Estoy en la plaza, estoy caminando al café donde me vería con Lalo, por fin llego al café, entro y busco a Lalo con la mirada, esta a cinco mesas de mi, lo miro, sonrió y levanto una mano agitándola de un lado a otro.
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EDUARDO.
Veo entrar a Rosalba, vaya que es una joven demasiado hermosa, su cabello castaño que le llega a bajo de los hombros, se ve demasiado bien con esa falda ondulada negra.
Bueno, pero ¿qué mierda estoy diciendo? Es una niña a lado mio, tengo treinta y ocho años y pensando eso de una joven, terrible.
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ROSALBA.
Salude a Eduardo, él respondió de la misma manera, camine a él, se levanto y me dio una silla. Nos sentamos.
— Hola —. Digo sonriendo.
— Hola Ross —. Dice Lalo sonriendo y acomodando sus anteojos.
— Bueno, pedimos algo y ya te digo mis dudas, ¿si? —. Digo poniendo mis manos en la mesa, suelto una pequeña risa de pena.
— Sí, claro —. Asiente y le habla a un mesero
El mesero me mira y sonríe, luego mira a Eduardo y se queda serio, como si creyera que es mi padre.
— Buenas tardes, ¿qué pedirán? —. Dice el chico un poco apenado por el inconveniente
Eduardo lo mira con un tanto de confusión, pero me deja pedir a mi primero.
— Yo un café cargado, con unas galletas de avena —. Digo mirando al chico a los ojos
Después miro a Lalo y esta un poco confundido por no entender nuestras miradas, entre el mesero y yo.
— A mi un capuchino mediano —. Dice un tanto serio
— En seguida se los traigo —. Sonríe el mesero y se va
Lalo y yo volvemos a juntar nuestras miradas, para poder solucionar mis dudas.
— Y bien, ¿me contarás tus dudas? —. Sonríe Lalo muy tranquilo
Sonrió y asiento.
— En las hojas, habla sobre que debo quedarme más tiempo si no se acaba el trabajo, ¿se pagan esas horas extras? —. Pregunto jugando con mis dedos
Miro a los ojos a Eduardo, y noto que los tonos de sus ojos cambia rápidamente, eso me pone los pelos de gallina.
— Em... Obvio sí, claro, debe ser así en todos los trabajos, pero por si no estas seguras, le puedes preguntar a Jorge. — Dice Lalo un tanto confundido pero sonreía
— De acuerdo, ¿es necesario siempre usar vestidos, o puedo usar la ropa con la que me sienta más cómoda y presentable? —. Pregunto con exageración, ya que en ese tipo de trabajos lo más seguro es que diga que necesite comprarme vestidos
— Puedes usar ambos, en el contrato dice que no escotes ni cosas extravagantes, así que esta bien cualquiera de los dos —. Dice Lalo rascando su nariz, su tono de voz cambio de tranquilo a confundido, lo noto distraído.
— ¿Pasa algo? Te veo muy distraído... — Digo, en voz baja, Lalo me mira y niega con la cabeza
Llega el mesero con nuestros pedidos, se ve delicioso el capuchino de Lalo.
— Provecho —. Dice el chico muy sonriente, yo igual le correspondo con una sonrisa
— Y bien Eduardo, ¿cuántos años tienes trabajando con Jorge? —. Pregunto dándole un mordisco a una galleta
— Casi diez años, ya es un rato, comencé de mensajero, ahora soy quien se hace cargo de la administración económica de la empresa. — Dice orgulloso, dándole un sorbo a su capuchino.
— Vaya, tienes un rato ahí, ¿qué tan difícil es? —. Sigo dándole sorbos a mi Café y mordidas a las galletas
— Al principio mucho, pero como todo, te acostumbras, estaremos cerca, alguna duda, me preguntas —. Sonríe
— Oh... De hecho, es lo bueno —. Suelto una carcajada pequeña y sonrió
— ¿ Así que ayer estabas con tu novio? —. Pregunta Lalo con una cejar arqueada
— Así es... La mujer que tienes en unos marcos junto con un bebé y tu, es tu esposa e hijo, ¿no? —. Sonrió alegre
— Sí... Se llaman Regina y Joaquín mi hijo... — Dice con una sonrisa de oreja a oreja
— Qué lindo, ha de ser muy hermoso tener una familia...— Comento, con melancolía en el tono de mi voz
— ¿No vives con tus papás? —. Pregunta asombrado
— Oh, no, se separaron, y a mi padre lo asesinaron hace tres años, mi mamá y yo nos alejamos, yo vivo sola y ella sola —. Hago una mueca, me da tanta tristeza estar separada de mi madre, pero ella misma se lo busco
Mis padres se separaron por que mi padre encontró a mi madre con otro hombre en la cama, al final del divorcio, mi padre se dio un tiro, anteriormente me había confesado que le dolía hasta el alma que mi madre lo hubiera engañado de esa forma, que nunca lo crearía de ella.
— Lo siento mucho Ross —. Dice Lalo, junta su mano con una nía y le da un apretón
— Gracias —. Asiento.
No había visto a Eduardo determinadamente, viste con unos jeans azules, entre rectos y entubados, y una camisa negra fajada.
Vaya que se ve bien, además, se le ve muy bien ese oufti con su cuerpo y cara, es de tez clara y muy guapo, sus ojos entre verdes y esmeraldas, te hacen sentir intimidada.
— Bueno Ross, te recomiendo que seas muy puntual y responsable con tu trabajo, si es que no lo quieres perder, Jorge es muy especial... — Dice Eduardo un tanto no convencido de mi capacidad
— Tomare mis precauciones —. Digo sonriendo con un poco de humor en mi voz.
Terminamos con nuestras bebidas, traigo dinero del que me dio mi madre, iré a comprar ropa ya que estoy aquí.
— ¿De aquí, irás a otro lado Eduardo? —. Pregunto comiendome la ultima galleta que me queda
— A mi casa —. Dice bulonamente y ríe
Río y asiento.
— Bueno, entonces te dejo, iré a comprar ropa —. Digo, sacando dinero de mi pequeña bolsa, lo pongo en la mesa y me levanto
Eduardo me mira y niega con la cebeza —. No, yo pago —. Tomando mi dinero y dándomelo de nuevo
Dudo unos segundos y asiento, me acerco a él y le doy un beso en una mejilla, sonrió — Gracias Lalo —. Me giro en mis talones y camino a la salida.
Me cae muy bien Eduardo.
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Dos Hombres, Una Mujer.
Romance-¿Con cuál te quedas de los dos?- Pregunta Eduardo con melancolía, desesperación y tristeza. Todos los derechos reservados, no acepto ningún tipo de copia.