- Crush -

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Todos los días lo mira sentado en el comedor a distancia, pero no se atreve tan siquiera a acercarse y entablar una conversación.

De vez en cuándo visita sus redes sociales sólo para observar si ha publicado algo nuevo, pero no hace intento alguno de seguirle y/o agregarle. Incluso teniendo algunas fotos guardadas en la carpeta de su celular.

No hace ningún intento de nada, no quiere hacerlo porque después de todo para él; ese chico es completamente inalcanzable. Tan lejano cómo lo es la Luna, cómo lo son las estrellas, cómo lo es una celebridad. Y él, en la lejanía, sólo debe ser feliz observándolo.

"¿Por qué no le hablas?" Había comentado una vez Uraraka desinteresadamente mientras comía una uva.

"Porque alguien cómo él no se fijaría en mí, Ochako-chan" Se había obligado a retomar la vista al frente y  resaltar esa obviedad tan grande con marcador de textos. Admitirlo suponía un dolor supurante más que simplemente pensarlo constantemente.

Tal vez debería hablarle, tal vez debería decirle muchas cosas...Pero no, no se atreve. Después de todo...¿Debería acercarse y hablarle cómo una persona normal? No, no. Su timidez es mayor. Para empezar, ¿De qué debería hablarle? ¿Decirle que el reloj que posee en su mano izquierda es cool? ¿Qué la playera lisa y de color negro que usa en los días en que anda por los dormitorios se le ve sexy? No, simplemente no. ¿No lo encontraría aquel chico demasiado patético? Las chicas que siempre están a su alrededor en los pasillos se la pasan adulandolo, un simple comentario provinente de él no va a cambiar las cosas. Más que ganarse miradas de desaprobación de aquellas fangirls extremas.

Suspira pesadamente mientras se deja caer sobre su cama, pensar en las diferentes maneras de aproximarse a él le producía una fatiga extensa.

"Deberías dejar de pensar en el cómo y solamente lanzarte y hacerlo. ¿Qué es lo peor que puede pasar, Deku-kun?" Le había comentado su mejor amiga esa mañana. Pero Izuku sabía que Uraraka-san no entendía. Ni él mismo se comprendía. ¿Por qué tenía miedo? ¿Miedo a ser rechazado? Eso ya estaba claro en su mente, era obvio que alguien como él iba a rechazarlo pero aún así no se quitaba la idea de la cabeza. Quería conocerlo. Aquel chico de cabellos rubios había cruzado su mirada con él un día y le había sonreído. Desde ese entonces no había podido dejar de pensarlo.  Entonces... ¿Por qué? ¿Por qué se acobardaba y se hacía pequeño en el rincón de su habitación cada que se decidía por hablarle? Si All Might lo encontrara en ese momento, seguro pensaría que él era muy dramático.

Hace un puchero y nuevamente vuelve a colocarse de pie, yendo de un lado a otro miéntras a su mente acuden diversas imágenes de Denki. Cómo por ejemplo, la vez que se dedicó a observarlo detenidamente en los vestidores, cuándo creía que Kaminari no lo observaba. Sus mejillas se tornan de color carmín al recordar la escena.

Cansado de ir de un lugar a otro cómo León enjaulado decide bajar por una bebida a la máquina dispensadora para despejar sus ideas. Faltando únicamente unos cuántos pasos para llegar, tropieza contra alguien y va a dar de bruces contra el suelo. "Vaya forma de despejar las ideas" piensa Midoriya miéntras maldice lentamente el ser tan torpe y descuidado.

—Ah, perdona, lo siento, mi error.—comenta disculpándose varias veces, Izuku reconoce ese tono de voz, se le hiela la sangre y de repente desea que la Tierra se lo trague y lo escupa en algún lugar lejos de la escena vergonzosa de la que cruelmente es el protagonista.

