[Narrado]
Era una noche cualquiera.
Carlos e Ingrid aún no habían llegado a el apartamento, por lo que me encontraba completamente solo.
Un ruido proveniente de mi estómago me hizo darme cuenta que era demasiado tarde y no había comido nada desde las 3 de la tarde.
Pedí una pizza y esperé pacientemente a que llegara.
Escuche un ruido de llaves lo cual me avisaba que la pareja había llegado ya a casa.
Ingrid entró con una sonrisa y me preguntó como me encontraba. La miré y le dije que como de costumbre.
Carlos se aproximó a mi y me contó que había una fiesta y que no se iría de la casa sin mí.
Acepté a ir sin rechistar. La verdad es que salir un poco no me vendría nada mal.
Más tarde, llegó la comida, nos servimos y posteriormente lavamos los desperdicios.
Entré a mi habitación y me vestí lo más elegante que pude: Una camisa, unos vaqueros y mis zapatillas negras. A decir verdad, tampoco tenía mucho más para elegir.
Me miré al espejo y recorrí poco a poco mi rostro,a veces me entraban ganas de deshacerme de multitud de mis rasgos, como de mis cejas pobladas o mis oscuras ojeras. Pero a veces me gustaba admitir que tenía bonitos ojos claros o que mis labios gruesos marcaban una gran diferencia.
Tomé mi chaqueta y nos fuimos.