i. [prólogo] lluvia

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A Jeno nunca le ha gustado mucho el otoño, especialmente cuando llovía. La mayoría de las melodías en la radio parecían ser más tristes, el cielo casi siempre se ponía gris, los árboles parecían morir, y la noche llegaba más rápido. El otoño nunca había sido su estación predilecta, y mucho menos el de ese año en el que su vida parecía haber alcanzado el epítome del desastre.

Cuando su teléfono suena, atiende la llamada con las manos libres mientras espera atascado en el tráfico de las cinco. Contesta y Hyejoo no deja de gritarle al otro lado de la línea algo sobre la custodia y los papeles del divorcio. Se siente abrumado y perdido entre el ruido de los cláxones, el limpiaparabrisas quitando el agua de la lluvia del cristal, el ruido de la tormenta y la terrible canción en la radio.

—Te llamo luego, Hye, estoy manejando —dice por fin, pero miente. No sabe cuánto tiempo va a quedarse atascado entre los autos, pero cuando por fin supera el congestionamiento, descubre que este fue culpa de dos camionetas que habían derrapado por culpa de la lluvia.

Por eso odiaba el otoño.

Cuando llegó a su calle, la fría lluvia de temporada parecía haber cedido por fin y los últimos rayos de sol comenzaban a asomarse en el cielo de las seis, creando un bello mosaico naranja que mayormente se disfrutaba en los atardeceres de verano. Cuando aparca junto a su hogar, encuentra a un chico sentado bajo el umbral de su vivienda, ligeramente mojado por la brisa de la lluvia, a pesar de que el pequeño techo de la entrada parecía haberle protegido. El chico está sentado con las rodillas juntas en su pecho, sus ojos están atentos a cada uno de sus movimientos al bajar del auto y le saluda con una sonrisa sutil.

—Buenas tardes —le saluda primero.

—Buenas tardes, ¿esperas a alguien?

—A Mark.

La voz del chico es inusualmente gruesa, y por un momento piensa que podría ser ese chico Donghyuck, amigo de su hijo, pero a duras penas recuerda que ese otro tiene la voz chillona.

—¿Todavía no ha llegado? —pregunta más para sí mismo—. Bueno, pasa, puedes esperarle dentro —Jeno abre la puerta y el chico ahora de pie se adentra junto con él—. Iré por algo para que te seques, ¿de acuerdo?

—Claro, gracias.

Cuando el hombre regresa, el muchacho sigue de pie cerca del umbral. Sus cabellos revueltos cargan apenas un poco de humedad y parece demasiado tímido como para acercarse.

—Aquí tienes, uh...

—Na Jaemin —dice con una sonrisa, Jeno se la devuelve automáticamente—. Usted debe ser el papá de Mark. Mucho gusto, señor.

—Así es... Lee Jeno, el gusto es mío. Pero no me digas señor —pide avergonzado—, así recuerdo que ya casi tengo cuarenta.

—No se sienta mal por ello, usted luce como mi hyung ㅡresponde el chico con una sonrisa amplia.

—¿Y qué edad tiene tu hyung?

—Veinticuatro.

—¡Vaya! —ambos ríen, Jeno con algo de timidez. Puede sentir un poco de calor subir por su rostro por el halago del chico y la risa avergonzada empequeñece sus ojos—. Jamás me había sentido tan bien porque me quitaran años de encima.

—Y cuando sonríe se ve aún más joven —agrega Jaemin.

—Cada vez me caes mejor —bromea el adulto—. Te traeré algunas prendas de mi hijo, espera aquí.

Jeno desaparece por las escaleras y regresa tan pronto como puede, no queriendo hacer al chico esperar. Una vez de vuelta, le extiende las ropas al adolescente y le indica en dónde cambiarse. Cuando el chico está de nuevo en la sala, el mayor le espera con un vaso de chocolate caliente y un poco de pan brioche.

—Ven Jaemin, debes estar hambriento.

—Lo estoy —confirma el menor.

Ambos se sientan en el sofá y conversan un poco, y Jeno puede jurar que los problemas se le olvidan al instante por la buena compañía de Jaemin. El chico es bastante simpático y conversa bien con el adulto, un tanto distinto a los jóvenes con los que Jeno trata regularmente.

—Y bueno, Jaemin... ¿tomas clases con mi hijo? ¿Son buenos amigos?

—Oh, bien... nosotros-

Antes de que Jaemin pudiese continuar, la puerta principal se abre y Mark, el hijo de Jeno, se adentra con la mochila al hombro y la ropa seca; afortunadamente parece no haberse empapado.

—Hola pa, Jaeminnie... —el adolescente se une a ellos y deposita un beso en la cabellera del otro joven, mientras Jeno les observa incrédulo por esa actitud—. Te lo iba a presentar hoy, pero veo que ya se conocen —el chico dice emocionado, con una sonrisa en el rostro—. Pa, te presento a Na Jaemin, mi novio.

Jeno se siente aturdido, sin poder creer lo que está escuchando, pero la sonrisa amplia de su hijo y el sonrojo en el rostro de Jaemin lo confirman.

Su hijo anda de novio con otro chico, uno demasiado agradable para ser verdad.

My Son's Boyfriend | nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora