Madre

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Declaración: Todos los personajes reconocibles de la Saga Harry Potter son propiedad de JKR. Sin embargo, la trama es Total y absolutamente mía y no hay permiso para publicarlo en otro lugar (Texto con Copyright). Esta historia está disponible en Wattpad y fanfiction. net,con la autoría de AliceMlfy (Firma Alice~). Di no al plagio

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El molesto cucú del ministerio hizo su sonido característico a las 3 de la tarde. Los papeles estaban acumulados, pero ordenados, en un escritorio adicional que el ministro de magia tenía al costado del suyo. Entre regulación de leyes, redadas de los aurores para detener a los neo puristas de la sangre y los archivos de Azkaban, Kingsley Shacklebolt estaba cansado. Era sábado y había dejado un hermoso almuerzo familiar para resolver los pendientes.

Cuando miró al pajarraco a penas hizo su peculiar cucú, ronco y tenebroso, suspiró. Un golpe en su puerta lo hizo fruncir el ceño. En ese departamento no había nadie a esa hora, menos un sábado. Sacó su varita.

— Adelante— dijo, valiente.

Hermione abrió la puerta. Lo miró con una sonrisa en el rostro y una bolsa de un material extraño. Supuso que era muggle.

— Buenas tardes, ministro. Le traje algo de comer. Estoy segura que no lo ha hecho.

— Hermione, me asustaste— dijo el ministro riendo—, pensé que era algún enemigo.

— La guerra acabó, Kingsley. No puedes estar con miedo toda la vida.

— Sí, tienes razón, pero ya saben lo que dicen.

— Auror que se prepara, sirve para otro duelo— dijo Hermione dejando la bolsa de plástico en la silla frente al ministro y entregándole unas cajas blancas con letras chinas en ella.

— ¿Comida china?

— Tu favorita.

— Me conoces— dijo a tiempo que despejaba y se disponía a comer junto con Hermione—. ¿Qué haces aquí un sábado, Hermione?

— Quería contarte algo, pero es muy delicado y... perturbador.

— ¿Ron te hizo algo?

— No, no, no es de Ron.

— ¿Entonces?

— Necesito qué la habitación esté completamente segura para hablar.

Kingsley Shacklebolt levantó su varita dándole a entender a Hermione que la habitación estaba segura.

Mientras comían, Hermione le contó todo lo que sabía, lo que había visto y lo que Malfoy había hecho por ella y por sus gatos, que para Hermione no era un detalle menor. Le contó su miedo por la seguridad del ex mortífago si es que se sabía en el mundo mágico de su existencia.

Kingsley no dijo nada hasta que terminaron de comer. Hermione sabía que el mulato necesitaba digerir la información y su comida, por lo que no tuvo reparo en esperar a que las cajas estuviesen vacías.

Cuando al fin los contenedores de plástico habían volado al basurero, Kingsley con sus manos en el estómago se echó hacia atrás y al fin pudo hablar.

— Me parece genial que hayas sido tú quien lo encontrara. Necesitamos sus registros para saber cuál fue la restricción exacta del muchacho.

— Ya te dije, no se puede acercar a nadie.

— Lo condenó a quedarse solo, pero debe haber algo más.

Del otro lado de la ParedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora