54 | Corazones enamorados

409 27 4
                                    

—¡Podrás correr, pero no evitarlo!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Podrás correr, pero no evitarlo!

Eso fue lo que dijo Phoebe, antes de verme entrar a un portal.

Llegué a casa, a como pude coloqué a mis amigos hechiceros sobre la cama, ellos seguían dormidos.

—Bebé, ¿Qué haces aquí? ¿Qué les sucedió? —me interrogó Will.

Abrí la cortina, Will se acercó a la ventana y quedó fascinado al presenciar la lluvia de perlas.

—Es hermoso —sus ojos se tornaron brillosos—. ¿Hiciste esto para mí?

—Ojalá fuera un bonito detalle, pero estamos en problemas.

—¿Qué sucede? Espera, no me lo digas —tocó mi sien, y cerró sus ojos.

—¡Eso es terrible! —exclamó al abrirlos.

—Tenemos que evitarlo —dije mirando hacia el televisor. Allí mostraban a la gente regocijándose con bolsas hasta el tope de perlas, la avaricia parecía haberlos cegado ante lo absurdo.

—¿Pero cómo lo evitaremos?

—Enfrentando a Phoebe Hicks.

—Estoy contigo, bebé —acarició mi mano.

—No quiero que nada malo les suceda a nuestros amigos, ni a nadie en Voriánt.

—Lo resolveremos —dijo Will en tono reconfortante.

—¿Y si algo malo te sucede? Ya hay una perla buscándote para lastimarte quien  sabe cómo.

—Si algo malo me sucede, tú me salvarás —habló en tono seductor, sus brazos rodearon mi cintura. 

—Como tú me has salvado a mí, con tu amor —agregué.

—Sí Aiden, con mi amor —me besó, siempre manteniendo ese eterno dulzor en sus labios.

—Vamos, es hora de ayudar.

—¿A quién ayudaremos primero? —inquirió mi amado.

—No tengo idea.

—Podría ayudarte con eso.

Will soltó sus palabras.

“Nuestra intención es ayudar, hacia un corazón en peligro, hemos de destellar”

Llegamos a un camerino, en donde vimos a Chris presionando su Tirbleureloj.

—Wow —se sorprendió al mirarnos—. Hola amigos, ¿Qué hacen aquí?

—Escúchame Tirbleu, estás en peligro —advertí con agitación.

—¿En peligro?

Daphne lo llamó, desde el otro lado de la puerta.

—¡Ya voy preciosa! —le contestó él.

—No vayas —dije.

—¿Por qué? No entiendo, esperen, ¿Acaso la lluvia golpea con más fuerza el tejado?

Mi ilusión rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora