Bajé enseguida a casa de mi amiga a planificarlo todo, cosa que a ella le entusiasmó. Al contrario que yo, ella ya había salido de discotecas en más de una ocasión, y la idea de poder ir conmigo le hizo mucha ilusión.
—Tenemos que pensar en lo que nos vamos a poner, no vaya a ser que una vaya mucho más rompedora que la otra. Y sobre las bebidas, sé que no te has emborrachado antes así que yo te controlaré. Nos tomaremos las consumiciones de la entrada y si más tarde queremos subirnos un poco más de tono, pediremos chupitos, pero no muy fuertes.
—Yo no creo que beba, no me gusta el alcohol —aclaré.
—Eso es lo que piensas ahora, pero luego te dará sed de tanto bailar y no vas a pedirte una botella de agua cuando el precio será el mismo que el de una copa —explicó.
—Está bien —consentí—, pero nada de acabar potando en una esquina.
—¡Por Dios, no!
Estuvimos probándonos trapos, al ritmo de la música y cada vez más emocionadas. Le escribí a mi padre para contarle "el plan" de quedarme en casa de mi amiga y al rato me respondió aceptando a regañadientes.
—Si llama cuando estemos en la discoteca, te metes al baño a contestar. Y si pregunta por el ruido, le dices que es la tele y listo.
Cenamos un par de bocadillos y cuando mi padre llegó a casa, subí a saludarlo en pijama para reafirmar mi coartada de que no iba a salir.
Nos cambiamos rápidamente, nos peinamos y maquillamos. Yo me puse un pantalón de pinza apretado que hacía resaltar mis caderas, y un chaleco estrecho que realzaba y profundizaba mis escote.
Casi me prestó además un sujetador push-up que era increíble. Hacía que pareciese que tuviera dos tallas más de equipaje sin que se viera todo como un relleno. Al contrario, levantaba y apretaba de forma espectacular.
Llegamos hasta el pub dando un largo paseo. Nos habíamos ahorrado una pasta al conseguir las entradas gratis, pero si queríamos volver en taxi, con todo lo que nos habíamos gastado esa tarde en la farmacia, tendríamos que apretarnos un poco el cinturón.
—Y si ves a alguno con cara de generoso, arrímate a bailar a su lado que lo mismo nos invitan —sugirió Casi—. Aunque en ese sitio lo más probable es que los tíos estén más tiesos que nosotras, y no me refiero en el buen sentido —dijo haciendo una broma sexual.
—Lo tendré en cuenta —respondí con humor.
Al final llegamos un poco tarde y el concierto ya estaba empezado. Le preguntamos al portero por las entradas que Enrique nos había dejado y nos las ofreció.
—¿Sois Claudia y Amiga? —nos preguntó mostrando ambas entradas sobre las que se podían leer, en una, mi nombre y en la otra, la palaba "Amiga".
Ella y yo nos miramos, ella con cara de indignación.
—Qué gracioso es tu novio —dijo de forma sarcástica mientras las recogía.
—Entregadlas en la barra para la consumición —nos advirtió el portero.
Le dimos las gracias y pasamos dentro.
Mis ojos se fueron directos hasta Enrique que cantaba sobre el escenario al tiempo en que un escalofrío recorrió mi espalda.
—Vamos —me apresuró Casi a seguir andando entre la gente—, no te quedes parada.
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Mi primera semana
RomanceEs el primer día de instituto para Claudia y está nerviosa por cómo le irán las cosas. Se apresura para no llegar tarde cuando se percata de que su ex la está siguiendo. Trata de esconderse de él cuando se tropieza con otro chico, y es a partir de e...