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PREFACIO

"Somos capaces de peores
cosas de las que imaginamos".

Un grito desgarrador resonó por todo el castillo en medio de la noche.

Los llantos de la joven no tardaron en aparecer.

Todos los sirvientes, caballeros y demás personas y familiares que vivían en el castillo se despertaron, y al escuchar y alertar que algo le pasaba a la princesa rápidamente corrieron a la habitación de los reyes, de donde provenían los gritos y lamentos.

Cuando el tumulto de gente se hallaba en la puerta, dudoso, uno de los príncipes que se encontraba hospedado allí, abrió la puerta con suma cautela. Cuando esta fue abierta por completo, la imagen que los recibió heló a todos allí.

Las exclamaciones de horror no faltaron, y la tétrica escena hizo que una de las princesas que allí se encontraba se desplomara en el suelo.

El rey yacía descuartizado en la enorme cama y un enorme charco de sangre había debajo de allí, mientras que en las sábanas habían un desastre de sangre, órganos, un brazo por allí, otro pie por allá... Y su cabeza, ni idea. No se encontraba.

En cuanto a la reina, ella colgaba del techo con una soga en el cuello.

Y su hija, la princesa, estaba de rodillas en el suelo, a los pies colgantes de su madre muerta, llorando con desconsuelo.

—No lo entiendo... —susurraba, con la voz temblorosa—. ¿Por qué?...

El príncipe que abrió la puerta en primer lugar, se tragó el pánico que crecía de manera impresionante en su interior e hizo su camino al interior de la habitación para llegar hasta la joven en el suelo.

—Ash... —trató de decir él, pero rápidamente la chica giró la cabeza hacia él.

—¿Qué quiere decir esto, Van? —pronunció ella, y con manos temblorosas extendió un pedazo de papel hacia él.

El príncipe lo tomó y leyó en su mente:

Ella no posee cuerpos. Solo otorga poderes.

Y detrás de la nota decía:

Ahora la corona es tuya.

El chico volvió su mirada a la princesa y, con gran aprehensión, pronunció:

—Ellos se hicieron esto para dejarte todo a ti, Ashbet. Para que tú fueses la reina de ahora en adelante.

Ella comenzó a agitar frenéticamente la cabeza, negándoselo.

—No, no, no... —empezó a susurrar y, de un momento a otro, viendo la esquina más oscura de la habitación, donde estaba una mujer de pie, que al parecer solo ella podía ver, gritó—: ¡NO!

Los guardias actuaron rápido y se adentraron en la habitación, tratando de sacarla de allí, mientras la princesa gritaba:

—¡Tú hiciste esto! ¡Devuélvemelos! ¡No quiero tu maldita corona!

El príncipe Van actuó rápido y tomó a la princesa entre sus brazos, al mismo tiempo que la arrastraba fuera de la habitación para tranquilizarla.

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⏰ Última actualización: Nov 27, 2023 ⏰

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