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ㅡ¿Qué haces aquí?

ㅡComprar.

Tenía a Alan delante de mí, con una sonrisa, esperando que le dijera el precio de todos los productos. Me había sorprendido demasiado y ahora tenía una sonrisa extrañamente incómoda en mi rostro. Ya llevábamos unos días obligados por el profesor a conocernos, y se me hacía muy extraño verle fuera de clases.

ㅡ¿Tengo algo en la cara? ㅡLengua afilada y sonrisa amable.

ㅡNo, perdona. Solo se me hace raro verte fuera de clases. ㅡProcedí a sumar todos los precios.

ㅡOh, cierto. Fuera de clases no nos vemos. ㅡSoltó una risita.

Después de pagar su compra, se despidió con otra sonrisa y articuló un 'hasta mañana' antes de salir por la puerta. Obviamente no faltó Leo haciendo muecas, parecía un niño pequeño. 

Hablando de él, ¿qué le pasará? Ha estado irritado desde hace unas semanas, ¿acaso...? No puede ser...

ㅡLeo... ㅡEstábamos caminando hacia mi casa, y de tanto pensar no pude evitar preguntar.

ㅡ¿Qué pasa?

ㅡ¿Acaso tú...? ㅡMiré su cara para analizar su extraña expresión. ㅡ¿Tienes gases?

ㅡ¿Q-qué...?

Al principio se quedó perplejo y después de un rato comenzó a reír como tonto.

ㅡ¿Qué dices? ¿Por qué piensas eso? ㅡVolvió a hablar cuando se calmó.

ㅡBueno, te he visto irritado las últimas semanas y pensé que sería por algo así...

En este tiempo habíamos llegado a tener una relación un tanto extraña. La gente podría considerarnos amigos, pero no sabemos nada el uno del otro... o al menos yo no sé nada de él. A esto hay que sumarle que no voy a darle poder para hacerme daño, no voy a llamarlo amigo o algo así, pero no puedo negar que nos hemos vuelto algo cercanos.

ㅡNo bueno... no es nada. ㅡMe sacó la lengua con una sonrisa. ㅡMira, ya llegamos.

Como ya no recorría todos los callejones, el camino hacia mi casa ya no era tan largo. En cuanto llegamos, él se despidió con la mano y se fue sin decir nada más. Es obvio que no necesita despedirse mucho, pues ambos sabíamos que al día siguiente me acompañaría de nuevo al instituto.

Aún no consigo averiguar por qué se acercó a mí. Nunca en mi vida me hubiera cruzado con él, mucho menos hablado, pero un día sin previo aviso se plantó en el patio y gritó mi nombre, empezó a perseguirme y así hasta ahora.

ㅡHan pasado demasiadas cosas en unas pocas semanas. ㅡSuspiré mientras llevaba a mi boca una cucharada de sopa.




Después de cenar tuve que quedarme hasta tarde estudiando, por lo que al día siguiente casi se me hace tarde.

ㅡVaya que eres lenta. No me digas que te has quedado dormida. ㅡRió.

ㅡNo te rías, no es divertido.

ㅡVenga, tú te reirías de mí.

ㅡBueno, sí pero...

ㅡNada de peros. ㅡVolvió a reír.

Me dejó en el patio, se despidió con la mano y se fue. Al girarme para entrar encontré a Alan mirando desde lejos bastante serio, le saludé con la mano pero me ignoró y entró al edificio. ¿Él también tendrá gases como Leo? Sé que los tiene pero le da vergüenza decirlo, y lo entiendo, a mí también me daría vergüenza.

InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora