Luego de que Agatha colgó, Nicholas se quedó mirando el teléfono, confundido y temeroso, ¿cómo esa chica podía controlarlo de forma tan fácil? Literalmente, ella podía hacer con él lo que quisiera.
Salió del centro comercial corriendo a trompicones para evitar las miradas indiscretas de quienes por allí pasaban, subió al primer taxi que encontró, sabía que no tenía dinero para pagar pero no le importó, si Agatha le dijo que subiese a un taxi tenía que ser porque ella pagaría, para bien o para mal, ella era quien lo había dejado sin un euro en el bolsillo.
—¿Adónde lo llevo joven? —dijo el hombre calvo que conducía el auto, con un marcado acento inglés.
—Oh, ¿podría dar vueltas alrededor? Mi amiga me dará la dirección de donde está —se sorprendió a sí mismo al llamar a Agatha su «amiga», ¿acaso entre amigos se anhelaba cometer un homicidio?
El hombre se limitó a asentir y conducir siguiendo las órdenes de Nicholas. Aproximadamente a los quince minutos, el tono de llamada del exorcista interrumpió el ambiente que el sonido rap de Affasi and Filthy con su Bombaferalla habían creado.
—¿Qué mierda es esa música? —chilló la chica al otro lado del auricular.
—Rap sueco —respondió el chico con una sonrisa—. Para ser una imperialista tienes poca cultura.
—Prefiero tener poca cultura y no escuchar esa porquería.
—Okey —dijo el muchacho intentando no reír ante el tono de asco con el que la chica hablaba.
—Mira, el próximo reto lo vas a cumplir en la calle Damstraad, en el número 8 de esa calle en concreto.
—Okey, ¿me vas a estar esperando allí no? Ya sabes… para que me pagues el pasaje del taxi…
—¡¿Tú piensas que yo soy banco?! –gritó la chica interrumpiéndole— sé muy bien porque quieres que te espere y me respuesta es no, no te voy a esperar porque no voy a pagarte el pasaje, paga en especies o cómo sea, pero, a mí, ¡¡no me jodas!! —dijo gritando eso último.
La cara del chico pasó de la esperanza, el enojo y el pánico en un instante, al mismo tiempo que los colores del arcoíris se apoderaron de ella.
—Tú tienes que esperarme en ese lugar —Siseó— por tu culpa no tengo un céntimo.
—Vuelvo y repito —dijo la chica—. ¡No soy tu puto banco! Ve a ver como resuelves, no sé, págale al chofer en especies o lo que sea, seguro le gusta.
Y así, sin más, colgó el teléfono.
—¿Pasa algo joven? –preguntó el chofer, viendo a Nicholas por el espejo retrovisor.
—No nada, —respondió el aludido—. Mire, mi amiga me dio esta dirección, numero 8 de la calle Damstraad ¿Me puede llevar allí?
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Travesuras por toda la ciudad
Teen Fiction—Si me escapó de casa, ¿qué harías? —Preguntó Agatha. —Pues ¿qué más? Buscarte, perseguirte por toda la ciudad, tus padres me dijeron que cuidara de ti... ¡Espera un segundo! —gritó Nico— no estarás pensando en huir, ¿cierto? —Tal vez, si, tal vez...