[ 𝘿𝙊𝙎 ]

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Recorrí la playa con tranquilidad, que se encontraba completamente desierta, lo cual era normal a esas horas de la noche. El sonido de las olas y el viento creaban una melodía relajante que me acompañaba mientras subía la colina hacia el acantilado. Una vez allí, me senté a ver la luna, como siempre lo hago cuando no puedo dormir. La brisa sopló fuertemente, dejándome sentir esa cálida sensación de compañía, como si fuera una delicada caricia en mi mejilla.

Saqué mi cuaderno de la mochila y me acomodé para que la luz de la luna pudiera iluminar una de sus hojas. Tomé mi lápiz y comencé a deslizarlo con lentitud, creando pequeñas líneas en el papel. Estuve dibujando muy concentrado por un largo rato, perdido en mi propio mundo, hasta que pude escuchar el ruido de una rama romperse. Los latidos de mi corazón se aceleraron; rápidamente me puse de pie, tomando una roca como una posible arma de defensa, y encendí mi linterna para poder ver mejor. Tenía mucho miedo de que fuera un ladrón o alguien que solo quisiera hacerme daño, o incluso algo peor, pero por suerte estaba equivocado.

—Tranquilo, no quise asustarte —dijo un chico levantando sus manos en un gesto pacífico—. Sólo estaba paseando por aquí.

—Entonces... —lo miré sin soltar la piedra, aún desconfiado—, ¿No quieres lastimarme?

—No —respondió con una sonrisa tranquilizadora.

Me quedé en silencio por unos segundos, y el miedo que sentía ahora se había transformado en vergüenza. Así que dejé caer la roca, y lamentablemente, esta cayó sobre mi pie.

—¡Auch! —grité adolorido, saltando sobre un pie.

Aquel chico me tomó del brazo con rapidez, evitando que cayera al suelo.

—¿Estás bien? —me observó con preocupación.

—Sí, soy un idiota —comenté, avergonzado, mientras intentaba recobrar la compostura.

Él me ayudó a sentarme, ya que no podía apoyar mi pie por el dolor que sentía, y luego se arrodilló junto a mí para quitarme el zapato con cuidado.

—Está un poco rojo, pero no creo que sea grave —dijo, apartando la vista de mi pie y sonriendo—. Un poco de hielo y todo estará bien.

—Eso espero —suspiré.

Me recosté, regresando mi vista al cielo estrellado, y nuevamente el silencio se hizo presente.

—¿No te molesta si te hago compañía? —preguntó, con una voz suave.

—No —respondí, sin dudarlo.

Sentí como dejaba caer su cuerpo a mi lado y lo vi cruzar los brazos detrás de su cabeza para apoyarla en ellos, como si se trataran de una almohada.

—Mi nombre es Felix —se volteó para verme.

—Hyunjin —reí nervioso, intentando disimular mi ansiedad—. Quiero decir que... Soy Hyunjin —repetí, sintiendo que mi rostro enrojecía.

Quería golpearme con la piedra, pero esta vez en la cabeza; no podía ser que ni siquiera tuviera la capacidad de hablar con un chico. Froté mis manos por mi camiseta, intentando disimuladamente que estas dejaran de sudar. Felix volvió a sonreír y llevó su vista al cielo nocturno.

—Es precioso —comentó, con una mirada de admiración, y sentí que el corazón se me detenía por un instante—. Todo ese paisaje parece una obra de arte, creo que es lo mejor que he visto en un largo tiempo. ¿Y tú?

No contesté porque ya me había quedado sin palabras y ahora estaba completamente perdido en su persona. Era inevitable, no podía dejar de mirarlo, y aunque él estuviera de perfil, dejándome ver solo una parte de su rostro, se sentía como si me encontrara apreciando una de las pinturas más bellas y complejas de la historia. Jamás había sentido o experimentado algo así; era una sensación única e indescriptible. Y de repente, él se giró, provocando que nuestras miradas se cruzaran.

𝙇𝘼 𝘿𝙀𝙎𝙊𝙇𝘼𝘾𝙄𝙊𝙉 / 𝙃𝙔𝙐𝙉𝙇𝙄𝙓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora