Capítulo 4

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—¿Me puedes explicar por qué coño recibí esta mierda?

La Uchiha menor notó el enfado en las palabras del Uzumaki. No podía hacer más que mirar aquellos ojos, más azules que los del séptimo.
El rubio esperaba una respuesta.
Una respuesta falsa, ya que la Uchiha aún no había mantenido relaciones íntimas con alguien. ¡Ni siquiera dio su primer beso!
Lo peor de aquello era que perdería a su equipo; mentiría en algo donde Mitsuki estaba involucrado.

Tragó saliva.
Bueno, si lo hubiera hecho no entendía porqué debía de darle explicaciones a Boruto. Y aún sabiendo eso, no podía pronunciar aquella mentira.

—Boruto, ¿no crees que es tarde?— fue Sakura quien habló, fingiendo una sonrisa.

—¿Eh? ¿Qu-

—Porque es verdad— y finalmente la morena lo hizo; fue valiente. Mintió, entrando en el juego de aquellos desconocidos, quienes seguramente ya estaban riéndose de ambas—. Por eso lo recibiste, porque es verdad. Me acosté con Mitsuki— apretó sus puños, desviando su mirada.

Boruto sintió un profundo dolor en el pecho. Él... ¿Por qué? Ella, él. Mitsuki, Sarada. ¿Juntos? ¡No! No hacían buena pareja.
Ella hacía mejor pareja con... él.

No, no.

Sacudió su cabeza para deshacer aquellos pensamientos. Miró los ojos azabache de la Uchiha, la cual estaba mirando en el suelo.
Se sintió decepcionado de lo que estaba escuchando.
Dieciséis años, ¡vaya si los aprovechó bien!

—¿Por...Por qué?— entre el esfuerzo de pensar si enfadarse o no, el rubio terminó lo soltar aquella pregunta?— ¿Por qué, Sarada?

¿Y qué debía de decir?

—Ya es tarde— fue la pelirrosa quien interrumpió aquella conversación, cerrando la puerta.

—Ah, espera, ¡Sarada!

Golpeó aquella madera que lo separaba de su compañera de equipo.
Tenía ansias en saber la respuesta.
¿Por qué?
La dejaría en paz después, ¡lo prometía!  Pero quería saberlo.
Por qué Mitsuki y no él.
Espera, ¿qué?
¿Y por qué él?

—Diablos, me estás volviendo loco...— susurró. Se rindió, apoyando su frente en la puerta.

Aquella sensación era cálida y dolorosa. Muy dolorosa; se sentía como si hubiese perdido a alguien. Como si ya no pudiese hablarle. ¿Era orgullo?
Diablos, no sabía nada si trataba de chicas. Ni siquiera con las citas que tuvo con Sumire aprendió nada, y es que su mente siempre pensaba en aquella Uchiha.

—¿No quieres ser Hokage también?— preguntó, mirando a Boruto. Fue seria. Estaba decidida a aceptar la respuesta, aunque significara competir contra el hijo del séptimo.

Boruto la miró de forma directa.

—¿Yo Hokage?— se mostró serio, hasta que esbozó una gran sonrisa, mirando hacia arriba—. ¡Yo no quiero! Porque cuando te conviertas en la Hokage, yo seré tu protector. Cuidaré bien de ti.

Jamás olvidaría el sonrojo que vio. Todo su rostro se pintó carmesí.
Entonces, ¿por qué hizo como si nada en aquel momento?

Se marchó de aquel lugar, dejando a las Uchiha solas.

—Mamá, ¿por qué-

—Todo lo que podía hacer era callar. De todas formas... ¡Shannaro, te mataré!— amenazó al aire.

Comenzó a cabrearse. Por supuesto que las cosas no terminarían así.

—¿Estás bien?

—Hice daño a Boruto y a Mitsuki— negó—. No, no estoy bien.

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