one shots » bts |+18|

coward » kim taehyung {1/3}

NOTA: las personas que comenten para insultar a Haneul por sus decisiones/comportamiento tendrán sus comentarios automáticamente borrados, así que no os sorprenda si después no los encontráis 🙂. Puede que no estéis de acuerdo con lo que hace y eso es respetable, pero no hay NINGUNA necesidad de insultarla como más de una persona ya ha hecho. Os recuerdo que, aunque este shot sea ficticio, muchas chicas se menosprecian y dudan de sí mismas a diario y podéis hacer muchísimo daño con un insulto de nada. Pensadlo 😉

Disfrutad leyendo 💜

Había sido un día demasiado estresante, agotador en todos los sentidos.

Después de la cita con Park, todo había empeorado. De camino al trabajo y tras la horrorosa comida compartida con el popular de Jimin, el más codiciado de toda la universidad, empezó a llover y yo sin paraguas. Tuve que esperar al autobús porque ningún taxi aparecía por el camino, y así fue cómo llegué tarde a mi turno en la cafetería.

Y, a pesar de todo, cuando pensaba que solo me quedaba estudiar toda la noche para los parciales de la próxima semana, mi tío, el dueño del local, me pidió casi de rodillas que cubriera a Min Soo, la otra contratada, porque tenía cuarenta de fiebre y no podía ir a trabajar. No supe decirle que no, por lo que no me quedo más remedio que hacer cuatro horas extra y quedarme a cerrar el establecimiento. Sí, un gran día.

Estaba terminando de limpiar unos pocos vasos cuando la campanilla de la puerta principal sonó, alertándome de que alguien había entrado. Me sequé las manos rápidamente, nerviosa de que fuera alguien indeseado, y salí de las cocinas para enfrentarme al intruso.

—Lo lamento, pero ya hemos cerrado por ... Hoy —me crucé de brazos al encontrar allí al castaño de mi amigo—. ¿Qué haces aquí? Te mandé un mensaje antes para que no me esperases de vuelta a casa.

—Pero soy un caballero en toda regla y no iba a dejar que volvieras sola y de madrugada a tu piso.

—Bonito detalle, Tae —ironicé.

—Lo sé, Hann —me guiñó un ojo.

Bajé la mirada, nerviosa en parte por su presencia, aunque también por su reciente galantería. Esa que solo me dedicaba a mí y que me hacía pensar cosas impensables en una amistad tan solidad como la nuestra.

—Tengo que terminar de cerrar y limpiar, así que ... —dije, tomando las llaves del local de mi bolsillo y mostrándoselas.

Con paso decidido, Tae llegó hasta mí, sonriendo tan inocente y bueno como siempre. Aquella curvatura en sus carnosos labios me revolvió el estómago. Debió ser la comida y el hecho de no haber tomado nada más desde la cita. O eso quise creer.

Tomó las llaves de mis manos, rozándome los dedos también, y tras dejar un beso en mi mejilla, se dio la vuelta en dirección a la entrada.

—Yo recojo y cierro, tú termina ahí dentro. Es tarde, te llevaré a casa —anunció, echando la llave.

Y quise evitar que mis ojos fueran hasta él, pero me fue imposible. Una camisa de floras rojas marcaba perfectamente sus hombros y parte de sus brazos, haciéndolo ver como un modelo. Lo peor fue bajar a sus pantalones y descubrir el gran trabajo que hacían al entallar su delgada cintura y realzar su trasero.

Antes de que el rubor llenara mi rostro, di la vuelta y fui a la cocina para echarme agua en la cara. ¿Qué narices me pasaba? Las últimas semanas, Tae había cambiado a mis ojos, ya no lo veía simplemente como mi mejor amigo, sino que me gustaba. Y me gustaba demasiado como para retenerlo por mucho tiempo.