Capítulo 1

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Es casi mediodía y me despierto un poco mareada, quizás sea por la sangre que he perdido y aún me encuentro en la cama, separo la sabana que me abriga y ligeramente me miro mis brazos donde sólo veo líneas, una, dos, tres... muchas líneas y todas paralelas en mis brazos, con un recorrido corto de izquierda a derecha o de derecha a izquierda.

Anoche me sentí fatal, me sentí sola como de costumbre, me sentí sin nadie al que poder contarle lo que me pasa, lo que siento, lo que sufro día a día mirándome a un espejo y sintiendo que lo único que quiero es desaparecer de este mundo, desaparecer de donde dos personas llamadas padres me dieron una vida que odio.

Siento que la única persona que se preocupa es Alice, mi mejor amiga, ella es tan feliz, siempre luce esa sonrisa que tanto adoro de ella que conjunta con sus gafas RayBan negras, con su pelo castaño y sus ojos de color marrón que transmiten sinceridad. Ella, sólo ella me entiende es con la persona que me puedo desahogar cuando la tengo a mi lado, pero a veces pienso que sí se lo cuento todo la agobiaría y la perdería, pero realmente no quiero eso.

Es sábado, tengo la obligación de despertarme temprano para ir a entrenar, pero no lo he hecho. Mis cortes son demasiado recientes como para arriesgarme a entrar en la pista para correr y que todos mis compañeros se den cuenta de que soy un verdadero monstruo. Amo el atletismo, es donde me puedo liberar, pero a veces siento que no merezco nada de lo que poseo y correr me hace sentir libre, despreocuparme de todo aquello que me hace daño, que me hunde para seguir sintiendo que soy una persona poco digna se la vida, que no valgo nada.

Me levanto de la cama, tapándome con cuidado los brazos y guardando en mi estuche la cuchilla que use anoche, voy a la habitación de mi hermano con la intención de encender el wifi para que me lleguen todos los whatsapp.

Genial, 678 mensajes de 8 conversaciones, exceso de mensajes en grupos que no pienso leer, pero hay una conversación con un número que desconozco, donde pone un amable "hola". Como de costumbre contesto con un "quién eres" pero está vez algo me dijo no contestar con mi reacción habitual y contesto con un hola bastante seco por mi estado de ánimo.

Su última conexión es a las 3:03, así que supongo que seguirá durmiendo.

Bajo las escaleras para ir a desayunar, pero me dirijo al baño a hacer pis. ¡No puede ser! Mi cara, está horrible, más de lo normal. Tengo los ojos fatal, consecuencias del ataque de ansiedad de anoche, me lavo la cara para ver si tiene algún efecto en ella, sin lograr éxito alguno y me digo a mi misma "Carla, culpa tuya llorar". Salgo del baño para hacer un intento de desayunar y en la barra se encuentra mi madre, persona a la cual la noche anterior le dije que no le volvería a hablar.

Me mira expectante, para ver que hago, abro el gran armario de la cocina, ahí siempre me siento enana. Cojo unos cereales, que dejo en la barra para buscar la leche en la nevera, me sirvo en un bol la leche y pasando de lo que haga mi madre, desayuno.

Tengo curiosidad por quién será ese chico que me ha hablado y no conozco para nada. No respondí a ningún whatsapp, sólo a él y mientras desayuno suena esa gotita que da señal de que tengo una notificación nueva en el móvil y me doy prisa al desayunar, tardando unos quince minutos. Me levanto de la butaca y cojo el bol que está en la barra y lo llevo al fregadero junto con el resto de vajilla sucia. Camino a paso lento hasta llegar al baño para cepillarme los dientes y a veces pienso de que me sirve cepillarlos, si mi sonrisa es lo peor que puede haber y la odio. Me tomo ese enjuague bucal que tanto me pica y que dice blanquear los dientes, aunque yo ese efecto no lo he experimentado. Cojo el móvil y veo el whatsapp y no era ese chico que pensé, es Alice.

Sus mensajes reflejan una preocupación y decido llamarla a su casa. Cojo el teléfono y doy gracias de que sea portátil, y no fijo, para poder llevármelo a mi habitación y llamar a Alice en un espacio que me de intimidad para mí y sentirme relajada.

