iv. pelea

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Había pasado ya más de un mes desde que Mark presentó a Jaemin como su novio, y en todo ese tiempo, Jeno sentía que el chico era más que perfecto.

Para su hijo, claro está.

Jaemin era un chico muy dulce, educado y cordial. Tenía una actitud muy madura que le agradaba bastante para su inmaduro hijo, y a pesar de que se escuchase descabellado, sentía que congeniaba mejor con él que con el mismo Minhyung. Quizá podría considerar a Jaemin como una conexión para acercarse a Mark y reconstruir su relación padre e hijo.

A veces deseaba que las cosas fueran como cuando estaban en Canadá, o simplemente que Mark hubiese permanecido eternamente con seis años, cuando aún le llamaba papi o le recibía con abrazos al llegar del trabajo para contarle sobre lo que hizo con sus amiguitos de la escuela, o los juegos que hicieron durante el recreo. Añoraba esos momentos, pero aquellos ya no iban a regresar.

Con un poco de cansancio, Jeno se quita los lentes y los acomoda en el escritorio del estudio. Se encuentra trabajando en los últimos detalles de la conferencia que dará la próxima semana, por lo que se toma la libertad de descansar un poco. Sin embargo, se ve interrumpido por el sonido de un portazo proveniente del segundo piso, y cuando sale, se encuentra con Mark en la entrada de la casa, colocándose sus zapatos.

—¿Se puede saber qué es este escándalo, Mark?

—Qué te importa, papá —responde agriamente y aquello colma la paciencia del mayor, quien da un par de zancadas hasta alcanzar al muchacho y le toma del brazo antes de que saliera—. ¡Oye, suéltame! ¡Le diré a mi mamá!

—Que no se te olvide que sigo siendo tu padre, niño —sentencia con dureza—. A mí me respetas, ¿entendido?

Mark se libera del agarre de su padre de un jalón brusco.

—Iré con Donghyuck —dice más tranquilo, pero aquello no termina de convencerle.

—¿A qué hora estarás aquí?

—No lo sé, a las ocho —responde a secas.

—Ten cuidado, y no se te olvide que tenemos una conversación pendiente. No puedes andar haciendo lo que se te pegue la gana solo porque tu madre no está aquí.

Mark únicamente rueda los ojos ante la rudeza del mayor y se va sin decir más. Jeno suelta un suspiro de cansancio, no solo físico, sino también emocional. Mark se alejaba cada vez más y no se acercaba a él cuando tenía problemas, sino que recurría a otras personas. ¿Tan poca confianza inspiraba?

— ¿Jeno? —el mayor se gira al escuchar la voz temblorosa que le llama, y le sorprende encontrarse a Jaemin al pie de la escalera.

— ¿Jaemin? ¿Qué ha pasado? —Jeno se precipita hasta donde está el menor, quien parece querer romper en llanto. Jaemin se aferra a sus hombros anchos, está en el último escalón y sus alturas equidistan, deja que el mayor le rodee la cintura y oculta el rostro en su cuello por inercia. Ni siquiera le importa que la situación sobrepasara los límites de confianza entre ambos, o que apenas se conocieran y ya se tomara esas libertades, Jeno se sentía tan cálido y reconfortante—. Shh, tranquilo, Nana —el apodo que alguna vez escuchó se le sale de los labios, pero le resta importancia—. ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?

El joven parece un poco más calmado, pero a Jeno le parte el corazón verle con los ojitos húmedos y la boquita hecha un mohín. Toma su rostro entre sus manos y limpia sus lágrimas con los pulgares, y se dice a sí mismo que jamás quiere volver a tener esa sensación en sus manos, la textura de la piel suave bañada en tristeza. Jaemin tenía una hermosa sonrisa, una que hacía brillar el mundo a su alrededor, y Jeno solo deseaba ver esa expresión en lugar del semblante destruido que Mark pareció haber ocasionado.

My Son's Boyfriend | nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora