3.La niña hecha de un rayo de sol

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Cuando Amelia decidió adoptar a tantos niños lo hizo porque Gilberto estaba a su lado y porque sabía que con él todos los obstáculos de su vida se convertirían en aventuras. Pero una semana después de que adoptaron a la octava niña, Gilberto se fue de el planeta tierra, todos sus sueños quedaron sepultados junto a su difunto marido, tenían tantos planes juntos... pero ahora estaba sola en el mundo, lo primero que hizo fue buscar un trabajo estable, pues debía mantener a 8 niños además de ella misma, nunca se mostró triste después de la muerte de Gilberto, y no lloró, aunque se sentía deshecha por dentro, porque sentía que si dejaba que una sola lágrima bajara por su mejilla no pararía, no podría levantarse nunca jamás. Se distanció considerablemente de los niños que cuidaba porque todos le recordaban a Gilberto y le aterraba lastimarlos, pero en especial se alejó de una llamada Xochitl, pues a ella ambos le tenían un afecto especial ¿porque? les habían preguntado una vez unos amigos.

-Porque ella siempre te da lo que necesitas- respondió Gilberto sin vacilar, más tarde Amelia le preguntó a que se había referido con esas palabras- Xochitl no es cómo los demás niños de su edad, Amelia, ella es demasiado maravillosa y tú lo sabes, es inteligente, es hermosa, pero sobre todo ella tiene una magia que le hace saber cuando necesitas un abrazo, un golpe, o una sonrisa, incluso sabe cuando la necesitas cerca o cuando debe alejarse, y aún mejor ella sabe cuando debe seguir a su corazón y eso no cualquiera lo sabe.- Esas palabras Amelia las había reflexionado durante muchos días, y al final les había dado un lugar en las cosas "cursis y locas" que Gilberto decía y decidió no pensar más en el asunto, pero ahora ella sabía que eran ciertas, ahora que Xochitl ya no estaba, ahora que había desaparecido. Se sintió tan tonta y tan ridícula, se dio cuenta de que nunca debió distanciarse de ella, se dio cuenta de tantas cosas y rezó a las estrellas por otra oportunidad de ser la madre que siempre debió ser y porque Xochitl estuviera sana y salva en algún lugar.   

Esa tarde corrió lo más rápido que pudo hacia la playa, necesitaba desahogarse de inmediato y no había mejor lugar para eso que aquel recóndito rincón de la playa al que nadie más que ella acudía. Al sentir la arena envolviendo sus pies no pudo evitar dar un brincó de alivio; amaba bailar en ese sitio, era el único momento donde no había problemas en su vida y donde podía ser alguien más que una sombra llena de odio y sin importancia. Se detuvo de golpe frente a las olas que acariciaban sus pies y se alejaban una y otra vez, formando así un sonido mágico que bien podía ser parte de una dulce melodía o de una fuerte serie de sonidos descontrolados, todo dependía de como se sintiera Xochitl, y de los pasos que ejecutara. En está ocasión Xochitl era una bella ninfa del bosque que cantaba y bailaba sin cesar al ritmo del viento, con el cuello estirado y las piernas firmes nuestra ninfa bailaba envuelta en un manto de felicidad impenetrable, cuando un grito la devolvió a este planeta oscuro, y le recordó lo odiosa que era su vida.

-¡¿que estas haciendo aquí?! deberías estar ayudando a mamá- le reclamó Guillermo, un joven de 18 años a quien Xochitl odiaba con el alma; vivía con ella y los demás niños que Amelia cuidaba, sin embargo Xochitl tenía la impresión de que Guillermo se creía el más importante y trabajador del mundo, y por eso creía que todos deberían hacer lo que le diera la gana. 

-Nada que te interese- contestó Xochitl desafiante, Guillermo la tomó del brazo y la sacudió vigorosamente hasta dejarla un tanto inconsciente. Mientras era arrastrada por la acera pensaba mil cosas sin sentido, y comenzó como a soñar despierta; en su sueño ella estaba rodeando con los brazos a un niño y una niña que lloraban al pie de un cadáver, de pronto sentía que un brazo la tomaba del estómago y comenzaba a separarla de los niños, ella se resistía, luchaba, empujaba, y arañaba por doquier, pero no le sirvió de nada, al fin y al cabo era sólo un sueño más...

-¡NO!- las lágrimas llenaban las mejillas de Xochitl, ya había soñado eso antes y lo soñaba con mucha frecuencia, y siempre, en cada sueño pasaba exactamente lo mismo; el brazo la rodeaba, ella luchaba, los niños lloraban y al final siempre despertaba sola en algún solitario lugar del mundo con el amargo sabor a derrota en su boca. Ese día Xochitl despertó entre sus tres hermanas.

-¡Cállate Xochitl! que no me dejas dormir- le reclamó Virginia, una pequeña niña de 6 años, con una cabellera tan negra como una noche sin estrellas, unos ojos tan verdes como los tallos de las rosas, y una piel tan suave como solo la tierna infancia puede otorgar.

- Sí, mejor ve a gritar afuera o donde no te tengamos que soportar- dijo Carmen mientras les daba la espalda  a las demás. Xochitl se quedó parada, cómo decidiendo que hacer.

-¿Aún sigues aquí? ya vete, anda, hazle caso a Carmen- Beatriz le dió una palmada en la espalda y luego se metió entre las sábanas.

Xochitl se encogió de hombros, y se levantó haciendo el menor ruido posible, salió de la casa, se sentó en la banqueta fría y comenzó a mirar las estrellas mientras pensaba en los sucesos del día anterior y en ese sueño que estaba siempre presente en su vida, pero para el cuál no tenía explicación alguna.
-Que noche tan bella para ver las estrellas ¿no pequeña?- la palmada en la cabeza que recibió de parte de Matías le dibujó una pequeña sonrisa.

-¡Ya Matías!- dijo mientras se carcajeaba- ¿que haces aquí a estás horas?-

-No podía dormir ¿y tú?-

-Yo...soñé eso otra vez-

- Pero ¿que tiene ese sueño que no te deja dormir?-

-No sé, me deja una sensación rarísima...como si extrañara a alguien, pero no sé a quién, y eso me causa desesperación, eso...¡sólo no lo sé y no sé que puedo hacer para saberlo!- la sensación de derrota le quemó garganta nuevamente, las lágrimas le vuelven a bajar por sus mejillas y su respiración se vuelve agitada. Matías suspira y se sienta a su lado, entonces su voz penetra en los oídos de Xochitl, le cuenta lo que sabe de su pasado y sin quererlo esas palabras siembran en Xochitl un deseo, un plan y una idea que ejecuta a la mañana siguiente.

Eso es todo, les pido disculpas por tardar tanto, volveré a escribir con regularidad muy pronto. Estos meses me ha sido muy difícil escribir, sin embargo, ya estoy trabajando en los demás capítulos y los subiré muy pronto.

Solo los tresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora