Tom Hiddleston

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Sé que no he actualizado los encargos, lo siento. 

Este no es encargo de nadie, simplemente se me ocurrió, ojalá les guste este relato en segunda persona de Tom en medio del apocalipsis zombi. 

Cheers!



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Es el sexto día desde que todo empezó. Estás exhausta, sucia y hambrienta. "¡Pero estás viva! Bien viva", sueles repetirte constantemente, con la única intención de no perder la cabeza y alimentar la paranoia del momento. Volverte loca, justo ahora, sería lo último que necesitas.

Necesitas agua. Los últimos 200 ml., racionados ya se terminaron hace horas y matarías por una botella de agua. Qué digo por una botella, ¡matarías por un sorbo de agua! Pero eso es algo que no quieres hacer. No quieres matar a nadie. A nadie que aún respire, al menos.

Te remueves bajo las mantas mugrientas, el tufo del sudor te marea un poco. Necesitas encontrar una barra de jabón, o al menos una loción, o tu propio olor terminará por matarte. Tomas el cuchillo inoxidable de hoja brillante o que fue brillante en algún momento. Compruebas que el filo sigue presente. Y te pones en movimiento.

Te cargas la mochila de campista que le robaste al ciclista empotrado en la defensa de un carro. Él ya no la iba a necesitar de cualquier manera, ya era uno de ellos cuando se la arrancaste de la espalda putrefacta.

Te miras al espejo, ves solo el despojo de lo que eras hace seis días. Parece que han pasado años, pero no. Las circunstancias afectan más que el tiempo, ahora lo sabes. Te rodeas los antebrazos con las revistas, las aseguras con cinta canela. Sí, sí, como bien lo haría Brad Pitt en aquella película.

Ya estás. Estás lo mejor preparada que se podría en tu situación. Hora de salir al campo, soldado.

El camino no es fácil. Ya sea por sus lamentos, por la manera en que arrastran los pies, o por las manchas de sangre que tapizan el suelo y las paredes. No importa, el camino jamás volverá a ser fácil.

Encuentras un pequeño supermercado. Ya hubo saqueadores antes, qué extraño. Pero parece que no tuvieron la suficiente energía para llevarse toda el agua embotellada. Incluso encuentras unos electrolitos comerciales que te vienen de maravilla.

Te bebes un gatorade en tiempo récord.

Echas en la mochila todas las botellas de agua que puedes cargar. Encuentras lamentable no poder llevarte todas las que hay en el refrigerador muerto, pero... Tu espalda se quebraría, y seguramente ellos te atraparían, y adiós a tu finísimo título de superviviente.

De reojo miras al pobre infeliz que atendía el súper antes de que todo esto empezara. Su joven cuerpo en descomposición tiene un puñal enterrado en la cabeza. Un recuerdo de los saqueadores que te precedieron. Benditos sean.

Tom Hiddleston-One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora