Parte 6

11 3 0
                                    

En esa misma semana, un grupo de adultos externos de la preparatoria, ingresaron a esta para dar apoyo psicológico a los jóvenes con problemas tanto escolares como familiares. Lamentablemente, Ana no pudo escaparse de ello; odiaba todo ese rollo, ya que consideraba que solo los locos recurrían a un psicólogo, terapeuta, psiquiatra, etc.

Rosa, era el nombre de la Doctora que la atendió. Tardó varios minutos en convencer a Ana de hablar con ella; para lograrlo, esta le platicó sobre los problemas que algún día tuvo cuando era joven; que para eso estaba ella, para ayudarla en lo que necesitara para salir adelante; y sólo de esa manera logró hacer que confiara en ella. 

Le platicó de su hermana, el accidente en el que falleció atropellada; de su perro, del que jamás hacía hablado con nadie, ya que fue ella quien lo mató; le contó del alcoholismo de sus padres y finalmente de sus problemas para dormir.

Como fue la primera y última vez que se iban a ver, la Doctora le aconsejó que no debía sentirse culpable por nada de eso, ya que el problema principal era culpa de sus padres por no ser tolerantes con ella, ni mucho menos atentos. Y respecto a su problema de insomnio, le entregó un pequeño frasco hasta la mitad de pastillas que le ayudarían con eso. Eran unas pastillas muy diminutas, que se veían aún más pequeñas al tenerlas en la mano de manera individual

La Doctora le explicó que eran así de pequeñas porque eran muy fuertes, y no se recomiendan en grandes dosis. 

Le recomendó consumir solo una (estrictamente) cada que tuviera problemas para conciliar el sueño. Finalmente, le pidió de favor que las usara con responsabilidad, ya que si no lo hacía podría tener problemas con ello; se despidieron con un beso y un abrazo, y Ana se retiró y dio marcha camino a su casa.

AnaWhere stories live. Discover now