mommy kink » jeon jungkook |+18|

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—Mommy ... —gimoteó.

Di una palmada algo más fuerte que la anterior en su lindo trasero. Este había tomado un color rojizo que no hacía más que humedecerme.

—¿Qué he dicho antes, bebé? —masajeé sus enrojecidas nalgas, relamiéndome—. Vamos, Jungkookie ... Dilo. ¿O quieres otra?

—No, Mommy ... —pero por la debilidad en su voz, supe que él estaba igual de excitado que yo—. Lo siento ... Yo no debo hablar mientras soy castigado ... Lo ... Lo siento, Mommy ... De verdad ...

La siguiente palmada fue contundente, pero él se tragó el jadeo a pesar de haber sentido a la perfección el arqueo de su espalda tras el golpe. Sonreí, satisfecha por escuchar su pesada respiración. Se encogía cada vez que mi mano se estampaba contra su pomposo culito, sin embargo, su miembro no dejaba de clavarse más y más entre mis piernas.

Su hermosa carita estaba apoyada contra el cojín del sofá, tumbado encima de mis piernas y alzando todo lo que podía su cintura, dándome una visión de lo más placentera. Yo estaba allí sentada, disfrutando de sus irresponsables actos. Esos que ahora pagaba de una forma tan deliciosa.

Me incliné y besé su espalda baja, acariciando su nívea piel para aliviar el picor que le estaba ocasionando con aquel castigo.

—Bebé ... Te has portado tan mal ... ¿Qué voy a hacer contigo?

Y aunque él quiso hablar, recordó mis palabras y frunció los labios, complaciéndome.

Toda su ancha complexión temblaba, más por el gusto de ser golpeado con tal intensidad que por el dolor que aquello le provocaba.

Con mi sexo palpitando por una situación así, teniéndolo a mi merced después de una larga semana sin poder tocarlo, lo ayudé a tumbarse sobre el sofá mientras yo me levantaba.
Un costoso jadeo salió de sus rosadas comisuras tras quedar allí tendido, gritando en silencio por más.

Mierda ... Había añorado tanto jugar con él.

—¿Cuántas nalgadas han sido, bebé? ¿Las has contado?

—Sí, Mommy ... —sus ojitos medio cerrados por el esfuerzo—. Veinticinco ...

Complacida por su respuesta, me arrodillé a su lado. Un suspiro salió de su boca cuando mis dedos delinearon su mejilla y acabaron peinando con dulzura las hebras negras de su cabello.

—Muy bien —sus mejillas estaban coloreadas de un ardiente color rojo, denotando una excitación demasiado prematura para lo poco que lo había tocado esa noche—. ¿Has aprendido la lección, cariño?

Lo ayudé a quedar sentado entre los cómodos cojines, con cuidado de que su trasero no hiciera demasiada fricción y doliera más de lo necesario. Jungkook lucía realmente agotado y sofocado por lo vivido y eso lograba encenderme aún más rápido. Dejó su cabeza reposando sobre el respaldo mientras yo acariciaba su cara, recompensándolo por haber aguantado más de veinte azotes tan duros.

—Sí, Mommy ... Prometo que no volveré a tocarme si no me das el permiso para hacerlo.

Llegar de un viaje de mi empresa y encontrarme a Kookie masturbándose en la cama que compartíamos en casa había sido jodidamente morboso, pero no podía permitir que mi sed por tenerlo de nuevo me nublara. Él merecía un corrector por haber sido así de desobediente y eso era lo que le había dado.

Aunque, eso no quitaba que después de torturar su bien formado cuerpo no pudiera reconfortarlo de la mejor manera posible.

Su linda camiseta de Bob Esponja estaba arrugada y ligeramente subida, mostrando parte de sus bóxers negros, y con ello, la creciente erección que portaba.

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