de Blatofobia, un miedo irracional y excesivo a las cucarachas, por ello. Serie de One-shot donde Yoongi salva a Jimin de una cucaracha.