Keiichan Travel Diaries #1

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El sonido característico de la alarma le alertó que el momento, su momento, más esperado del día había llegado. Manteniendo la compostura y pretendiendo no darse cuenta de nada, se toma su tiempo para organizar los papeles sobre el escritorio y espera a que varios de sus compañeros salgan de la sala. Apenas nota que es el último en quedar, sale corriendo por el pasillo en dirección opuesta al resto de los pleiadians que salieron antes que él.

Keiichiro agradece mucho esas alarmas irritantes que sacan de quicio a cualquiera que no sea él y esperé con entusiasmo el metódico almuerzo que el capitán Coati Tiptree que junto con el resto de los pleiadians ha decidido. Todo tiene que ser demasiado organizado y estricto, pero en el fondo sabe que es necesario o aquello sería un desastre y ninguna de las misiones funcionaria como es debido. Además, conoce las intenciones de Coati que quiere impedir que cada tipo de starseeds sigan dividiéndose más y más. Las tripulaciones se vuelven más pequeñas y distanciadas cada vez, así que cosas como obligarlos a convivir a la hora de comer y otras actividades comunes dentro de la base espacial le han sido efectivas.

Keiichan no tiene queja alguna. Se precipita hasta el gran comedor, donde el piso blanco de mármol y los muebles con detalles metálicos son lo más llamativo. Un blanco cegador. Aunque no ha ido a conseguir su bandeja de comida aun, lo primero que hace es fijarse en quienes ya llegaron. Nada aun. Además de más pleiadians, como él mismo, en la mesa alejada estan los de Orion, los Lyrans y algunos arcturians riendo de algo que solo ellos entienden; no hace mucha falta mencionar a un grupito, probablemente aun en entrenamiento que hacen acrobacias y eso pero nadie recuerda nunca ni se sabe a que tipo pertenecen. Lo saludan amistosamente y el les corresponde el gesto pero, siendo honesto, no es a ellos a quienes busca. Corre a formarse y después de un poco de espera recibe su bandeja de comida, a la que le han dibujado una enorme cara sonriente con salsa ketchup sobre su omurice además de darle el postre más grande. "Que personas mas amables" piensa. Él también sonríe como su comida, pero se queda de pie un poco más mirando fijamente a la puerta.

No puede decir exactamente cuánto tiempo fue porque pudieron haber sido solo otros segundos ahí de pie pero le parecieron una eternidad a Keii. De pronto las puertas metálicas se abrieron y dieron paso a la tripulación faltante: los de Sirius. No es que tuviera un particular interés en ellos (bueno sí, por todas esas leyendas que corrían por los pasillos acerca de lo misteriosos que eran estos individuos) pero ahí estaba, esperando a que entraran todos. Él venía hasta el final enfundado en su traje blanco de prácticas, impecable que a comparación con el de sus compañeros que lucian ostentosas marcas de patadas en piernas y espaldas, y solo con los nudillos rojos. Su cabello lucía desordenado a comparación del día anterior que estaba usando su uniforme azul. Shige sonreía ligeramente a una de las conversaciones que mantenían otros integrantes de la tripulación proveniente de Sirius. Se formaron todos juntos por sus bandejas de comida y lo vio, como todos los días dejar el postre amablemente sobre el mostrador, antes de que rompieran formación y se sentaran revueltos con los miembros de otras tripulaciones. Akari le picó las costillas y lo tomo antes de correr a sentarse en una mesa de puras chicas que reían escandalosamente. Shige entonces se dirigió a una mesa casi vacía, cerca de las enormes ventanas que les permitían contemplar las inmensidad del universo, a lado del miembro más memorable de Orion: Masuda.

Apenas se sentó a su lado, ambos empezaron a irradiar una felicidad mutua que, aunque él no quisiera admitirlo, le dolía. Ya había tomado asiento en otra mesa vacía casi frente a ellos para que su masoquista interior pudiera ver cada movimiento y sonrisa que intercambiarán. Los estaba mirando fijamente mientras picaba con los palillos su omurice que ahora lucía una cara triste. Nakamaru y otro chico se sentaron al otro extremo de la mesa saludando con amabilidad. Aquello era de verdad horrible: él nunca se había atrevido a hablar con el de Sirius desde que ambos estaban en el entrenamiento pero Massu lo había logrado de inmediato. No se habían separado desde entonces, aunque provenían de distintos lugares congeniaron bastante bien.

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