Capítulo 1.

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Como cada noche, Alice soñaba con aquel mundo, que para muchos de nosotros parecerá una locura, pero ella era feliz allí. Como cada noche, Alice le daba un beso en la mejilla a su madre y se metía en la cama para volver a  aquel dulce paraíso.

Alice se desveló de un grito que procedía de abajo. Aquella noche no soñó con el país de las maravillas. Se levantó de la cama rápidamente y fue hacia abajo lo más rápido que pudo, se dejó guiar por aquellos gritos de angustias, que la conducían al salón, y cuando llegó a aquella sala, quedó paralizada, sus ojos no lo podían creer, su cuerpo no reaccionaba, su mente no se lo creía. En medio de esa gran sala se encontraba su madre, una pobre mujer con el cuerpo envuelto en quemaduras apunto de morir. La madre de Alice era la madre más tierna que podría haber existido, nunca había tenido peleas con ella ni con nadie.  Se quedó junto al cuerpo agonizante de su madre mientras lloraba sin parar. Angela, la madre Alice consiguió levantar su brazo izquierdo y llegó a tocarle la cara como pudo. Ardía y ella lo notaba, se estaba muriendo y no tenía expresión de dolor en su rostro, lo único que pudo hacer antes de morir fue surrurar unas palabras y dedicarle una medio sonrisa a Alice. ''Cuida de ti''. Alice no lo entendió muy bien, pero cuando se quiso dar cuenta, el cuerpo de su madre ya no se movía, yacía al lado de Alice. Empezó a gritar, de rabia o de tristeza, quien sabe, pidiendo ayuda. Se pasó así un pequeño rato, algo la sorprendió, empezó a mirar a su alrededor cuando de repente se dio cuenta de que la cocina estaba en llamas. La casa ardía. Quiso darse cuenta, reaccionar y echar a correr, pero antes de hacerlo, una viga del techo cayó sobre su pie, dejándola inmóvil. Intentó correr, pero el humo empezó a ahogarla tanto que se quedó inconsciente, dentro de aquella casa que ardía. 

Alice escuchaba voces alrededor suya, por mucho que lo intentase,  no podía abrir los ojos. Podía percibir ruidos de gente llorando y ambulancias. Quería despertar de aquella pesadilla pero ese día no pudo.
Cuando despertó estaba un poco perdida, no sabía donde estaba, ni qué hora era, ni a qué dia estaba. 


- Con que tu eres Alice.- Escuchó una voz desconocida,una voz masculina muy dulce y un poco áspera. Miró a todos los lados y no vio nada.- Aquí arriba.- Ella un poco desconcertada, levantó la cabeza y para su sorpresa se encontró con un gato. Tenía una sonrisa poco común, muy grande, con dientes algo afilados. Era una gato negro con alguna que otra mancha, no se podía distinguir muy bien las manchas, pero parecían rojas.

- ¿Puedes hablar?- preguntó Alice totalmente concertada.No sabía quien era ese gato, y lo que más le extrañó sin duda es que pudiese hablar. 

- Aquí todo es posible, querida.- Y de repente, el gato desapareció y de repente se encontraba al lado de Alice. Se asustó un poco al ver al gato al lado suya. Se fijó en su pelaje y en aquellas manchas, sin duda eran rojas. Aquel gato tan peculiar tenía unos ojos bastante aterradores. Unas cuencas profundas y ojos de color gris.- ¿No crees que esto puede ser una pesadilla?

El gato intentaba divertirse a toda costa, le da igual como fuese, pero el quería diversión.  

- No, ya he estado aquí en algún sueño, estoy segura de eso. Pero no llego a acordarme de nada. 


- Así que no recuerdas dónde estás. ¿Ni si quiera de mi?- Alice hizo un gesto de negación con la cabeza. El gato hizo un gesto de desilusión, pero fue tan rápido que no se dio cuenta. Volvió a poner la misma expresión, y jugando con su cola medio distraído se dirigió a Alice.

- Estás donde siempre quisiste estar, mira bien a tu alrededor querida. 