—Oh, no, no, no te preocupes.—comenta visiblemente nervioso mientras se da la vuelta y sus ojos verdes se cruzan con unos orbes color miel, nunca antes se había sentido tan deleitado por unos ojos dorados. Izuku ha encontrado un nuevo sabor de café que en las noches, de aquí en adelante, le van a producir desvelos.

Midoriya jura, por su madre, nunca antes haber estado tan cerca del chico que le trae loco y de un momento a otro su corazón comienza a palpitar fuertemente por la cercanía, el dueño de éste se sonroja al máximo al creer que el receptor podría estar escuchando justo ahora el mensaje de su corazón emisor.

Se disculpa por haber sido tan estúpido y haber chocado con tan añorable ser para salir corriendo e ir a esconderse en alguna otra parte. Intenta calmar su respiración acelerada y en ese lapso, descubre que aquella fragancia impregnada en el cuerpo de Denki, es sin duda una de sus favoritas. Ahora ya no sueña con simplemente hablarle, ahora sueña con poder refugiarse en sus brazos y no separarse nunca, nunca más.

Denki se marcha con la incertidumbre marcada en su rostro. ¿De dónde conocía a ese chico? ¿Iría con él en alguna clase? No puede recordarlo, ya que la mayor parte del tiempo su atención está mayormente centrada en Kirishima, Mina, Jirō y Bakugō. No puede evitar recriminarse por ser tan idiota.

Izuku, por su lado, siente una calidez fluyendo por su cuerpo. Aunque hubiese sido un accidente, lo había visto, se había fijado en él. Sólo en él, en ninguna chica como esas que siempre le frecuentaban, en nadie más que en él. Sólo él. No había tenido que conformarse con mirarlo de lejos entre los pilares de la escuela, había podido estar cerca de él, a escasos centímetros. Oh, lo qué daría por haber tropezado y haber caído directamente en sus labios y así besarlo por accidente. ¿Acaso hoy era su día de suerte? Se preguntaba miéntras sorbía parte de su bebida sabor naranja.

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Sábado por la tarde, tan sólo unos quince días más desde que ocurrió el accidente, día en que le prometió a su madre ir a visitarla. Se muerde el labio mientras se queda de pie, fuera del supermercado, cubierto de la lluvia que cae a cántaros por la estructura del edificio. Debió haber traído un paraguas, no debió haberse confiado de las noticias sobre el clima que hoy prometían un día extremadamente soleado. Debió haber traído un suéter.

Aprieta los puños cargados de despensa y frunce el ceño. Si atraviesa la lluvia como si nada, llegará con la ropa empapada y un resfriado a casa. Por el contrario no puede regresar a U.A, se encuentra en un punto intermedio entre su casa y la escuela. ¿Qué opción sería mejor? El destino podía jugarle sucio a veces.

—¿Te ayudo con eso?—comenta un chico de cabellos rubios miéntras se sitúa a su lado, el corazón de Izuku comienza a generar más pulsaciones por minuto producto de la cercanía.

—No, no...—pausa, al ver que no es a las bolsas que trae cargando consigo a lo que el chico se refiere. No le mira directamente a la cara, baja la mirada y la sitúa en un punto fijo en el suelo. Sus mejillas se tiñen de carmín y asiente. Es entonces cuando Denki sonríe y se anima a situarse más cerca de él.

Para nada lo ha seguido hasta el supermercado,  para nada lo ha seguido hasta allá con la intención de hablarle después de estar más de diez días observándolo a escondidas, para nada es demasiado cierto.

—Dejame conocerte más, Midoriya.—a Denki comienzan a acalorarsele las mejillas, había pensado en voz alta miéntras lo observaba de reojo tararear alguna canción que le recordaba a Final Masquerade de Linkin Park.

Izuku para abruptamente de emitir sonido alguno y lo mira. Kaminari puede observar un leve destello nacer de entre sus pupilas.

Vaya forma de romper el hielo, ¿Eh?

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