* * *

Estoy en mi habitación con la puerta cerrada en plena intimidad y en mi cama, acostada boca abajo con los pies cruzados y con el teléfono en modo altavoz cuando una voz dulce contesta a mi llamada.

- ¿Sí, quién es? - dice Alice sin esperar ninguna llamada.

- Soy yo - digo confiada en que reconoce mi voz.

- Carla, ¿dónde estabas? No te has conectado en toda la noche y eso creas o no, me preocupa - dice alterada por la preocupación. Alice suele ser muy autoritaria y ahora lo está siendo y no sé que decirle, sé que de todos modos me espera una buena charla.

- Esto... - estoy nerviosa, no sé cuál será su reacción pero demasiado bien no se lo tomará. - Anoche lo volví a hacer - digo en tono de disculpa.

- ¿Cómo? - grita, se ve que su madre no está con ella. - Te dije que no lo volvieses a hacer, no me gusta verte esos cortes en los brazos, ¿qué pasó?

Sabe prácticamente todo de mi, es esa persona que si esta el doble de peor que tú te ayuda sin pensárselo dos veces, la verdad, me alegro de que sea mi mejor amiga.

- Lo de siempre - digo reprimiendo unas fuertes ganas de llorar.

Alice suspira, creo que me va a dar uno de sus largas charlas con tantos consejos, que algunos repite para hacerme recordar. Nuestras llamadas lo menos que duran son una hora, nos pasamos muchísimo tiempo hablando, aunque fuese ayer la última vez que nos vimos.

Trás la larga charla sobre mis cortes, comenzamos a chismorrear sobre la gente del pueblo. Alice está entretenida contándome lo que piensa de la pareja tan perfecta de Víctor y Andrea, que hace nada lo han dejado, pero no puedo evitar escuchar una notificación en mi móvil.

Estiro el brazo, cojo el móvil y lo desbloqueo. Mi cara se ilumina con una sonrisa, es el número desconocido, pero esta vez presentándose. Bloqueo el móvil y excusandome con Alice de que debo colgar y que enseguida le mando un whatsapp sobre el tema del que hablábamos, cuelgo el teléfono. No entiendo por qué estoy ilusionada por contestar a ese chico que ya tiene nombre propio.

[15/04/2013, 11:44] n° desconocido: Buenos días guapa, soy Daniel Bordón.

¿Guapa? Desde cuando yo soy guapa, si con solo verme alguien se asusta, soy horrible y tengo un cuerpo que odio, aunque mis entrenadores, amigos y familia, digan que tengo buen cuerpo, siempre lo niego, lo hacen para complacerme y que me sienta bien, nunca nadie es sincero. Pero decido contestarle.

[15/04/2013, 11:48] Carla Araujo: Buenos días, yo Carla.

[15/04/2013, 11:52] Daniel Bordón: Me encanta tu nombre y pega contigo, ¿cómo estas?

[15/04/2013, 11:54] Carla Araujo: Gracias supongo, bien, ¿y tú?

No me sorprende que mienta sobre mi estado de ánimo, siempre lo hago y estoy acostumbrada. En lo que tarda en contestarme hablo con Alice por whatsapp sobre la pareja "perfecta" de Víctor y Andrea, la cuál de perfecta a mí me parece que no tienen nada. Miro la conexión de Daniel, se encuentra en línea y pienso que si me estará ignorando, pero niego con la cabeza y mi subconsciente me mira con recelo, dando a entender que estoy en la idea equivocada y cuando me doy cuenta ya me ha contestado.

[15/04/2013, 12:06] Daniel Bordón: No lo supongas, es cierto. Pues la verdad que bien, me alegro de que lo estés. Por cierto, tardé porque estaba viendo vídeos sobre el gimnasio, espero que no te moleste. ¿Qué haces el próximo fin de semana?

Estoy impresionada, ¿por qué se ha disculpado? La verdad que no esperaba que lo hiciese, pero me agrada saber que lo hace sin que se lo pidan, es un buen síntoma de una buena educación. No sé que contestarle así que prefiero decirle que en treinta minutos vuelvo y con ese gesto, poder pensar.

Toda vida tiene finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora