Kitsune Masquerade ( KookV )

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Taehyug estaba parado frente a la puerta de su casa, las ganas que tenía de salir eran nulas y más ya entrada la noche pero no tenía nada para comer y realmente tenía hambre así que después de despedirse de su peluche salió a las oscuras calles de Seúl directo al supermercado más cercano.

Veinte minutos de camino fueron necesarios para llegar a aquella alumbrada tienda, alumbrada y solitaria a excepción de otro chico joven.

Cogió unos fideos instantáneos,algunos dulces y una botella de soda fue a pagar pero un estruendo dejó paralizado al chico, un trueno.

Si algo odiaba más en el mundo eran los truenos y lo segundo que odiaba más era la lluvia, esa lluvia que empezaba a caer con bastante fuerza.

- Dios santo será mejor que corra a casa, quédese el cambio.

- Gracias y tenga cuidado joven.

Se subió la cremallera lo más que pudo para salir corriendo directo a su casa, la lluvia caía cada vez con más fuerza y una neblina se estaba empezando a hacer presente bloqueando la vista del peliplata haciendo que llegado a un momento ya no supiese donde se encontraba, se metió en un callejón para resguardarse de la lluvia, estaba todo empapado al igual que su cena.

Mientras seguía sumido en sus pensamientos otro chico entró en el callejón aproximándose al peliplata hasta estar prácticamente pegados, el más bajo giró lentamente la cabeza topándose con el mismo chico de la tienda, este le agarró del brazo suavemente y estiró de él.

- El tiempo es deplorable y he notado que no te gustan los truenos, vivo a dos casas, puedes quedarte hasta que la tormenta pase.

- Pero si puede saber quién eres y por qué me estás llevando a rastras a tu casa.

El chico simplemente no respondió y siguió caminando hacia su casa, al llegar el azabache entró sin embargo Taehyung no entró por razones obvias.

- Entra.

- ¿No?

- ¿Por qué no? Vas a enfermar a este paso.

- Claro lo más normal del mundo es entrar en la casa de un completo extraño que te ha traído literalmente a rastras, para nada sospechoso.

- Pues quédate ahí, allá tú, si decides entrar llama a la puerta.

Dicho esto cerró la puerta, elpeliplata se sentó en el escalón, estaba temblando por el frío, la lluvia en vez de cesar caía en más abundancia pero al menos los truenos habían cesado cosa que calmaba enormemente a Taehyung.

O eso creía.

Pasados cinco minutos después de ver un relámpago se levantó y empezó a apalear la puerta para que le abriese, prefería arriesgarse a entrar en la casa de un asesino que estar afuera con ese temporal.

El azabache estiró del brazo al menor y le empezó a colocar toallas encima para secarlo, la cercanía estaba incomodando al peliplata así que lo apartó de un leve empujón.

- Puedo secarme yo solo, gracias.

El azabache lo empujó hasta el sofá sentándolo en este, él se sentó en el suelo frente al peliplata y le tendió la mano.

El chico hacia señas con la cabeza para que se la estrechase y así hizo, a Taehyung le parecía un chico bastante extraño a la par que divertido e interesante.

- A que ha venido ese apretón de manos.

- ¿Ahora somos amigos?

- ¿Perdona?

- Que si somos amigos.

- No creo, ni si quiera sabes mi nombre y nos conocemos de a penas media hora.

- Ya veo... - El chico se sentó al lado de Taehyung y lo abrazó por los hombros – Jeon Jungkook.

- ¿Estás ligando conmigo? - El peliplata apartó el brazo del contrario y se giró para quedar cara a cara – Kim Taehyung.

- Tienes un nombre muy bonito ¿Quieres quedar algún día?

- Realmente estás ligando conmigo.

- Sólo estoy repitiendo lo que dicen en las películas para hacer amigos.

- Creo que las películas que ves tú son románticas y no se hacen precisamente amigos esas personas.

- Pues menudo timo.

Taehyung soltó una pequeña y dulce risa, el chico le parecía adorable por el echo de que no tenía ni idea de cómo socializar y no le pareció tan loca la idea de ser su amigo.

Por otra parte Jungkook seguía intentando memorizar diálogos de películas para sacar tema de conversación pero todo lo que recordaba eran frases que acababan en una escena demasiado comprometedora.

La sala quedó inundada de un incómodo silencio y miradas furtivas entre los dos chicos.

- ¿Debería besarte?

- Si lo haces te parto la cara.

El peliplata ante la propuesta se echó a reír bajo la extraña mirada del azabache.

- ¿Por qué te ríes?

- Tú en verdad no tienes ni la más remota idea de socializar ¿No tienes amigos?

- No me gusta la gente, prefiero estar solo.

- Dices que no te gusta la gente pero traes a un completo extraño a tu casa.

- Mi madre me dijo que debía hacer amigos.

- Podemos ser amigos pero no intentes ligar conmigo ¿Va?

- ¿Enserio quieres ser mi amigo? - La cara del azabache denotaba cierta alegría y alteración – Pero no vale dejar de ser mi amigo.

El peliplata asintió, estiró el brazo y le agarró el dedo meñique con el suyo.

- Lo prometo.