Capítulo 17: Las últimas palabras.

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A decir verdad no sé muy bien por donde empezar, ya se me había olvidado lo que era plasmar mi vida en un papel, pero un día estaba haciendo el aseo en mi casa y por estar limpiando se me cayeron algunos objetos que estaban arriba del armario y uno de esos objetos era este diario.

Como decía mi último registro, en este diario se acostumbra que se hable de mi vida así que por eso empezaré.

Tengo cincuenta años de edad, mis hijas ya son todas unas mujeres grandes y maduras, y estoy disfrutando mis días junto a mi amado esposo.

Ángela sigue siendo mi amiga y ahora yo fui la madrina de su boda, pero no tuvo hijos, pues ella después de un año de matrimonio recibió la noticia de que no era fértil, lo cual la devastó mucho, pero yo estuve ahí cuando lo necesitó y su esposo y yo le ayudamos a ser feliz. Ella ha viajado mucho, pero ella y su esposo actualmente están disfrutando la vida tranquilos.

De Dilan no sé nada salvo lo que escribí la última vez. Aunque la verdad es que me siento algo mal por la última vez que lo vi, siento que desperdició su vida.

Ámbar me habló los últimos años hasta que me enteré que murió de un extraño cáncer que la fue matando poco a poco. Yo fui a su funeral y su hijo me dijo que en sus últimos días de vida me escribió una carta para decirme las cosas que no pudo decirme en vida. Esta carta la podrán leer en la siguiente página y dará fin a mis escritos.

Si tengo que ser sincera, mi vida no han sido color de rosas, ya que en un momento de mí vida estuve a punto de divorciarme por estupideces hasta que nos dimos cuenta lo erróneos que estábamos y recordamos lo que nos enamoró en el inicio. Nos enamoró nuestra espontaneidad, nuestra forma de ser y no lo quiero cambiar por nada.

A estas alturas de la vida uno cree que ya ha vivido todo –pues estudié, me volví exitosa, me casé, tuve unas hijas maravillosas y las eduqué para que fueran unas personas bondadosas, fuertes y humildes– mas yo opino que uno nunca vive lo suficiente, pero sé una cosa, que, para lo que sea que la vida quiera darme, tengo que saber como enfrentarlo.

Este diario no será únicamente mio, pues tengo pensado que sea heredado de generación en generación y quiero que mis hijas se lo lean a sus hijos y que mis hijas algún día también tengan que pasarle su diario a sus hijos, si es que tienen uno.

Este es mi legado y es lo que me recordará por siempre hasta que este diario desaparezca y quede olvidado entre las páginas de la historia.

Aunque este diario se pierda conforme pase el tiempo, al menos parte de mis descendientes sabrán que existió una joven llamada Lucy Estefania Morales Gallardo quien aprendió y enseñó acerca del gran cambio que puede tener una persona que realmente valora su vida.

Y aquí concluyo mi narración dejando este pequeño consejo a las personas que lean esto: vivan la vida de una manera que los llene por dentro, y sean respetuosos y bondadosos aunque eso implique estar solos. No tengan miedo a ser diferentes, vivan de una vida que sea digna de contar, pero nunca olviden amar.

Aquí me despido y doy fin a mis escritos esperando que estas páginas sirvan de ayuda en la vida de otra persona.

¡Adiós!

La Soledad (El Diario De Lucy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora