Capítulo: 4

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----Hora de dormir----se dijo Elsa mientras se dirigía a su habitación para darse una buena ducha y relajarse, acababa de terminar de hablar con su hermana: dándole la buena noticia que había ganado la licitación para decorar el interior de su casa soñada de estilo victoriana. Anna la había felicitado con gran emoción pero no podía estar tan tranquila con referente a su hermana menor sentía que algo le ocultaba aunque ella le decía que eran imaginaciones suyas. Pero ahora lo que más importaba era organizar todo lo que iba a necesitar llevar mañana para la reunión que tendría en la tarde con el señor Hutcher, así que se dirigió a su armario para seleccionar la ropa que llevaría, quería dar buena impresión, quería parecer una mujer sofisticada con estilo y lo más importante con elegancia, la forma de vestir en un negocio de decoraciones era muy importante, había quedar la mejor impresión en la primera entrevista ya después cuando empezara a amueblar la casa era otra cosa.

También había decidido que llevaría su portafolio donde tenía dibujos, bocetos, fotos de casas donde había hecho trabajos, no eran tantos como para que se quedarán con la boca abierta pero eran creaciones hermosas. Y lo más importante cuando viera la casa por dentro estaba segura que le iban a venir muchas ideas solo esperaba que el señor Hutcher quedará impactado con sus ideas, Dios, estaba nerviosa, más que nerviosa estaba asombrada que hubieran escogido su empresa para el trabajo. Si hablábamos de ser sinceros ella estaba casi segura que no iban a elegirla para tan gran trabajo, estaba más a destacar que hubieran elegido a una empresa con mayor prestigio.

Pero ya no habría que seguir pensando en lo mismo, ella se había esforzado tanto desde que Anna y ella habían quedado solas en el mundo sin más familiares a los que acurrir cuando más lo necesitaban. A Si que cada trabajo que ganaba era un sueño cumplido y siempre ponía su corazón en cada uno de ellos. Y esta trabajo le iba a dar la fama que necesitaba para abrirse más camino en su profesión.

Se desvistio en su baño, amaba este lugar lo había diseñado a su gusto con colores azules y celestes, tonos fríos que le recordaban a los inviernos felices que vivió cuando eran pequeñas Anna y ella. Sí, extrañaba a sus padres, había disfrutado de una infancia muy poco común para ser sincera pero no lo cambiaría por nada, tal vez lo único que la incomodaba un poco era ese cambiar de lugar, no es que fuera constante, jamás había comprendido a sus padres el porqué de dicha desición hasta esa fatídica noche. La noche en que su mundo tanto como el de su pequeña hermana cambiará para siempre, ninguna de ellas lo habían visto venir, ni en sueño que le rebelara a su pequeña hermana que todo cambiaría. Comprobó que el agua de la bañera estuviera a la temperatura deseada, ya satisfecha con las esencias que salían del vapor de la tina decidió meterse y seguir divagando en sus recuerdos más ocultos, aquellos que sólo Anna y ella sabían, sí habían sabido ocultar esos dones raros con los que habían nacido ambas, había habido una ocasión donde su hermana era más pequeña, le había contado a una compañera de colegio que había soñando con ella, el problema no había sido que soñara si no el sueño, después su amiga la había acusado de bruja. Ese episodio había desatado un cambio de cuidad y una regla que habían aprendido en toda su gloria, JAMÁS REVELES TU CORAZÓN. Ese era el término que su papá usaba.

Pero el lugar en donde más tiempo habían durado había sido en Nueva Orleans, ese lugar era mágico en todos los sentidos, la época de las fiestas, las calles de llenaban con gente con vestimentas de colores llamativos, la magia, el vudú, los pantanos y sobre todo en bayu, habían conocido a una anciana encantadora, sí como recordaba sus galletas que les brindaba la anciana. Pero como todo lo bueno nunca dura para siempre. De Nueva Orleans se habían mudado a Nueva York, tras la muerte de sus padres, fue un proceso duro, pues las autoridades querían mandarlas a casas de acogida a ambas, ya que Elsa no cumplía si no hasta varios meses más tarde su mayoría de edad, pero lucho con el juez, hasta que ganó la custodia de su hermana, logró salir de Nueva Orleans con le dinero de sus padres, estudio y compro una casa pequeña cerca de Central Park, y así saco a Anna adelante.

ESTABA ESCRITO JELSA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora