Podía escuchar el estruendo desde su habitación, simplemente odiaba las mañanas, siempre era lo mismo, ni sí quiera había necesidad de poner un maldito despertador ya que los desquiciados que vivían con ella la despertaban a los gritos.
Sus ojos se abrieron con lentitud y su mirada se quedó fija en el techo blanco que cubría su habitación. No hacía falta mirarse al espejo para saber que estaba hecha un desastre simplemente así era por la mañana. Se levantó con pesar y camino hacia el armario a sacar un cambio de ropa, una chaqueta de mezclilla combinado con un jean negro y su blusa blanca le pareció suficiente, como el día anterior usó sus botines negros y como toque extra tomo una gorra a blanco y negro de detrás de la puerta. ¿Qué se suponía que tenía que hacer para tener algo de paz en esa maldita casa?
Salió de la habitación ya con la mochila colgada al hombro, el dolor de cabeza no tardaría en aparecer, Fiore decía tontería y media al teléfono mientras caminaba por toda la casa impaciente. Su padre se burlaba de algo que había en la televisión junto con Alexandré, le parecía verdaderamente estúpido como gastaban su tiempo. ¿No se supone que Dante, su padre ya debería estar en la oficina?
Como siempre y para el resto de la universidad Italia camino por la casa intentando no prestar atención a todo lo que la rodeaba. ¿Sería una mala persona si simplemente les gritaba que se callaran la boca? Vale, ya lo había hecho varias veces pero todos se volvían para mirarla con cara de "perra, se atrevió!" Y luego volvían a su relajo, entonces, no valía la pena intentarlo. Suspiro con pesadez empujando la puerta de la cocina con su hombro izquierdo y al entrar se quedo parada mirando lo que tenía al frente, la puerta de la cocina se balanceaba sin acabar de cerrarse e Italia tenía una cara de fastidio increíble. Sobre la mesa se encontraba la caja de cereal, vacía al parecer, había un charco de jugo de mango en el suelo y el cartón estaba a un lado, su estómago gruñía pidiendo comida, moría de hambre y con la prueba que tenía esa mañana no le daba tiempo de comer en el camino, se acercó al frutero y dejo la mochila sobre el banquillo de la barra, al menos había una manzana intacta esperando por ella.
De nuevo la puerta de la cocina rechinó, ya se esperaba los gritos de Fiore casi matándola por un desastre que ella no había causado, pero por el contrario la puerta la atravesó el cabello Rubio y perfecto de Lio quien aún vestía el pijama y lucía un cabello completamente desordenado, no le hablaría, lo sabía porque diario su hermano se levantaba de mal humor. ¿Quien no? Lo observo parar frente a la garrafa de agua y en lugar de servirse un vaso tomo directamente de la misma, Lia frunció el ceño completamente confundida por su acción. ¿Tenía resaca?
Aún ni si quiera mordía la manzana, más no se dio cuenta hasta que el idiota en la cocina se la quito de las manos, se recargó en la barra frente a ella y sacudió su cabello con la mano libre, ¿era normal sentirse atraída por tu medio hermano? Italia desvió la mirada fijándola en la ventana intentando ignorar su presciencia pero al parecer era una de esas ocasiones en las que Lio tenía el ánimo de hablar!
- ¿Vas a algún lado? - preguntó el rubio sin mirar realmente a Lia, ella permaneció quieta en su lugar y después de un par de minutos se dignó a mirarle, más bien a la manzana que casi se terminaba en la boca del muchacho. Suspiro marcadamente y pasó una mano por su rostro cansada, no había dormido bien, estaba segura de que se notaba.
- a... La universidad - contesto completamente fuera de sí y sólo escucho la risa seca de su hermano, eso la hizo mirarle con una curiosidad evidente en ese momento. - Claro, se le olvidaba que soy payaso - mascullo Italia negando con la cabeza, hizo una mueca de desagrado y tomo su mochila del banquillo yendo hacia la puerta de salida, más el brazo de Lio fue más rápido y con su mano atrapó la cintura de Italia.
- Lia - murmuro el muchacho con una sonrisa mientras sus ojos paseaban plácidamente te por la figura de Italia. - Es domingo. - le informo con completa tranquilidad deslizando su mano por la cintura de la morena hasta al fin liberarla. Rió por lo bajó y rodeo a la chica, ahora era el quien abandonaba el lugar. - Quítate esa blusa. - fue lo último que dijo, con voz fría y sería, volvió a escuchar la puerta rechinar y esa fue su señal, ya se había ido.
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Finalmente Matterazzi
RomanceItalia Matterazzi. Su vida se resume a una palabra: Porquería. Llena de enredos, confusiones y peligros. Hay decisiones que tomar y no existe una cabeza sensata que lo haga por ella. La equivocaciones son algo común en los humanos, sin embargo para...