Cuando el gato dijo eso, Alice empezó a mirar por todos sus alrededores y empezó a recordar cosas de sus sueños. Todo era tal y como en sus sueños, no falta nada. No podía creerlo, se alejó un poco de aquel gato tan peculiar para tocar los árboles y fijarse más en aquel paisaje. Había una enorme cascada por donde caía el agua del revés, en los mismos árboles crecían todo de tipo de frutas. A lo lejos, veía animales corriendo felizmente. No llegó a distinguir que tipo de animal era, ya que eran un poco extraños. Se tomó su tiempo para volver a aquel gato, que ya empezaba a acordarse de el. 

- ¿De verdad estoy aquí ? Todo lo que he tocado, ¿es real? ¿Estoy en el País de las maravillas?- Alice seguía en shock, pensaba que era uno de esos sueños donde puedes controlarlo y cambiarlo a tu gusto, pero realmente estaba allí.

- Si querida, esto es todo donde querías estar. Bienvenida.- El gato sonrió de tal manera que esa sonrisa le recordó a la sonrisa de Angela, tan dulce y tan inocente. 

- ¿Crees que mi familia también esta aquí?- El gato de repente cambió esa sonrisa tan tierna a una cara seria, se acomodó en una postura algo normal en el mundo felino, las dos patas traseras sentadas y apoyado en las delanteras.- Mi familia no está aquí, ¿verdad? 

Permanecieron en silencio durante mucho tiempo, tanto que a Alice se le hizo eterno. El gato soltó un suspiro, parecía que iba a hablar, miró a aquella chica tan inocente y dulce, '' se parece a su madre'' pensó el gato. Otro rato más en silencio hasta que el felino decidió hablar. 

- Tu familia está muerta.- dijo el gato sin apenas inmutarse. Se encontraba en una situación algo tensa, el sabía todo lo que había pasado, pero creyó que aún no era el momento. - Tu casa se prendió en llamas y todos murieron, menos tu. Fue un caos, la gente se quedó mirando cómo tu casa ardía, nadie hizo nada, hasta que alguien entró a buscarte y te rescató. 


- Así que eso no era una pesadilla, fue real.- Alice intento no llorar al pensar en su familia, en su padre y sus dos hermanos pequeños, pero sin duda lo más duro fue pensar en su madre. Quien habría podido hacerle eso a aquella humilde familia.- ¿Sabes algo más del incendio? ¿Pudo ser provocado o nadie se dio cuenta de que mi casa ardía?

Alice cambió su estado, ahora estaba nerviosa, quería saberlo todo sobre el accidente, el sabía perfectamente que el gato le estaba ocultando algo, no paraba de moverse y empezaba a ponerse incómodo con tanta pregunta. 

- Todas esas cosas las tendrás que averiguar por tu cuenta, no tengas prisas, todo llegará  a su hora. Ahora acompáñame que tienes que estar muy cansada.

El gato empezó a andar por un sendero bastante pequeño, no miraba hacia atrás para ver si Alice le seguía, y lo hacía, pero ella estaba bastante distraída ante aquel paisaje. Le recordaba mucho al campo de sus abuelos cuando iba los veranos a visitarlos. A única diferencia es que en el campo de sus abuelos no había animales extraños, árboles con miles de frutas, colores bastantes chillones y mucho menos un gato que hablase. 

- Por cierto gato, ¿cuál es tu nombre ?- Sentía curiosidad desde que lo vio. 


- Mi nombre ahora no importa, ya lo sabrás.- Llegaron a una casita de madera bastante acogedora, era de madera de roble. Entramos y dentro se veía aún más acogedora que por fuera. Había una cama en una de las esquinas. El gato me indicó que fuese y me acostara allí.-  Ahora descansa. Dulces sueños querida, nos volveremos a ver pronto.

La cama era tan cómoda que en el momento en el que Alice se tumbó, sus ojos empezaron a cerrarse solos, era una sensación conocida para ella pero esta vez era distinto, pensaba que no encajaba ahí. No le importaba ahora mismo, sólo quería soñar con su familia, aunque ya no estuviese ahí. 

Las pesadillas de Alice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora